Entre hablar inglés y ser buen ciudadano

Parte del proceso de la ciudadanía incluía un examen de idioma. Hasta el día de hoy lo recuerdo con exactitud, porque tuve que leer en voz alta la oración: "I buy milk at the store" (Compro la leche en la tienda).
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Adquirí la ciudadanía estadounidense en 1978.

Para ese entonces, hacía 15 años que estaba en Estados Unidos y ya me había graduado en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA). Sin dudas, sabía inglés.

Aun así, parte del proceso de la ciudadanía incluía un examen de idioma. Hasta el día de hoy lo recuerdo con exactitud, porque tuve que leer en voz alta la oración: "I buy milk at the store" (Compro la leche en la tienda).

Ya se que es solamente una casilla que los burócratas deben marcar. También tuve que asegurar varias veces que yo no era comunista.

Sin embargo, esto me lleva a preguntarme: ¿Cuál es la relación entre saber el idioma y ser un buen ciudadano?

Una página de Internet con información sobre la ciudadanía estadounidense nos dice que es obligatorio que los solicitantes puedan leer, escribir y hablar un inglés básico. Hay algunas excepciones, pero la mayoría debe leer y escribir al menos una de tres oraciones correctamente y responder oralmente preguntas en inglés.

Mi artículo anterior sobre la candidata a funcionaria pública en San Luis, Arizona, cuyo nivel de inglés se consideró deficiente, inspiró una serie de comentarios y opiniones tajantes sobre la necesidad de saber inglés. Agradezco la pasión que los lectores de esta columna sienten por la lengua.

No estoy en desacuerdo con que aprender inglés sea ciertamente el ideal para todo aquel que elija vivir en un país de habla inglesa. De niño, hice de intérprete ad hoc para mis padres en numerosas ocasiones y hoy, como especialista en idiomas, yo mismo veo los desafíos que las personas que no hablan inglés enfrentan cuando tienen que lidiar con sistemas como los servicios financieros y de atención de la salud.

De manera similar, incluso a quienes han hablado inglés durante toda la vida les cuesta entender los elementos fundamentales de nuestra democracia. No porque sean incapaces de hacerlo, sino porque la mayoría de los documentos oficiales fueron escritos para satisfacer rebuscadas exigencias legales en lugar de seguir los criterios del lenguaje cotidiano.

Si no me creen, díganme cómo se sienten la próxima vez que intenten dilucidar los requisitos del permiso de construcción en el Ayuntamiento, o que traten de descifrar un informe de impacto ambiental sobre la propuesta de ampliación de la autopista de su vecindario, o incluso cuando sencillamente intenten comprender qué es lo que están prometiendo los candidatos en la próxima campaña electoral.

Entiendo que, para un adulto, es difícil aprender un idioma nuevo, en especial cuando ese adulto también está trabajando a tiempo completo para sustentar a una familia, se ocupa del cuidado de los hijos y trata de desenvolverse en una nueva cultura.

Así que vuelvo a mi pregunta original: ¿cuál es la relación entre saber el idioma y ser un buen ciudadano?

No veo por qué la falta de conocimientos lingüísticos de un inmigrante representa un obstáculo para su capacidad de trabajar y contribuir a la sociedad y la economía de Estados Unidos.

Durante los años 40, 50 y la primera parte de los 60, aproximadamente 4.5 millones de trabajadores mexicanos vinieron aquí a trabajar como parte del Programa Bracero. Los traían en autobuses y los llevaban de vuelta a México después de un cierto período. La mayoría no hablaba inglés, pero eso no importaba: trabajaban, cobraban, contribuían a la industria agrícola. Los agricultores estadounidenses los necesitaban, y los braceros necesitaban a los agricultores estadounidenses.

Lo que quiero decir es: la falta de dominio del inglés de esa gente no inhibía su capacidad de trabajar y contribuir.

Una vez que alguien viene para quedarse, ¿eso cambia? ¿Viene la ciudadanía con una responsabilidad adicional de conocer el idioma principal de un país?

Creo que cuanta más información traducida a su idioma llegue a las manos de las personas (de los votantes) -ya sea propaganda electoral, el código fiscal federal o las pautas de conservación del patrimonio histórico de la ciudad- mayor será la oportunidad de participación total en el proceso.

Si pueden leer este artículo, es obvio que entienden muy bien el español. Calculo que la mayoría de ustedes también sabe inglés. ¿Cómo se sienten cuando alguien que nunca ha dominado una segunda lengua critica a los inmigrantes que no hablan inglés?

Por otra parte, ¿qué sienten respecto a alguien que migró a Estados Unidos y está en el país desde hace al menos cinco años, sin haber adquirido un dominio del inglés?

Lo pregunto porque siento curiosidad: no pretendo recibir respuestas concluyentes. Yo me inclino hacia los idiomas en general: creo que nos enriquecen y que cuantas más lenguas y más culturas conozcamos, más plenas serán nuestras vidas.

También entiendo que es fácil para mí decir esto y que es mucho más difícil para muchas personas lograrlo, debido a las circunstancias o la falta de apoyo y recursos personales.

De modo que abro el debate sobre este tema. ¿Qué piensan? Compartan su opinión.

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