Mi encuentro con Jaime Bayly

De casualidad y sin planearlo mucho, terminé siendo invitado al show de Jaime Bayly en la MegaTV. Que seamos del mismo canal no significa que nos llevemos bien o que tengamos obligación de entrevistarnos. Muchas veces, la guerra y la competencia es con personajes de la misma empresa. Bayly y yo nunca fuimos amigos, no somos lo mismo, no hacemos lo mismo, pero muchos nos ven como competencia. Transgresores los dos e imaginarnos juntos trajo morbo y expectativa.
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cerianibayly

De casualidad y sin planearlo mucho, terminé siendo invitado al show de Jaime Bayly en la MegaTV. Que seamos del mismo canal no significa que nos llevemos bien o que tengamos obligación de entrevistarnos. Muchas veces, la guerra y la competencia es con personajes de la misma empresa. Bayly y yo nunca fuimos amigos, no somos lo mismo, no hacemos lo mismo, pero muchos nos ven como competencia. Transgresores los dos e imaginarnos juntos, trajo morbo y expectativa.

Bayly y yo triunfamos en tiempos distintos en Estados Unidos... Cuando él estaba yo no había empezado... Cuando yo comencé mi carrera en este país, él se había ido. Y cuando regresó, yo
me había ido a la radio... Hoy estamos los dos en TV.

Si bien los dos jugamos al mismo límite de la ambigüedad, decir la verdad, hacer crítica , yo nunca haría un show como Bayly ni él como yo... A él le gusta la oscuridad en escena, a mí las luces; él ama su saco y corbata , yo quiero el plateado o el dorado; él no mueve su pelo , yo vivo revoleándolo al aire; él leyó más libros que yo y lee muchos periódicos, yo leo menos y rumbeo más y leo pero People y TVyNovelas que él no... jejeje.

Encontrarnos después de mucho tiempo, nos dio miedo o adrenalina , excitación y precaución. Él es inteligentísimo, yo soy súper audaz, le podía caer a besos en la boca como hice otras veces, o salir con una provocación... Ambos teníamos nuestra espada de esgrima preparada para atacar, ¡y sucedió todo lo contrario!

El juego de espadeo fue más interesante que la clavada. Ambos nos relajamos a la admiración mutua y gozamos el combate. Él no podía creer mi sombrero de plumas de faisán, águila y gallinas, y yo gozando con sus preguntas.

Nos divertimos como dos viejos lobos del espectáculo y el show fue increíblemente divertido e inteligente. Nos reímos de Cristina Saralegui, de los cambios de la televisión y hasta le regalé una muñeca Mariquita Pérez, para que juegue su hija ¡no él!... Me gustó nuestra madurez, nuestra tranquilidad, el saber que ninguno de los dos iba a perder en este encuentro. Los dos sabemos quiénes somos, tenemos nuestro camino hecho y sólido, nada nos puede perturbar en esta etapa de nuestra carrera, yo le reconocí su enrome inteligencia, el está más contenido con una
familia, tal vez un poco aburrido de MegaTV.

Él reconoció que soy un personaje que debo estar siempre en los medios, y me presentó como una estrella, yo actué como tal y me reí de eso también. Él sabe más, es más culto, y más prestigioso si se quiere, tiene un público selecto. Yo soy más visceral, más pueblo y mi devolución aunque inteligente, es audaz arriesgado y hasta agresivo a veces.

Ambos vinimos a los medios a romper mitos, mover estructuras y provocar. A él le fascina mi crítica a los medios, a mí me encanta su crítica a los políticos. Pero más allá de lo profesional, del show, pasó algo mágico: las ganas y necesidad de conversar sin cámaras, sin público, y reírnos del circo de las celebridades y de nuestro medio a nuestro gusto. Una nueva relación se generó luego de mi paso por su show. No sé si seremos amigos, ¡tampoco nos vamos a enamorar!, pero ese otro encuentro en un café, fuera de un set, será GRANDIOSO para nosotros y un refugio para descargar toda nuestra visión e interpretación de la vida y de nuestras vidas que será muy fascinante.

Claro, lo que pase en ese café, quedará en ese café, solo para nosotros. Entre su oscuridad profunda y mis flashes encantadores, seguro saldrá algo muy profundamente luminoso para nosotros... Tal vez seamos árboles completamente diferentes para los medios, pero no dudo que tengamos la misma raíz de motivaciones al hacer y decir lo que decimos, en nuestras editoriales.

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