Y éste es mi debate: ¿Quién puede pagar una escuela católica?

¿Por estatus social? ¿Luce bien y equivale a prestigio por el simple hecho de tus hijos asistan a una institución privada, que más del 50 por ciento de las familias en Estados Unidos no pueden pagar?
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the thing that always got me was the uniforms. when i was young and my family hit rock bottom my mother visited an old friend of the family who still lived in little italy in the bronx.agnes sent her boys to catholic school and for several years, maybe from the third to fifth grade i wore hand-me-downs from them. dark nylon/wool blend pantsk, white or blue shirts and dark sweaters. these supplemented a pair of toughskins i had.i never met agnes's sons and although i hated wearing their clothes then, i find myself feeling grateful to them in retrospect.
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La Arquidiócesis de Cincinnati está en la mirilla.

La razón es porque en los contratos de los maestros de las escuelas católicas de Cincinnati se les pide que firmen y cumplan cláusulas con el respeto a doctrinas de la Iglesia Católica como la cohabitación fuera del matrimonio, el aborto, el uso de anticonceptivos, las uniones gays y otros asuntos, que sin discusión alguna, cada día son más polémicos.

Hay que aclarar que no todos los estudiantes que asisten a escuelas católicas -no solo en Cincinnati, sino en todo el país- no profesan esta religión, incluso ni los miembros de su familia. Lo mismo sucede con los maestros. No todos los que enseñan son católicos. Ese es el primer problema, y por consiguiente, el primer error de la Arquidiócesis de Cincinnati.

Entonces me pregunto: ¿Por qué envías a tu hijo a una escuela católica si estás en desacuerdo con el ministerio eclesial? ¿Te parece congruente? ¿Por qué si eres maestro de música, de matemática, de lo que sea, necesariamente escoges para tu labor educativa una institución con la que no estás de acuerdo? Ese es el segundo error de la otra parte del problema.

¿Por estatus social? ¿Luce bien y equivale a prestigio por el simple hecho de tus hijos asistan a una institución privada, que más del 50 por ciento de las familias en Estados Unidos no pueden pagar?

Hay que aclarar que conozco a muchas familias de clase media, quienes se enfrentan a un tremendo sacrificio económico para pagar la educación en colegios católicos, y más que por convicción religiosa, lo hacen por la imagen social que "necesitan" ostentar.

¿O lo hacen porque el sistema público escolar en Estados Unidos [casi en su generalidad] es ineficiente en muchos distritos de la nación?

Como católica soy la primera que considero que la Iglesia tiene que tener un diálogo y trabajo serio - que llevará años - y que apenas parece comenzar con el Papa Francisco y sus opiniones, con cierto aire de renovación, acerca del aborto, las uniones o matrimonios gays, el uso de anticonceptivos y las parejas que viven fuera del casamiento por la iglesia.

¿Y por qué hay que tener un trabajo serio? Porque los tiempos han cambiado, porque no podemos seguir con la Iglesia Católica del Concilio de Trento.

Porque ser católico es una vocación de servicio no importa si eres sacerdote, monja, laico o simplemente un creyente que te arrodillas y le pides a tu Dios que te deje andar el camino junto a él. Por supuesto, ésto solo es posible cuando se tiene fe. Porque el verdadero trabajo empieza con una homilía de convicción, con un trabajo de catequesis y después hablamos de moralidad.

La moralidad no se impone.

Si ésa no es tu creencia, tu estilo de vida, o como quieras llamarle, entonces, hay muchas otras opciones para aquellos maestros o alumnos que no tienen por qué estar enseñando y recibiendo un salario por una labor en la que no creen y en una institución, que por el momento, está apenas con la llave en la mano pensando si abrir la puerta del cambio o no.

Lo que está sucediendo con los contratos en las escuelas católicas de Cincinnati es un reflejo de la crisis de la Iglesia Católica, y nadie mejor que el Papa Francisco para comprender el gran reto que tiene ante una comunidad [me refiero a la que sí profesa con sinceridad] y que le pide a gritos que no quiere irse de las filas del catolicismo, pero que así no se puede seguir.

No hay armonía, no hay un testimonio coherente y mientras hay muchos católicos que a cualquier nivel merecen mi respeto, hay otros que por respeto a los que creemos en la riqueza del catolicismo [con todos sus defectos] debían colgar los hábitos. Debían retirarse y vivir la vida que desean sin dañar más la imagen deteriorada que ya tenemos.

Los escándalos de la iglesia no se producen por los profesores o alumnos no católicos que están en estas escuelas. Los escándalos los producen quienes están al frente de la propia iglesia en los más altos puestos. No puedes enseñar cuando no practicas con el ejemplo.

De acuerdo con la publicación Infocatólica más de dos mil profesores, no católicos, trabajan y reciben un salario de 94 escuelas pertenecientes a la Arquidiócesis de Cincinnati.

Para mí la repuesta es clara. El cambio no está en una escuela o en otras del país que impongan estos contratos. Somos libres y la Iglesia Católica necesita un esquema único. Un esquema de sinceridad y coherencia a todos los niveles.

Lo más irónico que tengo para cerrar este blog es que yo, que soy católica y, que al menos, me gustaría mostrarle el camino a mi hija [y ya ella decidirá si escoger o no] ni siquiera puedo pararme en las puertas de una escuela católica porque mi bolsillo no alcanza para pagar las altas cuotas mensuales de esta educación.

En el 2013, el papa Francisco en entrevista con el Padre Antonio Spadaro, director de la revista La Vicilta Católica, una publicación Jesuita, enfatizó:

"Busquemos más bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de ella, hacia el indiferente. El que abandonó la Iglesia a veces lo hizo por razones que, si se entienden y valoran bien, pueden ser el inicio de un retorno. Pero es necesario tener audacia y valor", reiteró el Papa en la entrevista con el Padre Spadaro.

¿Entonces, dónde está el verdadero problema? ¿En un contrato escolar?

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