Roger Mahony, una tragedia, la de las víctimas

La de Roger Mahony es una tragedia. Nadie se salva. Pero la principal víctima no es él. Son centenares, o miles, de niños que fueron abusados sexualmente sin protección, sin defensa, y ahora, todavía, ya grandes, ahora todavía sin justicia.
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roger mahoni

Durante décadas, el cardenal Roger Mahony, hasta hace pocos años el arzobispo de Los Ángeles y una de las personas más poderosas de la Iglesia Católica estadounidense, fue la cara solidaria de la Iglesia hacia los latinos del sur de California.

Mahony habla español fluido, desde una época en la que muchos inmigrantes latinos encontraban hostilidad abierta por su lenguaje y cultura.

Mahony se esforzó incansablemente en mostrar respeto por la cultura de los inmigrantes, tanto de México como de otras latitudes. Fue un precursor. Su labor con frecuencia desagradaba a sus superiores. Era de solidaridad y comprensión. Es que los latinos eran su público, su grey. Antes de servir en Los Angeles lo hizo en Fresno y en Stockton, reductos de trabajadores hispanos.

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Su apoyo a una reforma migratoria que beneficiase a millones fue notable. Antes, con el apoyo del entonces y actual gobernador Jerry Brown colaboró con el Sindicato de Campesinos creado por César Chávez.

Mahony, hoy de 77 años, se recibió en 1964 de la Universidad Católica de América en Washington D.C., con una maestría en trabajo social.

En 2006, ya arzobispo, ya cardenal, se incorporó al movimiento santuario. Es cierto que luego de un inicial apoyo a las marchas migratorias de aquel año - las manifestaciones más grandes en la historia de Estados Unidos - pidió que se interrumpiesen para dejar lugar al cabildeo y la politiquería. Pero lo mismo hizo el actual alcalde de la ciudad, Antonio Villaraigosa, hijo predilecto de la comunidad latina y otros líderes. Las intercesiones tuvieron efecto y las marchas se interrumpieron para ya no volver.

Pero Mahony instruyó a las iglesias de la Arquidiócesis que si se aprobaba en el Congreso y si se hacía ley la medida HR4447 que iba a criminalizar la ayuda humanitaria por parte de las iglesias a los indocumentados, ignorasen la ley.

Promovió la reforma migratoria apelando al sentido común de la humanidad y la decencia, como en este alegato traducido al español, en la publicación de la pastoral juvenil de la arquidiócesis, y cuyo original se puede encontrar en el sitio de internet del cardenal.

"Necesitamos abrir los ojos y mirar alrededor para ver lo vitales que son los inmigrantes para nuestra prosperidad y bienestar del país. Y porque necesitamos pasar una ley federal que ayude que nuestros hermanos y hermanas inmigrantes salgan de las sombras y se conviertan en residentes legales".

Esto escribía Mahony. No ahora, cuando la fiebre antiinmigrante y antilatina parece haber dado lugar a una actitud más respetuosa (o atemorizada), sino cuando lo que decía no era popular.

Por eso duele más la caída de Mahony, al revelarse, más allá de toda duda, su activa participación en el encubrimiento de los delitos de abuso sexual por parte de curas, durante largos años en que obró para evitar que los crímenes fuesen investigados por la policía, los acusados enjuiciados y los culpables castigados por la ley. Triste. Pero característico.

Lo que hizo fue proteger la institución. Que es lo mismo que hace su sucesor, al alejarlo, echarle la culpa de lo sucedido y hacer de él un chivo expiatorio: a fines del mes pasado, el nuevo arzobispo angelino alejó a Mahony de todas sus tareas episcopales y públicas, como consecuencia del escándalo, para que no se lo asocie al liderazgo actual de la institución.

Mahony ya no puede hablar en público.

La crítica a Mahony una vez publicados los documentos - por orden de un juez y al cabo de años de insólita, férrea, costosísima oposición de la institución eclesiástica - se extendió por doquier. Le dijeron de todo. Aquí se puede leer la amplia investigación realizada por el matutino Los Angeles Times.

Las críticas son inevitables. Ahí están los hechos deplorables, detallados por Gillian Flaccus de la AP, que demuestran las maniobras y maquinaciones:

Escena tras escena horripilante, caso tras caso de cura pedófilo, se repite lo mismo: Mahony, al frente de la institución, trata de evitar que la información se filtre, que perturbe la imagen y prestigio de él y de la Iglesia. Se horroriza y enoja, pero sus acciones se limitan a alejar a los supuestos criminales de la escena, con la esperanza de que lo sucedido no vuelva a suceder.

Las protestas llegan a su paroxismo ahora, cuando luego de la abdicación del papa Benedicto XVI, Mahony será uno de los 118 cardenales que elegirán en Roma, a partir del 27 del mes, al nuevo sumo pontífice. Dicen que cómo puede ser. Que es inconcebible.

Sin embargo, no lo es.

El 14 de febrero, Roger Mahony escribió esto en su blog personal. La traducción es mía, pero aquí está el original.

"Dadas todas las tormentas que me rodearon, a mí y a la Arquidiócesis de Los Ángeles recientemente, la gracia de Dios finalmente me ayudó a comprender: no estoy siendo llamado a servir a Jesús en la humildad, sino algo más profundo, (estoy siendo llamado) a ser humillado, deshonrado y rechazado por muchos".

Y después de decir que no estaba listo para el grado de humillación que está sufriendo en estos momentos, agrega que:

"En los últimos días he experimentado muchos ejemplos de humillación. En días recientes he tenido que hacer frente, en varios lugares, a personas muy infelices. Pude comprender la profundidad de su ira e indignación contra mí, la Iglesia y las injusticias que nos rodean".

La condena a estas palabras fue implacable.

"Mahony", dijo este domingo Richard Stone en el Examiner, "es un criminal y debe ser juzgado. Su mensaje de presunción y autofelicitación sólo vuelve a victimizar a las mismas víctimas, y muestra a un narcisista religioso, un monstruo moral que se esconde detrás de la superstición religiosa y la ignorancia".

El ataque es feroz. Nadie es criminal hasta que una corte demuestre lo contrario. Ni él. Deben seguir investigándose los hechos por quien corresponde. Y aún en el altamente improbable caso de que saliese culpable de actos delictivos, recordemos que Mahony jamás actuó en un vacío de poder, sino que totalmente al contrario, fue siempre una parte orgánica de una de las organizaciones más jerarquizadas de la historia.

Sea cual fuere el veredicto de la historia, o de la justicia en lo civil o lo criminal, o de finalmente la justicia divina, no olvidemos la obra de Mahony en pro de la comunidad latina - fuese o no católica - en Los Ángeles. Quizás careció de la profundidad histórica necesaria para entender que el problema de los abusos sexuales debía ser atacado de raíz, públicamente y sin miramientos. Le faltó ese don. La humillación de la que sufre es el precio.

La de Roger Mahony es una tragedia. Nadie se salva. Ni él. Pero la principal víctima no es él. Son centenares, o miles, de niños que fueron abusados sexualmente sin protección, sin defensa, y ahora, todavía, ya grandes, ahora todavía sin justicia.

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