Dejar el <i>ghetto</i> es más difícil de lo que pensamos

¿Qué diferencia hay entre una latina que habla inglés con acento y es una inmigrante de un país del tercer mundo y un afroamericano que nació, se crió y no ha podido salir del?
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A police officer walks by a blaze, Monday, April 27, 2015, after rioters plunged part of Baltimore into chaos, torching a pharmacy, setting police cars ablaze and throwing bricks at officers. (AP Photo/Matt Rourke)
A police officer walks by a blaze, Monday, April 27, 2015, after rioters plunged part of Baltimore into chaos, torching a pharmacy, setting police cars ablaze and throwing bricks at officers. (AP Photo/Matt Rourke)

Como minoría que soy en Estados Unidos me invade un sentimiento de preocupación y, hasta cierta frustración, cuando veo que el país que me adoptó se "hunde" en el racismo. Debíamos estar viviendo y gozando de otra realidad porque nuestro presidente es negro, porque hay más extranjeros aquí que nativos, pero lamentablemente no es así.

Tengo la suerte de vivir en Miami, donde no importa si hablas inglés con acento [o si no lo hablas] o si el color de tu piel es negro, amarillo, aceituna. Pero en el instante en que pongo un pie fuera de Miami yo también puedo ser parte de ese profiling o "perfil racial".

Apuesto a que si estuviera enfrascada en una confrontación policial, ya por el simple hecho de ser latina con mi fuerte acento y mi color de piel ya estaría en desventaja.

Lo más irónico es que reconocer esto no es "políticamente correcto". Todavía se vive con "mentalidad de ghetto". A veces, nos la imponemos nosotros mismos; otras, no las impone el poder.

La "mentalidad de ghetto" nos lleva a dejar que nos segreguen, o peor aún a auto-segregarnos.

En medio del caos, la violencia, los saqueos, el desorden, la frustración, la rabia que vive Baltimore, las palabras de Kevin Powell, un escritor, activista y columnista de Black Voices de Huffington Post, tocaron mi corazón y me pusieron a reflexionar qué pasaría si yo viviera en las mismas áreas "segregadas" de Baltimore, Charleston o Ferguson.

¿Qué diferencia hay entre una latina que habla inglés con acento y es una inmigrante de un país del tercer mundo y un afroamericano que nació, se crió y no ha podido salir del ghetto?

Apuesto a que no hay muchas diferencias. Ambos estamos en desventaja si del otro lado del ring tenemos a un policía blanco anglo [no de los que viven en Miami] sino de los que viven en el mismo corazón del "Midwest" de Estados Unidos.

Powell decía en su blog:

"Baltimore está ardiendo porque Estados Unidos se está quemando en su propio racismo, odio, violencia. Baltimore está ardiendo porque muchos de nosotros estamos al margen sin hacer nada para lograr un cambio. Nos hemos vuelto insensibles ante lo anormal. Lo anormal se ha convertido en algo normal. Baltimore está ardiendo porque muy pocos de nosotros estamos comprometidos con un verdadero liderazgo, con agendas coherentes y reales a nivel político, económico, cultural para las comunidades donde viven las minorías. Que la policía mate no es la solución, ponerlos en la cárcel no es la solución".

Esta película se repite una y otra vez.

A pesar de los avances en materia de derechos civiles en Estados Unidos, parece que retrocedemos en la historia y que no hay diferencia alguna entre las luchas raciales de los años 60 y las que se viven ahora en Ferguson, Nueva York o Baltimore.

Lo que es inaceptable es que la propia "mentalidad de ghetto" lleve a actuar a sus protagonistas como criminales y ladrones y no como figuras de un verdadero movimiento por los derechos civiles. Hacen falta esos líderes porque de lo contrario no hubiera existido un Martin Luther King que marcó y definió la lucha contra la segregación racial.

El asesinato de Luther King en 1968 llevó también a la rabia, a una verdadera oleada de disturbios raciales. Hubo muertos, heridos, arrestos, pero la meta estaba definida. Los afroamericanos del sur segregado de Estados Unidos sabían por qué luchaban y a dónde querían llegar.

Los abusos o actuaciones policiales en contra de las minorías y especialmente los afroamericanos no son nuevos en Estados Unidos, pero hay que reflexionar si ahora estamos claros en lo que queremos, hay que preguntarse si hay un líder de la talla de un Martin Luther King que le dé forma a las manifestaciones para que dejen de ser protestas callejeras con saqueos.

Es fácil criticar cuando no has vivido en un ghetto.

Protestas en Baltimore

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