Querido mundo: En Estados Unidos seguimos sin estar unidos

No cabe duda de que a Obama se ha espabilado, e incluso humillado, tras las elecciones de mitad de mandato. Entre otras cosas, por los vaivenes de la política en Estados Unidos.
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President Barack Obama speaks during a news conference in the East Room of the White House, on Wednesday, Nov. 5, 2014, in Washington. Obama says he'll certainly be spending more time with McConnell and House Speaker John Boehner (BAY'-nur), adding that's the only way the White House and Congress will be able to get anything done. (AP Photo/Evan Vucci)
President Barack Obama speaks during a news conference in the East Room of the White House, on Wednesday, Nov. 5, 2014, in Washington. Obama says he'll certainly be spending more time with McConnell and House Speaker John Boehner (BAY'-nur), adding that's the only way the White House and Congress will be able to get anything done. (AP Photo/Evan Vucci)

Estaría bien pensar que, tras años de enfados, división y parálisis, el Gobierno estadounidense acabaría uniéndose, aunque fuera por agotamiento.

Estaría bien pensar que un humilde presidente Obama y sus envalentonados rivales republicanos unirían sus manos para tratar problemas públicos tan obvios como la inmigración, la política interior y exterior, la deuda, la educación, las infraestructuras.

Estaría bien pensarlo, pero nos estaríamos engañando.

El panorama de los dos próximos años implica un progreso sustancialmente limitado, pero un intenso posicionamiento político, claro está, de cara a las próximas elecciones.

Si Estados Unidos fuera una democracia parlamentaria, el Gobierno se habría desplomado tras el resultado de las elecciones del pasado martes.

No obstante, en Estados Unidos, con su dinámica newtoniana de la autoridad dispersa, se supone que los perdedores y ganadores políticos se esforzarán de verdad para crear una agenda política conjunta.

Casi nunca lo hacen.

Haciendo honor a la tradición, el presidente y el nuevo líder de la oposición, el senador de Kentucky Mitch McConnell, pidieron mentes y corazones abiertos, además de un deseo de cooperación.

Puede que se aprueben nuevas leyes sobre el comercio mundial, la energía, el impuesto de sociedades y otras cuestiones. Los republicanos y Obama serán capaces de crear una alianza principalmente republicana de los miembros del Congreso vinculados al mundo financiero.

Pero el mundo no debería esperar demasiado de las grandes cuestiones emocionales -sanidad, política de inmigración, la aparentemente infinita "guerra contra el terrorismo", e incluso la política de educación-. Los abismos culturales son demasiado profundos.

No cabe duda de que a Obama se ha espabilado, e incluso humillado, tras las elecciones de mitad de mandato. Entre otras cosas, por los vaivenes de la política en Estados Unidos. El partido del presidente casi siempre pierde escaños en el sexto año de administración.

Pero ésta ha sido una paliza en todos los niveles.

El Partido Democrático (liberal) de Obama perdió el control del Senado a favor de los conservadores republicanos por primera vez en casi una década. Los republicanos reforzaron su control (ya severo) en la Cámara de Representantes. Ganaron el gobierno en muchos estados clave, entre ellos, el Illinois de Obama, y todo esto ha marcado el camino hacia las elecciones al Congreso.

Hay algunos factores que favorecen el esfuerzo para la cooperación.

El principal es el disgusto colectivo de los estadounidenses por cómo funcionan las elecciones y cómo no funciona Washington. Los votantes son más inteligentes que el modelo extrañamente comercial de las elecciones, y están molestos con el sistema chapucero y cínico en el que viven.

Al fin y al cabo, los estadounidenses acaban de sobrevivir a una temporada de elecciones en la que se han gastado 4,000 millones de dólares en publicidad televisiva, en la que los republicanos han derribado a Obama calificándolo de flojo y socialista (una combinación confusa) y los demócratas han descrito a los republicanos como depredadores misóginos ansiosos por quitarle a la abuela las vías intravenosas del brazo.

Los republicanos han prosperado durante la etapa de Obama intentando bloquear todas las iniciativas que tenía que ofrecer, y luego culpándolo del estancamiento resultante. Además de reflejar el mito estadounidense del poder constrictor de la presidencia a nivel mundial, han conseguido que Obama parezca débil.

Pero ahora tienen un incentivo para demostrar que pueden ser maduros mientras colocan el escenario para quien quiera que sea el candidato presidencial en 2016. Las campañas presidenciales de éxito no se ganan con odio, sino con ideas esperanzadoras.

McConnell, cerca de convertirse en líder republicano del Senado a los 72 años, tiene razones para querer dejar un legado de acción constructiva.

Por tanto, éstas son las razones para creer que las cosas se harán.

Pero hay otra historia.

Los republicanos han llegado donde están estos años haciendo oposición al presidente en todo momento. ¿Por qué iban a parar ahora?

El núcleo activista de su partido sigue siendo el antagonista vehemente de Obama, y los líderes republicanos ignoran que están en peligro.

El propio presidente no es el tipo de político que disfruta del mercado sucio de favores presente en el meollo político. Él piensa en constructos intelectuales, y no le gusta el juego de por sí.

La política americana actualmente es una proposición movida por el dinero y basada en los beneficios de la desavenencia. Los consultores de campaña obtienen millones; los canales de televisión ganan cientos de millones; los multimillonarios pueden sacar pecho libremente, como oligarcas rusos. Los partidos aprovechan sus extremos para avivar la emoción y cosechar donativos.

Es como si los escaños de la Casa de los Comunes se hubieran revertido. En lugar de ponerse cara a cara, los partidos miran hacia fuera a sus defensores más acérrimos sin sentido.

Estaría bien pensar que esto cambiará, pero no será así.

Este post fue publicado originalmente en inglés en Howard Fineman Political Read. La traducción es de Marina Velasco Serrano.

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