No pude contener las lágrimas. Más de 50 años para escuchar este anuncio que trata de unir, pero que marca nuevos desencuentros entre la propia comunidad cubana, especialmente en el exilio.
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A man waves a Cuban flag as exile organizations protest outside of the Dade County Auditorium where the Cuban pop group Buena Fe is performing, Thursday, Sept. 18, 2014, in Miami. The band participated in a birthday celebration for Fidel Castro earlier this year. They also took part in funeral services for the late Venezuelan President Hugo Chavez. (AP Photo/Lynne Sladky)
A man waves a Cuban flag as exile organizations protest outside of the Dade County Auditorium where the Cuban pop group Buena Fe is performing, Thursday, Sept. 18, 2014, in Miami. The band participated in a birthday celebration for Fidel Castro earlier this year. They also took part in funeral services for the late Venezuelan President Hugo Chavez. (AP Photo/Lynne Sladky)

No pude contener las lágrimas. Los sentimientos fueron y son encontrados. La sensación es muy parecida -salvando las distancias, y como me dijo acertadamente un amigo que también reaccionaba a esta noticia- a cuando cayó el Muro de Berlín en 1989. Más de 50 años para escuchar este anuncio que trata de unir, pero que marca nuevos desencuentros entre la propia comunidad cubana, especialmente en el exilio.

Todos hemos perdido en esta lucha. No hay ganadores y con este anuncio afloran los sentimientos de dolor que hemos cargado por cinco décadas. Tres generaciones marcadas por este conflicto, tres generaciones destruidas por Fidel Castro, tres generaciones censuradas, tres generaciones que han tenido que acogerse a nuevas culturas, vidas, costumbres porque se nos priva el derecho de entrar a nuestro propio suelo.

Hoy se pide el "relajamiento" de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba y lo primero que me viene a la mente es cómo se pueden sentir los familiares de los miembros de la organización "Hermanos al Rescate", que fueron pulverizados en el aire cuando se derribaron las avionetas aquel 24 de febrero de 1996; también pienso en tantos que han muerto en el estrecho de la Florida a bordo de frágiles embarcaciones, pienso en los que nos fuimos y nos nos han dejado regresar a enterrar a nuestros muertos, a cuidar de nuestros enfermos, a oler y sentir nuestra tierra, porque por encima de todo, aunque tengamos un pasaporte estadounidense, esa isla es nuestra patria, a la que tal vez nunca volveremos, pero que sigue siendo la tierra de nuestras entrañas y la que vive cada día en nuestro corazón y en nuestra acciones.

Obama y Raúl Castro conversaron, se pusieron de acuerdo, la política se impuso por encima de lo que podamos pensar los ciudadanos de a pie en Miami o en La Habana. Menos el levantamiento del embargo a Cuba [por el momento] todo lo demás puede esperarse: la apertura de embajadas, eliminar a Cuba de la lista de países terroristas, más viajes, más comercio, el acceso a oportunidades tecnológicas de comunicación, que hasta ahora estaban limitadas, o simplemente, hoy es el día que marca el inicio de una cooperación "oficial" entre Estados Unidos y la isla.

Hoy decimos que Obama hizo el anuncio del "relajamiento" de las relaciones entre ambos países. Para unos es una vergüenza, para otros es felicidad, para otros es confusión. Pero la amarga realidad, que duele especialmente a muchos en el exilio, a esos que nos hemos mantenido firmes en no regresar a nuestra tierra, ya sea por convicción o porque se nos niega la entrada, es que un porcentaje importante de cubanos comenzó el "relajamiento" de esas relaciones, nosotros mismos le hemos permitido el "relajamiento" del verdadero sentido de por qué existe la Ley de Ajuste Cubano de 1996 (CAA, por sus siglas en inglés).

Y muchos estamos confundidos, muchos seguimos con el dolor a cuestas, muchos simplemente no entendemos, ni lo entenderemos. Mientras unos viajan casi cada mes a Cuba, por las diferentes vías que se han inventado, hacen negocios ilícitos entre Miami y La Habana, a otros se nos condena a quedar varados en el exilio, forzado o no, en el que vivimos.

Yo no he podido volver a mi isla. Yo figuro en alguna lista negra que me niega el acceso a pisar el suelo que me vio nacer y que cuando me lo permiten me vigilan, me censuran. Yo no puedo ver a mi padre de 80 años, yo no he podido celebrar una Navidad con él en 20 años.

¿Quién me devuelve ese tiempo que no regresará? ¿Quién me ayuda a curar el dolor de lo que pudo ser y ya no será? Y aún con ese dolor, el pasado no me define, estoy apostando por el futuro. Yo quiero ver a mi padre. Yo quiero volver a mi tierra con mis derechos porque allí nací, aunque haya decidido el duro camino y peregrinaje del exilio.

¿Puedo? ¿Llegó mi momento para que se me respeten mis derechos humanos y "libertades" como ciudadana cubana? Pensemos quiénes condujimos a este capítulo que se inicia.

En Twitter, @HiraniaLuzardo.

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