Los Angeles y sus demonios: Crónica de una protesta desangelada

La euforia del #yosoy132 nos había alcanzado, los movimientos anti-Peñistas en México erizaban la piel. Aquí en Los Angeles, yo estaba listo para actuar ante la menor provocación.
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La euforia del #YoSoy132 nos había alcanzado, los movimientos anti-Peñistas en México erizaban la piel. Aquí en Los Angeles, yo estaba listo para actuar ante la menor provocación. Esta llego a través de las redes sociales: Manifestación de apoyo a López Obrador, 20 de mayo, 2 de la tarde frente al City Hall. Consciente de que una movilización mexicana no tendría los más altos estándares de puntualidad, salí de casa a las 2:15 PM. En el camino por la autopista 110 imaginaba cómo sería la protesta; dibujé en mi mente hordas enardecidas bloqueando la avenida Figueroa, quema de títeres con el rostro del candidato priísta, cuerpos danzantes con máscaras de Salinas y la Gaviota, torpes botargas de López Dóriga saludando a la concurrencia, claxonazos de apoyo, gritos, música de mariachi, algarabía. Estacioné el auto a millas de distancia para evitar el caos vial, caminé a paso acelerado hasta llegar a Spring Street, pero tan pronto distinguí la figura del Palacio Municipal Angelino, me topé con una bofetada de silencio. La manifestación de apoyo no llegaba ni a marcha; era una reunión de unos cincuenta simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, expresándose pacíficos, mesurados y por raro que parezca, en la acera. Animo no faltaba, es cierto, convicción tampoco. Pero los gritos de ¡Televisa te idiotiza! y ¡Peña Nieto, la prole te saluda! se confundían con los de ¡Súbete a la banqueta! ¡Expresémonos en orden, compañeros! Esta aparente contradicción me desconcertó profundamente y sin saber a ciencia cuál era mi lugar en la arenga, decidí alejarme de las "hordas" y observarlo todo desde la comodidad de una parada de autobús al otro lado de la calle. Ahí compartí mi extrañeza con un homeless, una mujer asiática y otra afroamericana que observaban atentos al gentío pensando quizá que México había ganado en el futbol. Sobre la avenida, dos oficiales en su patrulla engullían su hamburguesa con queso y tocino en sendos bocados, sólo interrumpidos ocasionalmente por uno que otro desordenado: On the sidewalk, please, le sugerían amablemente por el altavoz.

Cuando el autobús pasó y mis compañeros se desvanecieron, supe que era tiempo de hacer lo mismo. En el camino de vuelta me acompañaba un dejo de insatisfacción. No me sentía conmovido como la mayoría de mis compatriotas sacudidos ante la avalancha de sucesos de las últimas semanas. ¿Dónde estaban los millones de mexicanos que emigraron a Estados Unidos escapando de un país desangrado por los gobiernos priístas y panistas? ¿Dónde estaban los trabajadores indocumentados haciendo escuchar su grito al sistema que tanto tiempo les ha dado la espalda? ¿Dónde la capacidad de organización y convocatoria de los líderes hispanos de izquierda? Me resultaba imposible creer que López Obrador no tuviera más seguidores en esta ciudad llamada por algunos "la segunda más grande de México."

Hace unos días un amigo y yo decidimos lanzar una convocatoria en Facebook para realizar nuestro video #YoSoy132 en versión Hollywoodense. Hasta el momento acumulo tres likes. No con poca frustración, me di a la obcecada tarea de buscar más connacionales como yo, hambrientos de cambio. Así llegué hasta la página de #YoSoy132LA. Su video, que nos muestra a un grupo de muchachitos expresando consignas en la entrada de la Plaza México, debería titularse #YoSoyTres. Pero hay algo que nos dejan estos chicos en su aparente ingenuidad: la capacidad de soñar con valores que hoy parecen sacados de alguna película de Disney: justicia, igualdad, armonía. Nos regalan una mirada furtiva a través de esa ventana empañada donde el mundo es más feliz y humano. Y ¿por qué no? Donde se observan a lo lejos manifestaciones tumultuosas y entusiastas por todo Downtown LA, animados discursos izquierdistas en la explanada del Nokia Theater, gritos desgarrados contra el sistema en las tribunas del Home Depot Center, candidatos escondidos en los baños de UCLA y USC, una manta colorida de #yosoy132 cubriendo por completo el letrero de Hollywood. ¿Habrá en Los Angeles suficientes corazones para lograrlo? Estoy seguro que sí. Pero, ¿nos alcanzarán las aceras?

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