Autoestima, ¿cuándo es suficiente y necesaria?

Los problemas severos de autoestima que han tenido las mujeres, estimulados por prensa, publicidad y concursos de belleza, ahora son también de ellos, los hombres, quienes sufren de complejos...
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El autoestima siempre ha sido para mí un tema apasionante, del que puedo hablar horas, de todas las formas e idiomas, porque resulta que sin haberme dado cuenta me casé con esa parte de mí que todos debemos tener en sano lugar, y soy de las personas que a menos que me perjudique o dañe, me comprometo con algo o alguien para siempre.

Estaba recientemente en un cocktail de presentación del libro de una querida amiga, y me tocó el honor de pasar la velada con otras dos buenas amigas, extraordinarias, experimentadas y casadas la una con la otra, cosa que hace que mis oídos se presten mucho más a escuchar lo que tenían que decir.

Estuvimos en una conversa deliciosa, con un vino exquisito y buenas risas entre una cosa y la otra. De pronto surgió el tema de siempre: "¿Y sigues sola con lo bella que estás?". La respuesta fue la misma, la que no hace falta ensayar porque la conozco de memoria: "sí, sigo sola, pero sigo conmigo". Esto último hizo asombrar por lo diferente y contundente de mi respuesta, pero quizá más porque mi rostro no acompañaba mis palabras.

Quien diga que está bien y feliz solo es un gran mentiroso, porque está más que comprobado que el ser humano está hecho para estar en pareja, quizá no de manera convencional, quizá de a ratos, pero solo jamás.

Fue el momento cuando con cara de gran extrañeza me preguntaban mis amigas: "¿Pero cómo siendo tan imponente, guapa, exitosa y demás estás sola? ¿Qué les pasa a los hombres de este país?". Y la una se miraba a la otra como diciéndole, "¿Ahora entiendes por qué tanta mujer está experimentando su sexualidad con otra mujer?", verbalizado minutos después.

Yo tratando siempre de ser elegante hacía gestos con mis manos y mi cabeza de que no sabía que pasaba, aunque sí que estoy clara, clarísima de que es lo que pasa.

Gran parte o en su totalidad de lo que pasa, es que los problemas severos de autoestima que han tenido las mujeres, estimulados por prensa, publicidad y concursos de belleza entre otros han minado la psique de la gente, ahora son también de ellos, los hombres, quienes sufren de complejos y sin querer sonar como abogada del diablo, no les quito la razón, con el agravante de que no externalizan sus temores, sus complejos, sus preguntas y miedos y eso agudiza la situación.

Les contaba a mis amigas con vino en mano, que sabía de muchas historias, incluidas mías con desenlaces desagradables, pero que una en especial y quizá porque me sentí identificada en particular me golpeó más. Un amigo, llamémosle Luis, tenía meses hablando con un amor e ilusión a sus familiares, amigos y afectos de su novia, de lo hermosa que era, preparada con dos carreras universitarias, amorosa, leal, de la buena familia que provenía, amorosa, lo atendía como siempre él había soñado y mil cosas más. La familia y amigos le dicen que por qué no organizan una comida para conocer a esa mujer tan espectacular que Luis vivía mencionando y por quien se bebía los vientos. Con gran miedo ella, la novia de Luis, se temía llegaría ese día porque sabía lo que vendría después.

Llega el temido día, ella se viste de sus mejores ropas y con el miedo dentro de su cartera, Luis sin decirlo también traía el miedo en sus bolsillos, porque no quería que nada se saliera de control. Todos esperando a la mujer que le tenía el corazón conquistado a Luis, al verla entrar la cara de asombro con horror de todos era para no recordarla nunca más. Pasado un rato para disimular la grosería con que ella fue recibida, se llevan a Luis aparte un par de amigos junto a sus padres y le preguntan, "¿No podías conseguirte algo mejor?". ¿La razón del comentario angustioso? El peso de ella. No era la chica "perfecta", espigada, llena de silicona, por el contrario era baja, de pechos grandes, panza y piernas generosas, como le gustaba a Luis, porque era a Luis que tenía que gustarle, a nadie más...

Él muy incómodo y dolido intenta que la situación no se salga de control y su princesa de caderas frondosas no pasara por más incomodidades, pero era tarde, muy tarde. El resto de amigos y familiares de Luis ya se habían encargado de soltar chistes de mal gusto, recomendar dietas, incluso comentarios de índole sexual. Luis la rescató y esa noche sabor a hiel que no se repitió, porque ambos decidieron que si querían que su amor durara debían poner límites a todo aquel que viniera con bajezas a sabotear la relación. Y así hicieron, con un discurso fuerte, determinado y una convicción que solo el amor puede dar pusieron un alto a todos quienes vinieron proyectando su ignorancia y complejos en dos personas que solo se estaban amando y a nadie dañaban.

Luis y su amada son la excepción de la regla, porque normalmente esa presión de la que hablo, ese bullying familiar y social hace mella de forma considerable. Hay parejas famosas inclusive en varios países de Hispanoamérica que se han separado porque aún con ayuda de especialistas no han podido con la presión. Muchos dicen que eso no es amor verdadero, pero solo quien estuvo ahí puede opinar con certeza.

Historias son muchas y no muy gratas las que pueden contarse, así como hay otras que son dignas de ser reproducidas en una película porque son hermosas e inspiradoras.

Siempre me preguntan qué hacer con la soledad cuando yo ni siquiera tengo la respuesta para mí. Si miento siento que le falto el respeto a mi gente y eso jamás...

Lo que sí puedo responder con certeza es que por suerte me casé con mi autoestima desde muy niña, que por récords familiares no creo en los divorcios a menos que sean realmente necesarios y que mi autoestima y yo seguimos más unidas que nunca.

Lo que sí sé, es que si bien no agonizo por soledad, no es agradable estar solo, pero mientras tanto y durante toda mi vida me he tenido a mí misma y a la fecha no puedo quejarme.

Como leí en un meme: "El único amor, consecuente, fiel, comprensivo, que todo lo perdona, que nunca nos defrauda y que nos acompaña hasta la muerte es el amor propio" y a la fecha mi compañía no me ha salido tan mala.

Así que hasta que llegue ese, quien me robe los suspiros, sí, seguiré siendo orgullosamente mi propia compañía.

Arriba la autoestima.

¡Hasta la próxima!

En Twitter, @BarretoLeyva.

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