Para que la marea cambie hay que votar

Si la hostilidad hacia inmigrantes en particular y latinos en general se renovará después de las elecciones, si esta marea de pequeñas victorias es efímera, si seguirán los intentos de legislar medidas draconianas en más estados, ¿ahora qué, qué nos queda?
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LAS VEGAS, Nevada.- A primera vista, parecería que la dirección de la marea está cambiando. Que hay un viraje. Que el odio contra los inmigrantes y por expansión, contra los latinos, dentro de la población estadounidense comienza a mermar. Que no está lejano el día en que los latinos, y por extensión los inmigrantes, dejarán de ser los chivos expiatorios de los fracasos y tribulaciones de la economía y política.

Así parece, a primera vista.

El 15 de junio, el presidente Barack Obama anunció el cese de las deportaciones de indocumentados de menos de 30 años, que fueron traídos aquí por sus padres "sin culpa de su parte" en lo que Daniel Ortega, presidente saliente del Concilio Nacional de La Raza (NCLR) designó este domingo como "DREAM Act Lite".

"Dicen que Obama lo hizo para adular a los latinos... y yo digo, ¿y eso qué tiene de malo?", dijo Ortega a los asistentes de la Convención anual de su organización en Las Vegas.

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Fue una buena noticia, que favorecerá al implementarse a alrededor de un millón de jóvenes latinos indocumentados.

El 25 de junio la Suprema Corte de Justicia declaró anticonstitucionales tres de cuatro incisos de la ley antinmigrante de Arizona SB1070. El cuarto, que obliga a policías estatales a revisar el estado migratorio de toda persona que detienen si sospechan que es indocumentado, fue regresado a un tribunal inferior. La analistas legislativa de NCLR Laura Vásquez dijo al HuffPost Voces que también podría ser finalmente derogado.

"Es el Noveno Circuito de apelaciones el que va a decidir", dijo Vásquez a HuffPost Voces. Otra buena noticia. Como dijo Ortega, "son tres que cayeron y falta sólo uno", vaticinando que el inciso 2B será pronto parte de la historia.

Como si eso fuera poco, esfuerzos de organizaciones latinas de todo el país llevaron a que en 32 estados del país, se rechazaran en los dos últimos años propuestas antinmigrantes como la SB1070 o la HB56 de Alabama. Es que, dijo Todd Lanfried, director ejecutivo de Empleadores de Arizona por la Reforma Migratoria (AZEIR), durante la convención, estas leyes perjudican a los negocios y a los estados.

"Hay que explicar a los empleadores e industriales los posibles resultados de estas leyes, para que cambien de parecer", detalló el empresario este domingo.

Finalmente, parecería que hubiese un cambio también entre los republicanos. Sí, aquellos cuyo candidato presidencial dio fama al término "autodeportación" como solución para 11 millones de indocumentados.

El senador de Florida Marco Rubio propuso una ley similar al DREAM Act, que beneficiaría a muchos indocumentados que sirven en las fuerzas armadas o estudian en la universidad, aunque no les daría una vía para la residencia permanente o la ciudadanía.

Pero cualquier afirmación de que la marea cambia, de que se está por terminar la ola de odio racial y las manifestaciones antinmigrantes, se estrella contra dos fuertes argumentos.

Primero, es la temporada electoral. En noviembre, Estados Unidos elegirá un nuevo presidente. El voto latino es crucial. Si votan por el Presidente Obama en un porcentaje mayor al 65% de apoyo en 2008, será difícil que el republicano Mitt Romney gane. Ambos bandos, realmente, adulan a los latinos con concesiones.

Segundo, aunque cambien los vientos, los hechos demográficos no cambian: a medida que el porcentaje de la población blanca no latina decrece, y sube el de latinos y otras minorías, crece el temor de este segmento de perder el llamado "privilegio blanco". En su exasperación, culpan de la recesión, de la pérdida del hogar, del empleo, de la pobreza, a las minorías que crecen y se imponen.

La hostilidad y la desinformación están enraizados. Hasta en la Suprema Corte. Basta con leer lo escrito en la mismísima decisión que derogó parcialmente la SB1070 por dos de sus jueces:

"Arizona carga con el peso del problema de la inmigración ilegal en el país. Sus ciudadanos se sienten bajo ataque de un gran número de inmigrantes ilegales que invaden sus propiedades, agotan sus servicios sociales e incluso ponen su vida en peligro," escribió el juez Antonin Scalia.

"Estos extranjeros se informa que son responsables de un número desproporcionado de serios crímenes... informes sugieren una epidemia de crímenes, riesgos a la seguridad, daños a la propiedad y problemas ambientales asociados con el flujo de la inmigración ilegal a través de propiedades privadas cerca de la frontera mexicana", declaró el juez Anthony Kennedy.

Entonces, si los vientos no están cambiando, si la hostilidad hacia inmigrantes en particular y latinos en general se renovará después de las elecciones, si esta marea de pequeñas victorias es efímera, si seguirán los intentos de legislar medidas draconianas en más estados, ¿ahora qué, qué nos queda?

Votar.

Este es el mensaje que se repite en la convención de NCLR y en los pasillos de todas las organizaciones latinas en Estados Unidos. Voten. Regístresen para votar si no lo han hecho. Asegúrense que están registrados. Voten.

En Arizona hay 800,000 latinos con derecho al voto, pero solamente 435,000 de ellos están registrados, dijo Daniel Ortega. Y así en todo el país. "Hay 12.2 millones de latinos que se espera que voten en noviembre", dijo Alfredo Richard, vicepresidente senior de la cadena Telemundo para Comunicaciones, durante la presentación de un debate sobre el voto el sábado. "Pero hay 21.7 millones de latinos que son elegibles para votar".

Esa diferencia es todo un mundo.

Vote entonces usted. Hágase cargo. Para que la marea cambie.

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