Sábado Gigante: Guste o no hizo historia

Siempre fue un show que se hizo con todo el corazón. Con inmensa pasión. Sábado Gigante tenía una fórmula que le permitió llegar por cinco décadas ininterrumpidas a millones de hogares con el fin de entretener, pero más que todo, abrió una una puerta de esperanza.
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Mis mejores años como productora de televisión se los debo a "Sábado Gigante". Los mejores años de mi vida laboral los fragüé en una verdadera escuela de la televisión.

Aunque sean muchos los detractores que hoy se alegran, critican, se burlan, y los que sin base alguna -sólo por lo que interpretan de un frío libreto de televisión- juzgan y aseguran que ya era hora de que se terminara, hay algo innegable: "Sábado Gigante" hizo historia en la televisión en Estados Unidos, y no sólo en la televisión en español.

Tal vez esa fórmula no se pueda repetir. Tal vez no exista otro show que pueda mantenerse por tantos años, de forma ininterrumpida, llegando a las casas por más de tres horas.

En lo personal, y por respeto, a tantas personas dedicadas que fueron mis compañeros de trabajo, mis actuales amigos, el fin del show después de 53 años inevitablemente me deja una profunda tristeza, acompañada de un sentimiento de gratitud. Sólo puedo dar gracias por tantas experiencias vividas.

Muchos criticaban el programa, a Don Francisco, decían que si se burlaba de la gente, que si jugueteaba de más con las mujeres. ¿Cuántas cosas se comentaban? Yo viví de cerca la dinámica de ese show, sentí el corazón y el alma de lo que se hacía detrás de cámaras, pasé horas interminables en grabaciones, buscando la exclusiva, tratando de encontrar el invitado perfecto.

Siempre fue un show que se hizo con todo el corazón. Con inmensa pasión. "Sábado Gigante" tenía una fórmula que le permitió llegar por cinco décadas ininterrumpidas a millones de hogares con el fin de entretener, pero más que todo, abrió una una puerta de esperanza.

Ése es uno de los grandes legados de "Sábado Gigante" y de Don Francisco. Detrás de los concursos, de El Chacal, de La Cuatro, Miss Colita, de ganarse el automóvil, había un programa con una profunda labor humana y social.

¿Cuántas familias logró reunir? Las llamadas de personas desesperadas, pidiendo entre llantos, que querían ver a un hijo, a una madre, a un hermano, a quienes no veían en años, allí no sólo se atendían, allí se hacía lo imposible para lograr esos reencuentros.

Familias con complicados problemas migratorios lograron ver la luz en el camino gracias a la labor intensa de los productores que hacían hasta lo imposible para que el segmento saliera al aire, pero, sobre todo, para que la persona pudiera resolver su problema.

Hijos extraviados que lograron encontrar a sus padres, matrimonios que pudieron salvarse porque uno fue capaz de pedir perdón, denuncias de abusos de cualquier tipo. Eran muchas las historias que se tejían detrás de esa imagen banal que muchos tenían de "Sábado Gigante".

No hay historias banales, hay historias mal contadas.

En la mayoría de los casos, las historias se contaron de la mejor manera posible y los números de niveles de audiencia lo demostraban. De lo contrario, en un negocio tan cruel como la televisión, "Sábado Gigante" no se hubiera mantenido. Los verdaderos protagonistas de esa fórmula fueron los que normalmente no son celebridades y encontraron allí una plataforma de expresión aunque fuera a través del juego y del entretenimiento.

Este capítulo que cierra debe ser un agradecimiento a tantas caras que la pantalla nunca captó y fueron el alma de ese show. No he encontrado equipo más dedicado y entregado a una causa que el de "Sábado Gigante".

Tuve la inmensa fortuna de recorrer lugares que nunca imaginé mientras producía "La Cámara Viajera" y descubrir increíbles seres humanos que me contaron fascinantes historias y que llegaban cada sábado a la pantalla. Conocí y lloré con niños y madres en la frontera, con enfermos en las casas de los migrantes en México, con los indios Rarámuris o Tarahumaras en las imponentes montañas de Chihuahua, pude entrar y ver lo que se hacía en la Casa Blanca y llegar a los presidentes porque esa exclusiva que querían dar debía estar en las manos de "Sábado Gigante".

Después de más de 50 años, lo menos que se puede hacer es dar GRACIAS.

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