Todd Akin y el peligro de las palabras

En las últimas semanas, los titulares de los medios periodísticos, así como los blogs, tuiteos y publicaciones en Facebook, se están inundando de noticias supuestamente risueñas, supuestamente risibles y frescas, donde se da cuenta de las cosas que dijo, omitió, hizo, dejó de hacer o escapar un político, su esposa, su tío, el perro de la esquina donde vive o cualquiera de sus allegados. Ladran, Sancho, ladran.
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todd akin

En las últimas semanas, los titulares de los medios periodísticos, así como los blogs, tuiteos y publicaciones en Facebook, se están inundando de noticias supuestamente risueñas, supuestamente risibles y frescas, donde se da cuenta de las cosas que dijo, omitió, hizo, dejó de hacer o escapar un político, su esposa, su tío, el perro de la esquina donde vive o cualquiera de sus allegados. Ladran, Sancho, ladran.

Señal es que estamos en plena temporada electoral.

Las declaraciones son ora infortunadas, ora involuntarias, ora estúpidas y casi siempre sacadas de contexto por los rivales. Su repetida publicación les sirve para mostrar cuan extremista, erróneo, fuera del consenso nacional es el enemigo, perdón, el postulante del otro partido. Si se maneja óptimamente, su difusión será replicada por los medios antes detallados en cuestión de minutos, a máxima velocidad. Esto va a seguir hasta el día de las elecciones.

Así, y sin buscar demasiado, nos enteramos de que hace doce meses, un grupo de legisladores republicanos (unos 30) organizado por su jefe Erik Cantor, visitó Israel, y durante su visita al lago Tiberíades, algunos de ellos se bañaron desnudos.

¡No! ¡Ay, vergüenza, bochorno, escarnio!

Pero... ¿qué muestra eso sobre la política de esos parlamentarios, sus planes para el país, su responsabilidad en las crisis que estamos viviendo?

Absolutamente nada. Por favor.

Lo digo como quien se habrá bañado cien veces, desnudo o vestido, en el Tiberíades (Kineret en hebreo) o sus tributarios.

De paso, ¿por qué surge recién ahora una historia que tiene un año? ¿Eh?

O los insistentes, obsesivos informes sobre lo que dijo el vicepresidente Joe Biden.

La semana pasada, ante un público simpatizante en Danville, Virginia, un poblado de marcada población afroamericana, opinó que de implementarse las ideas políticas de Romney, "todos ustedes volverán a estar encadenados". La bola de nieve resultante culminó en exhortaciones (republicanas) a Obama para que lo reemplace por Hillary Clinton y en sugerencias de que está demente y que tienen que internarlo.

Pero Biden, que poco después de las elecciones cumplirá los 70 y fue elegido senador por primera vez en 1972, nunca fue diferente. Tiene cuarenta años de decir barbaridades como esas. Así es Biden.

En este caso, el juego de palabras desafortunado del vicepresidente se remitió a los planes del otro partido de "desencadenar" la economía.

Mientras que en los viejos tiempos llegar al ciclo noticioso requería ingentes esfuerzos y tiempo, hoy todo sucede en segundos: en segundos se detecta el presunto pecado, en segundos ya hay reacciones y desmentidos. Y pocas horas después todo queda en la nube del olvido para dar lugar al nuevo escándalo electoral, y así sucesivamente.

El campo de batalla donde todo esto se realiza es, claro, el internet, el principal instrumento de la comunicación humana en este momento, en donde la inmediatez y difusión superan la veracidad y significado real de los errores así denunciados.

Sin embargo, hay veces en que los así llamados "gaffes" - simplemente, meteduras o metidas de pata - son importantes. ¿Cuándo? Al constituir una opinión política genuina sobre los temas más importantes de la campaña.

En este rubro caen los comentarios de Todd Akin de que por lo general, las mujeres que son blanco de una "violación legítima" no quedan embarazadas.

"De lo que entiendo de los médicos, eso [quedar embarazada] es raro... si es una violación legítima (sic) el cuerpo de la mujer tiene maneras de tratar de cerrar toda esa cosa. Pero asumamos que no funcionó o algo así. Creo que debe haber algún castigo, pero el castigado debe ser el violador, no el niño", dijo en una entrevista con Fox.

Akin es un congresista republicano de Missouri que hasta ahora lideraba en su contienda electoral para reemplazar a la demócrata Claire McCaskill en el Senado federal. Su victoria en noviembre podría dar el control de la Cámara Alta a los republicanos.

La declaración generó una ola de reacciones negativas. Miles de personas escribieron y millones leyeron reportes, columnas, blogs, tuits, análisis, comentarios. Encuestas señalaron que la ventaja de Akin frente a la titular McCaskill se esfumaba. En horas, la campaña Mitt Romney se desentendió y el candidato criticó lo dicho; Akin mismo reconoció dijo que "I mispoke" - se "equivocó al hablar", surgieron rumores de que el partido cambiaría al candidato; un grupo del movimiento Tea Party condenó las expresiones.

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Seguidamente, el partido demócrata buscó ampliar la oposición a lo dicho por Akin hacia Romney, sea por su supuesta identificación ideológica con lo dicho o por otra relación entre los dos.

Y sus portavoces se encargaron de que se sepa que Paul Ryan, el congresista y flamante candidato a vicepresidente, ha colaborado con Akin para promover en la Cámara de Representantes leyes que prohibirían el aborto en todos los casos y redefinir el concepto de "violación".

Pero poco se puede hacer para cambiar la percepción de que lo de Akin no fue un "gaffe", una metida de pata, sino su posición y la verdadera ideología de la facción republicana actualmente en el poder y que su oposición al derecho de la mujer al aborto - legal en Estados Unidos - incluye casos de incesto y violación; que considera a la mujer como el objeto sexual de una violación "legítima". Recordándonos aquellos que pueden culpar a las mujeres de sus propias violaciones, porque "legítimo" es cuando la mujer no miente, según ellos, diciendo que fue violada. O quizás para ellos sería "legítimo" si el violador es el esposo.

Para estos republicanos, las palabras de Akin son inoportunas e inconvenientes. Pero nada más; en principio, están de acuerdo con ellas.

Y esa, es una verdadera diferencia. Y aquí, las palabras sí importan.

Para que vean.

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