La voz del México indignado: un parteaguas en la historia nacional

Ayer los mexicanos hicimos historia y nos volcamos a las calles no sólo en diversas ciudades del país, sino en el mundo, para expresar el descontento popular, el hambre de justicia.
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Ayer los mexicanos hicimos historia y nos volcamos a las calles no sólo en diversas ciudades del país, sino en el mundo, para expresar el descontento popular, el hambre de justicia. La más numerosa congregación tuvo lugar en la Ciudad de México, donde en riadas de miles inundamos la emblemática avenida Reforma clamando por nuestros derechos y de manera organizada, pacífica y ejemplar, unidos por un sentimiento de indignación generalizada, exigimos no solo la aparición de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa sino el fin del gobierno arbitrario.

Las concentraciones se dieron lugar en el Ángel de la Independencia, en el monumento a la Revolución y en la Plaza de Tlatelolco, y encabezadas por los padres de los normalistas desaparecidos, miles de personas en contingentes heterogéneos de estudiantes, de sindicalistas, de artistas, de jóvenes y niños, de monjas, de yoguis, de intelectuales, de feministas, de ciclistas, de ONGs y hasta de danzantes prehispánicos, entre muchos más, marchamos en dirección al Zócalo exigiendo el fin del sistema represor y autoritario que tiene sometida a esta nación.

Tonadas como "Vivos se los llevaron y vivos los queremos", "Fuera Peña", "Arte y cultura para esta dictadura", "De norte a sur, de este a oeste, queremos justicia cueste lo que cueste", o "¿Por qué nos asesinan si somos la esperanza de América Latina?", se entonaron con rigor a lo largo del trayecto. También en un momento se escuchó sorpresivamente con fuerza "fuera encapuchados, fuera encapuchados", puesto que un contingente entró con estas características provocando el rechazo unánime de los manifestantes.

El movimiento fluyó de manera pacífica durante el trayecto al Zócalo, donde se quemó una imagen del presidente en medio de las protestas de miles de personas clamando honestidad y justicia y todo iba en orden, hasta que un grupo de provocadores, de violentos infiltrados, se enfrentó con la policía que reprimió sin distinción tanto a los manifestantes pacíficos como a los encapuchados --sin dejar víctimas graves, por fortuna.

En México se vislumbra el fin de un ciclo, sin duda este país no había visto en su historia un movimiento tan potente y enérgico; ésta es la voz de una nación que ha sido rebasada de hartazgo, saturada de abusos e injusticias, la voz de un país víctima de la represión y de la barbarie de un gobierno cínico, abusivo, represor y autoritario; el punto de quiebre de un sistema insostenible, ésta es definitivamente la auténtica voz de México.

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