Equidad de género y pueblos originarios

Las reivindicaciones de los pueblos originarios y afrodescendientes en América Latina han cobrado mucha relevancia en los últimos años, incluyen las demandas sobre legalización de tierras comunitarias, reconocimiento de prácticas consuetudinarias para el manejo de recursos, luchas por los derechos humanos y derechos culturales, entre otros. Las mujeres de los pueblos originarios y afrodescendientes también se movilizan por sus propias reivindicaciones las cuales están relacionadas con el acceso o ampliación de espacios para la toma de decisiones comunitarias, pero también con la demanda de una mayor equidad de género en los procesos que tienen que ver con el acceso a tierra, recursos forestales y otros recursos naturales.
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People stand on the Salvadorian side of the damaged international bridge that connects Guatemala and El Salvador after heavy rains overflowed the Paz river as seen from Santa Rosa, Guatemala, Thursday, Oct. 13, 2011. Rains will likely continue during the next couple days as a low-pressure system hovers over southeastern Mexico, Guatemala and El Salvador, according to the National Hurricane Center in Miami, Florida. (AP Photo/Rodrigo Abd)
People stand on the Salvadorian side of the damaged international bridge that connects Guatemala and El Salvador after heavy rains overflowed the Paz river as seen from Santa Rosa, Guatemala, Thursday, Oct. 13, 2011. Rains will likely continue during the next couple days as a low-pressure system hovers over southeastern Mexico, Guatemala and El Salvador, according to the National Hurricane Center in Miami, Florida. (AP Photo/Rodrigo Abd)

pueblos salvadorenos

Las reivindicaciones de los pueblos originarios y afrodescendientes en América Latina han cobrado mucha relevancia en los últimos años, incluyen las demandas sobre legalización de tierras comunitarias, reconocimiento de prácticas consuetudinarias para el manejo de recursos, luchas por los derechos humanos y derechos culturales, entre otros. Las mujeres de los pueblos originarios y afrodescendientes también se movilizan por sus propias reivindicaciones las cuales están relacionadas con el acceso o ampliación de espacios para la toma de decisiones comunitarias, pero también con la demanda de una mayor equidad de género en los procesos que tienen que ver con el acceso a tierra, recursos forestales y otros recursos naturales.

Recientemente un grupo de diversas organizaciones de mujeres e instituciones de incidencia e investigación de varios países de América Latina, se reunieron en La Paz, Bolivia en el Taller Regional "Tenencia Territorial y de Bosques con Perspectiva de Género en América Latina", para discutir los temas relacionados con la gobernanza de los territorios indígenas y afrodescendientes y la equidad de género, tocando profundos temas que replantean diversas dimensiones de las relaciones de género, que incluyen las formas de relación comunitaria que existen en los pueblos originarios, algunas de las cuales no favorecen la participación abierta de las mujeres en las decisiones que conciernen a la comunidad, limitan el acceso a la tierra, concentran una excesiva carga doméstica en las mujeres, mientras que otras prácticas pueden solapar o permitir, en casos extremos, hechos de violencia doméstica o restringir el acceso de las niñas indígenas a la educación.

La agenda de las mujeres indígenas y afrodescendientes en esta etapa de la historia latinoamericana se abre a los cambios, sin los cuales estos pueblos no pueden reorganizar su rol en las sociedades actuales, no se trata de asumir valores occidentales, sino de construir colectivamente opciones inclusivas, por eso algunas lideresas indígenas hablan del feminismo comunitario, como una opción para mover cambios en las relaciones entre hombres y mujeres dentro de las comunidades de los pueblos originarios, que marca también la forma en cómo estos pueblos se relacionan con las sociedades nacionales o regionales.

Esta opción combina la incidencia política para elevar la participación comunitaria de las mujeres, las acciones de toma de conciencia y empoderamiento, el fortalecimiento de capacidades y la búsqueda de actividades que generen ingresos, para ganar mayor autonomía.

Sin duda el aprovechamiento del capital humano de hombres y mujeres genera más beneficios a las comunidades y territorios, ya que posibilita una mayor distribución de recursos y cierre de brechas de desigualdad de género y por lo tanto implica reducir la pobreza. Por eso la agenda de reivindicación internacional que tan fuertemente desarrollan los movimientos indígenas para el reconocimiento de sus derechos como pueblos y defensa de sus territorios, debe estar acompañada por otra agenda interna que permita una construcción más integral y equitativa de la gobernanza.

Para apoyar estos esfuerzos es necesario mantener una activa incidencia en políticas que garanticen la realización de derechos fundamentales, pero también es clave fortalecer los procesos de formación de gobernanza territorial, sobretodo aprovechando que en algunos países hay avances en la titulación de tierras comunitarias como en Nicaragua, Perú y Bolivia, o la formación de comarcas indígenas en Panamá. Incluso en el caso de Nicaragua existen dos regiones autónomas, la Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN) y la Región Autónoma del Atlántico Sur (RASS), que están organizando sus formas de gobierno con participación de sus pueblos originarios.

Estos procesos tienen posibilidades para consolidar formas de gobierno más inclusivas, aunque su incipiente creación también las abre a ser permeados por viejas malas prácticas de corrupción, oportunismo o verticalismo. Incorporar a las mujeres y renovar los liderazgos generacionales es una forma de limitar las malas prácticas y construir otros estilos de gobierno, pues cambia la definición de prioridades, las modalidades de trabajo, la distribución de roles, beneficios y activos como tierra, insumos, acceso a tecnología y conocimiento.

En fin se trata de avanzar hacia el nuevo paradigma de la "vida comunal nueva" o el "buen vivir", que subyace a la cosmogonía de nuestros pueblos originarios, pero que solo puede cobrar vida en la medida en que desde dentro de estos pueblos se den pasos concretos para una renovada convivencia entre hombres y mujeres.

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