William Levy y ese pequeño golpe de suerte

Durante estos 30 años que tengo de fotógrafo, la profesión me ha llevado a ser testigo de grandes éxitos o para ser más exacto: me ha hecho ser parte de esas historias como nexo conductor de lo que quedan en el imaginario colectivo de los espectadores de la vida de los grandes artistas latinos. Hoy les contaré del golpe de suerte de William Levy.
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william levy

Durante estos 30 años que tengo de fotógrafo, la profesión me ha llevado a ser testigo de grandes éxitos o para ser más exacto: me ha hecho ser parte de esas historias como nexo conductor de lo que quedan en el imaginario colectivo de los espectadores de la vida de los grandes artistas latinos.

Hace unos cuanto años, la revista TVnotas USA me contrató para hacerle un portafolio a un joven que recién comenzaba, y que era el chico bonito de la telenovela de las tardes de Univision. Años después, sería el galán que haría que los ratings se dispararan con su sola presencia. Se trataba de William Levy, a quien ya había tenido la oportunidad de conocer cuando participaba en un reality y me contrataron para fotografiarlo.

Era su primer portafolio y su primera portada para una revista. Me sorprendió en esta segunda vez de compartir, lo que había mejorado en su dicción dejando atrás su mezcla con el inglés estudiado en Miami y su español acubanado.

William estudiaba y estudiaba para mejorar su dicción, ya que alguien que hacia casting en televisión le había pronosticado un fracaso por esa causa y él tenía como meta triunfar sin importar lo que le dijeran.

Había algo que en ese año que no nos vimos que no había cambiado, tenía las mismas ansias de comerse el mundo como incluso hasta hoy. Tenía y tiene una personalidad avasalladora sumado al buen management de Reina Rojas, quien era su manager en aquel momento y quien desde el principio vislumbró ese éxito que venía en camino.

Las fotos se hicieron en la casa y en el barco que el dueño de la editorial, Carlos Flores, tiene en Key Biscayne. El sol acompañaba en todo momento y un calor típico de verano caribeño. Las fotos eran sin camisa y el aceptó perfectamente, con total seguridad, y cómo no tenerla, si su cuerpo está bien preparado y trabajado en el gimnasio, ¿qué podía verse mal?... nada y así comenzamos.

Con un juego de iluminación ideal para trabajar en exterior, cámara fotográfica calibrada, ensayamos la primera toma, la segunda y ya al tercer disparo, William estaba concentrado y entregado a la sesión, sus años haciendo publicidad le habían enseñado perfectamente cuál era su mejor ángulo y como posar. A medida que iban pasando las horas y los cambios de vestuario, lejos de mostrarse cansado o desanimado, el trabajo fluía. Su buen humor y la química que hubo con todo el equipo hizo de ésta, una gran sesión de fotos. Lo logramos y una semana después las fotografías estaban en ocho páginas de la revista explotando de color, luz y frescura. La portada de la revista estaba en todo Estados Unidos llamando la atención de fanáticas, de quienes no lo conocían y se interesaron por hacerlo y hasta de alguien que al verlo y comprar la revista le cambió la vida.

Para esa misma época la editorial Televisa me había contratado para ser el fotógrafo de las producciones de las fotos de portada de la revista de la señora Carla Estrada, una de las productoras más importantes de telenovelas de Televisa y hacedora de grandes estrellas. Trabajar juntos nos llevó a hacer una buena amistad, por esas casualidades justo cayó en sus manos la revista con las fotos de William, al ver que las había hecho yo, me llamó para preguntarme quién era y me pidió el teléfono de su manager para contactarlo y conocerlo. ¡Quería probarlo para trabajar en su próxima telenovela con Fernando Colunga! Como buena productora visionaria estaba descubriendo al nuevo galán de telenovelas que en su cabeza ya lo veía encabezando elenco en sus próximas producciones. Sin dudarlo le di en teléfono de su manager Reina Rojas y el de William.

Poco tiempo después William estaba con un pie en el avión rumbo a la Ciudad de México. El resto ya es conocido por todos.

Otra de las historia que compartimos trabajando con William Levy, que estoy seguro les va a sorprender y también habla de su espíritu de crecimiento. Me tocó hacerle una producción de fotos para un número especial sobre dietas y ejercicios de una editorial. Para su suerte y pensando en la sangre cubana que corre por sus venas, el equipo editorial le asignó mostrar las calorías que se pueden quemar bailando salsa.

Para nuestra sorpresa y la de la instructora que le marcaría los pasos: ¡William no sabía bailar!.. "Muchachos, yo tengo dos pies izquierdos, pero si quieren me dicen y yo lo hago", dijo entre risas que nos terminó contagiando a todos.

Con la ayuda de la entrenadora y del resto del equipo que nos pusimos a bailar con él, todos salimos aprendiendo de los movimientos de la salsa muertos de la risa, al final todo salió perfecto. Esta anécdota lo pinta de cuerpo entero: tiene esa decisión, esas ganas de vencer y lo hace. En tres horas venció el obstáculo y entre risas y bromas avanzaba hasta sacar adelante su performance aunque solo fuera para las fotos. En ningún momento se veía cansado, molesto, por el contrario siempre para adelante y con buen humor.

Por eso, para alguien como yo que la profesión me hizo verlo nacer, crecer y convertirse en la estrella que es hoy, me da mucho gusto ver cómo aquel joven con ganas de comerse al mundo, que no sabía ni bailar en aquella época, triunfa en las telenovelas, en las series americanas y hasta llegó a la final de "Dancing with the Stars". Hasta la próxima.

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Enrique Tubio

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