No fue fácil llegar a los Estados Unidos

Cuando tenía 9 años nos mudamos a los Estados Unidos, lo que me asustó mucho. Yo no hablaba inglés y recuerdo que los niños me hacían burla en el autobús de la escuela y hasta llegaron a maltratarme. Recuerdo que no quería ir a la escuela por esa razón, hasta que conocí a una maestra de deportes que me ayudo a hablar inglés. Ella se quedaba después de la escuela para ayudar, fue como un ángel para mí.
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Bueno, déjenme platicarles sobre mi vida como niña. Yo recuerdo vivir en México y me acuerdo mucho de lo activa que era. A mí me gustaba jugar en la calle hasta entrada la noche a los "hoyitos", "canicas", escondidillas, fútbol, todo lo que tuviera que ver con correr o estar activa. Me acuerdo también que desde chica mi mamá me enseñó a ser responsable, yo tenía que ayudarle a cuidar a mi hermanito.

Cuando tenía 9 años nos mudamos a los Estados Unidos, lo que me asustó mucho. Yo no hablaba inglés y recuerdo que los niños me hacían burla en el autobús de la escuela y hasta llegaron a maltratarme. Recuerdo que no quería ir a la escuela por esa razón, hasta que conocí a una maestra de deportes que me ayudó a hablar inglés. Ella se quedaba después de la escuela para ayudar, fue como un ángel para mí.

Cuando empece el Highschool recuerdo que le dije a mi mamá que yo quería ser porrista porque eran super bonitas y populares, ella me dijo que yo estaba loca, que eso no era un deporte y que no iba a dejar que perdiera el tiempo en eso. Después de un tiempo ella me permitió hacerlo, pero no duro mucho. Yo me di cuenta que lo que me gustaba era practicar los deportes. Comencé a jugar básquetbol y gane el MVP el primer año (9o grado), después comencé a jugar softball y volibol. Los deportes eran mi vida. Me ayudaron a mantener mis notas y no faltar a mis clases.

No fue hasta el grado 11 cuando me empecé a interesarme en los concursos de belleza. Mi primer concurso fue Señorita 5 de Mayo, un concurso de mi escuela y gané. Después me empezaron a gustar más y más, pero no tenia mucho tiempo para eso porque entre la escuela, las tareas, los entrenamientos y juegos, casi no tenía nada de tiempo libre.

En el Higschool de San Diego yo era una estudiante y atleta ejemplar, pero el último año de mi prepa mis papás me dijeron que nos íbamos para Utah. Estaba muy enojada con mis papás por eso de mudarnos, porque mi último año en la prepa era muy importante para mi por las becas y porque era mi escuela y allí estaban mis amigos.

Llegué a Utah y cuando fui a tryouts para el equipo de volley no me quedé en el equipo. Allí fue cuando el racismo se me hizo evidente . Todas las muchachas en el equipo eran norteamericanas, pero eso no me cerró las puertas, fui a otra escuela y sin que mis padres supieran, usé la dirección de mi tía, me probé y si me aceptaron en el equipo. No sólo me aceptaron, también después de un juego me hicieron capitana.

Nunca se me olvidará las caras que los entrenadores y las muchachas del otro equipo, que me hicieron sentir mal cuando yo traté de ingresar. Me quisieron hacer menos por ser latina. Después jugamos en contra de ese equipo y perdimos, pero tuve la satisfacción de que la entrenadora de ese primer equipo se me acercó y me dijo que sentía mucho lo que pasó en las pruebas, que era una gran jugadora. Eso fue muy importante para mi, porque me hizo afianzar un valor que hasta el día de hoy aplico en mi vida: Nunca, nunca dejarme vencer cuando quiero lograr una meta.

La próxima semana les cuento un poco más de mí, para que luego pasemos a las rutinas de ejercicios.

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Fotos de Grissel Martínez

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