Paco Cabañas, el primer medallista olímpico mexicano. Round 3

La Décima Olimpiada entraba a su recta final. Era el 10 de agosto de 1932 y sólo faltaban cuatro días de competencia. México no figuraba en el medallero. El escenario pintaba para un nuevo fracaso: de 72 atletas, ninguno había triunfado hasta ese momento. Nuevamente "Desde la Ciudad Olímpica", la columna del periódico "La Afición" firmada por "El enviado especial", quien seguramente era el propio Fray Nano (Alejandro Aguilar Reyes, director del periódico), rendía cuenta de lo sucedido en Los Angeles. En esta ocasión daba gracias al Creador.
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La Décima Olimpiada entraba a su recta final. Era el 10 de agosto de 1932 y sólo faltaban cuatro días de competencia. México no figuraba en el medallero. El escenario pintaba para un nuevo fracaso: de 72 atletas, ninguno había triunfado hasta ese momento. Nuevamente "Desde la Ciudad Olímpica", la columna del periódico "La Afición" firmada por "El enviado especial", quien seguramente era el propio Fray Nano (Alejandro Aguilar Reyes, director del periódico), rendía cuenta de lo sucedido en Los Angeles. En esta ocasión daba gracias al Creador.

"¡Bendito sea Dios!, Cabañitas le dio una lección de box a (Isaac) Duke, el representante de Sudáfrica. Le ganó cada segundo de los tres rounds que pelearon. Fue una maravilla de dar golpes recibiendo. Duke es peleador de pura cepa (casta), entraba abierto a Cabañas, con sus golpes restos lo hacía cabecear constantemente... a la fuerza. No sólo ganó Cabañas, sino que fue largamente ovacionado. Mientras todos nos volvíamos locos pensando en que Al Romero era el mejor y que Tirado y Araico valían mucho porque habían sido escogidos por el Comité, mientras a Cabañas lo habían tirado a loco, éste fue quien ganó la única pelea para el conglomerado mexicano. Cabañitas tiene el defecto de ser muy callado, y por eso probablemente no lo querían traer. Parece que en el Comité valió más la lengua que la habilidad. El triunfo de Cabañas ha sido muy grande, porque lo ha obtenido cuando estábamos bocabajeados y sin esperanza de triunfo y sobretodo, sin que nadie tuviera fe en él".

Aquel 10 de agosto de 1932 en el Olympic Auditórium de Los Angeles la fe llegó. El era la esperanza del triunfo olímpico, el primero en la historia.

¿El primer medallista?

El 12 de agosto de 1932, lejos del Auditórium, en el campo de tiro de la olimpiada para ser exactos, otro mexicano estaba a punto de alcanzar la gloria olímpica. Era Gustavo Huet. En la prueba de tiro con rifle pecho tierra empató el primer lugar, al finalizar la competencia, con el sueco Bertil V. Ronnmark. Con 294 puntos cada uno pasaron a la ronda de desempate en donde Huet se quedó con el segundo lugar y la medalla de plata.

Regresando al año 2000, encontramos a Paco sentado en su despacho. Rodeado de recuerdos y su medalla olímpica guardada en un arcón de cristal y al lado de las medallas escolares de sus bisnietas. Es un paréntesis que realiza para comentarnos que en algún momento la familia de Huet reclamó diciendo que el tirador era el verdadero primer medallista olímpico, sin embargo los argumentos del boxeador aclaran el asunto.

Cabañas peleó la semifinal del torneo el 11 de agosto enfrentando al británico Tommy Pardue. Lo venció sin problemas y consiguió colocarse en la final para disputar el campeonato olímpico y por ende la medalla de oro. "Desde esa pelea -recuerda-, un día antes de que Huet ganara la medalla de plata, yo aseguré por lo menos el segundo lugar y la medalla de plata, por eso es que soy el primer medallista olímpico mexicano".

Los focos de Excélsior

Paco recuerda que su familia le platicó que para enterarse del resultado de su pelea se habían colocado un par de focos en las afueras del edificio del periódico Excélsior. Uno verde y uno rojo. Las luces serían activadas inmediatamente que terminará el combate para dar a conocer si el mexicano era el campeón olímpico. "En Excélsior iban a anunciar la victoria o la derrota. Si prendían el foco verde era ganador..."

13 de agosto de 1932

Era sábado y la noche había caído en Los Angeles. Día de las finales del boxeo olímpico. Siete mil espectadores, muchos de ellos mexicanos, abarrotaron el Olympic Auditórium para presenciar el match final de peso mosca. En una esquina, Stephen Enekes de Hungría. En la otra, Paco Cabañas de México.

Esta es la crónica original del reportero Ignacio Herrerías, corresponsal de La Afición, publicada el 20 de agosto de 1932. "La falta de ataque hizo perder el campeonato a Paco Cabañas", decía el titular.

Las esperanzas de México de conquistar el campeonato olímpico de box, en la categoría de peso mosca, se vieron frustradas cuando el húngaro Enekes derrotó por decisión a Francisco Cabañas en la exhibición que sostuvieron en el Olympic Auditórium. La decisión fue silbada por una minoría del público, pero fue justa desde el momento en que el húngaro colocó mayor número de golpes, mientras que el mexicano se mantenía a la expectativa. Cabañas no tiró más de ocho golpes con la derecha durante los tres rounds, y su izquierda no entró a funcionar sino en muy contadas ocasiones. En los clinches (amarres), el mexicano llevó la peor parte, pues el húngaro lo castigó en repetidas ocasiones y con mucha rudeza. Cabañas terminó en mejores condiciones que su adversario y se le vieron grandes facultades de boxeador, pero no supo aprovechar las oportunidades que se le presentaron. En varias ocasiones, cuando conectaba golpes en la quijada de su enemigo, éste se atarantaba visiblemente, pero Cabañas no se mantenía a la carga con constancia. Los mejores golpes del mexicano fueron aplicados en los primeros rounds y el público lo aplaudió ruidosamente al salir del cuadrilátero.

El foco rojo de Excélsior se encendió mientras en Los Angeles, después de 9 minutos de pelea, Paco volvió a llorar. "Sentí tristeza, le levantaron el brazo al contrario y se me salieron las lágrimas porque yo tenía muchas esperanzas de llevarme la de oro" .

¿Qué hay después de la gloria?

Paco Cabañas debutó como boxeador profesional al regresar de los Juegos Olímpicos. "Me metí al profesional, tuve 10 peleas. Gané nueve y perdí una en decisión. Ni en aficionado, ni en profesional recibí KO, nunca. El box profesional lo dejé porque no me gustaba el ambiente", rememora el medallista. En 1933 dejó de ser boxeador y se dedicó a la enseñanza. "Yo fui como entrenador del equipo de boxeo en Berlín, después de Berlín se suspendieron los juegos olímpicos por la guerra. Y fue hasta Londres (1948) cuando volví a ser entrenador del equipo de México".

El campeón olímpico que derrotó a Cabañas murió en 1940. "Yo me enteré por los periódicos que se suicidó Enekes porque contrajo una enfermedad, se aventó de un 15° piso".

Durante más de medio siglo se dedicó a enseñar boxeo. También trabajó en un despacho de bienes raíces. Pasaron muchos años y Cabañitas siguió saboreando la gloria olímpica rodeado de sus hijos, sus nietos y sus bisnietos, hasta que murió el 26 de enero del 2002, a los 90 años de edad.

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