Israel-Hamás: Puedo perder un debate, pero no la sensibilidad

Hay que acabar con Hamás, pero Israel, el mundo espera más de ti, especialmente de la ética que proclamas con tu poderoso ejército y tus aliados con dinero.
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Palestinian Salwa Shabat, right, accompanied by some of her children, from left to right, Amira, Huda, top, Ahmed and Anas, weep as they inspect the damage upon returning to the family house, destroyed by Israeli strikes in the town of Beit Hanoun, northern Gaza Strip, Tuesday, Aug. 5, 2014. Israel and Hamas began observing a temporary cease-fire on Tuesday that sets the stage for talks in Egypt on a broader deal on the Gaza Strip, including a sustainable truce and the rebuilding of the battered, blockaded coastal territory.(AP Photo/Lefteris Pitarakis)
Palestinian Salwa Shabat, right, accompanied by some of her children, from left to right, Amira, Huda, top, Ahmed and Anas, weep as they inspect the damage upon returning to the family house, destroyed by Israeli strikes in the town of Beit Hanoun, northern Gaza Strip, Tuesday, Aug. 5, 2014. Israel and Hamas began observing a temporary cease-fire on Tuesday that sets the stage for talks in Egypt on a broader deal on the Gaza Strip, including a sustainable truce and the rebuilding of the battered, blockaded coastal territory.(AP Photo/Lefteris Pitarakis)

Llevo casi un mes que no paro de ver, escoger, editar, publicar fotos de niños muertos, heridos, de mujeres gritando de desesperación y corriendo sin rumbo, en busca del próximo escondite, donde probablemente perderán la vida.

Confieso que tanta sangre me ha afectado. Confieso que en las noches reproduzco en sueños las imágenes de las agencias de prensa. Pienso que si yo fuera una de esas periodistas en la zona de conflicto, probablemente me pondría a llorar enfrente de una cámara.

Estoy consciente, no estoy ajena, ni ingenuamente insensible, a que todos los días están muriendo miles de niños en otras parte del mundo y por otros motivos: hambre, tráfico de drogas, de órganos, inmigración. Y que no sentimos la magnitud de la tragedia porque no es la noticia del día.

Pero ahora el conflicto que está encima de mi escritorio, delante de mis ojos, tocando mi corazón, tiene un nombre: Israel-Hamás.

Y cuando veo a una niña muerta, envuelta en una sábana, pienso en la mía. Cuando veo un bebé que ni siquiera pudo llegar a su primer año de vida me quedo muda, petrificada en la silla de trabajo. Me es difícil separar los sentimientos de mujer, madre, de la objetividad periodística o "frialdad" con la que debo revisar y procesar ese material.

Participé de un debate de televisión con un reconocido experto en temas de Medio Oriente y reconozco que, en un nivel periodístico, tal vez yo fui la perdedora en nuestro enfrentamiento de palabras.

Cuando visité Israel vi con mis propios ojos todos sus avances, entendí un poco más de sus orígenes, disfruté su cultura, la educación que se respira, la diversidad, traté de comprender mejor el sufrimiento de su gente, de por qué surge el Estado de Israel. Y como inmigrante que soy, como "desplazada" que me siento de mi propio país, sentí compasión por el largo peregrinaje de los judíos, por el rechazo que han enfrentando, por su infatigable voluntad de que nada los detiene no importa cuáles sean las barreras.

Pero esa misma compasión es la que hoy me domina cuando veo la otra cara del problema desde el punto de vista de las víctimas inocentes en Gaza.

Cuando veo a los gazatíes civiles muriendo, cuando los veo sin un futuro, consumidos en la ignorancia, ultrajados, vencidos por el hambre, la miseria, y aplastados por el dominio de quienes ellos mismos pusieron en el poder, siento una profunda rabia de por qué denigramos y nos dejamos denigrar los seres humanos a esos niveles.

A este punto como periodista y viendo la avalancha de fotos perturbadoras de muertos en Gaza, me pregunto si los terroristas de Hamás, tiran y exhiben los cuerpos enfrente de las cámaras para que los fotoreporteros (amenazados y también con miedo de morir en esta cobertura dentro de Gaza), capten las imágenes que le darán la vuelta al mundo.

En mi debate introduje un término políticamente incorrecto, "racismo transmitido de generación en generación" en Israel. Tal vez no sea la definición si vamos al sentido estricto del significado, asumo la responsabilidad de estar equivocada, pero así lo siento, así lo expresé en el debate televisivo del show 'Ahora con Oscar Haza', de la cadena SBS.

Esto no quita que siga entendiendo más este conflicto y que pueda cambiar mi opinión en un tiempo y otra vez enfrentarme a mi contrincante, quien con sonrisa en la cara y hasta en tono de burla desafiante, me preguntó: ¿Estuviste en Israel?

Si estuve o no, no es el punto. ¿Qué puedo importar yo, una periodista con el privilegio de no estar expuesta a una guerra en medio de esta "carnicería humana", como bien dijo el canciller francés?

Soy una periodista tratando de analizar, de entender, de hacer mi trabajo. Permíteme entender un poco más tu postura y permíteme también no seguir teniendo una imagen deteriorada de las estrategias de las autoridades de Israel en medio de tanta sangre y del número creciente de víctimas.

¿Que judíos ultraconservadores secuestren a un árabe de 16 años y salvajemente lo maten, qué nombre tiene? ¿Que escuches a un rabino decir y alentar a la destrucción de Gaza y que borren de la existencia a todos los que la habitan, qué nombre tiene? ¿Que ejecutes una operación militar para abatir a un miliciano de Hamás y que estés consciente que en tu misión vas a matar a civiles entre los que hay niños y una mujer embarazada, qué nombre tiene?

Mi productor ejecutivo -un profesional que aparte de ser un visionario de la industria de la televisión es un hombre con un profundo conocimiento de la historia- tampoco coincidió conmigo y con mi término "políticamente incorrecto".

Él me preguntó como buen maestro y me puso a reflexionar: "¿Qué pasara si desde la frontera de México empiezan a tirar proyectiles hacia Estados Unidos? ¿Crees que los estadounidenses no atacarían?". Y yo le respondí: "Claro que Estados Unidos atacaría". Respondí sin tener la más mínima duda.

Pero a la vez me pregunté: ¿Es que acaso en la frontera de Estados Unidos-México tampoco se vive y se experimenta el racismo? ¿Es que acaso detrás de una acción militar no hay elementos subjetivos de racismo que nos llevan a actuar con hechos en cualquier confrontación?

Tal vez perdí un debate de televisión. No dudo que mi contrincante se fue henchido de orgullo por su "batalla" ganada. Él habla todo el día de un mismo tema, mientras que por mi mente, por mis manos y mi corazón pasan todos los conflictos [en una escala muy modesta como periodista], que estamos viviendo en este mundo cada vez más polarizado e insensiblemente globalizado.

Todos le cayeron encima a Penélope Cruz y Javier Bardem por expresar una palabra de solidaridad y ahora resulta que son antisemitas. Han tenido que suavizar su postura porque ambos no son tontos y saben que lo que acaban de decir les puede cerrar muchas puertas en Hollywood, si es que ya no tienen muchas cerradas. A ambos los han calificado de ignorantes.

El debate del Medio Oriente me da a entender cada vez más que la gente tiene miedo a expresar lo que siente.

Puedo haber perdido un debate, pero para mí esta guerra con treguas de cese al fuego, que son incumplidas a los 20 minutos, no tiene sentido. La apatía ante la muerte de niños y que la otra parte lo vea como una "lección" sigue siendo absolutamente absurda. ¿Eso es ser antisemita?

Mi contrincante y yo coincidimos en que el terrorismo, en cualquiera de sus manifestaciones, es inaceptable.

Hay que acabar con Hamás, pero Israel, el mundo espera más de ti, especialmente de la ética que proclamas con tu poderoso ejército y tus aliados con dinero.

Con gusto perdí un debate, pero no la sensibilidad.

Al cerrar estas líneas estoy pensando en el ruido ensordecedor de las alarmas que deben sembrar el miedo tanto en Israel como en Gaza, en los niños que han perdido su verano de todas las formas posibles. En la inocencia marcada de por vida y en los padres que le repiten "si no matas tú, ellos te matarán a ti".

Mi productor dice que es supervivencia... yo sigo pensando. Tal vez vuelva a perder otro debate. Espero no hacer periodismo sin sensibilidad.

ADVERTENCIA: LAS FOTOS PUEDEN RESULTAR PERTURBADORAS

Las víctimas palestinas

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