Entre caliente y frío

Soy hijo de padres que formaron parte de aquella generación del 68. Mi madre vivía muy cerca de Tlatelolco, en la colonia Guerrero, y cuando iba rumbo a la plaza de las Tres Culturas, el cerco policíaco le cerró el pasó y no pudo llegar al mitin. En ese entonces, ella era novia de un joven activista, del que sé muy poco, y que murió de una enfermedad terminal, poco tiempo después.
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Soy hijo de padres que formaron parte de aquella generación del 68. Mi madre vivía muy cerca de Tlatelolco, en la colonia Guerrero, y cuando iba rumbo a la plaza de las Tres Culturas, el cerco policíaco le cerró el pasó y no pudo llegar al mitin. En ese entonces, ella era novia de un joven activista, del que sé muy poco, y que murió de una enfermedad terminal, poco tiempo después.

Mi padre vivía lejos de la zona cero. Para él fue "un día soleado", como lo decían los periodistas condescendientes al sistema. Seguramente ni siquiera le puso atención a Jacobo Zabludovsky (el mismo que hizo dueto con José Ramón Fernández en Londres 2012 para la cadena ESPN) en su noticiero nocturno, quien acusó de vándalos a las propias víctimas. Muchos jóvenes murieron esa tarde.

El escarmiento y la represión tuvo un efecto retardado. A diez días de la masacre comenzaron los Juegos Olímpicos en los que un menor de edad ganaría la única medalla de oro y se convertiría en el modelo ideal de la juventud mexicana, según los cánones priístas que controlaban, y siguen controlando este país, que como bien dice Juan Carlos Rulfo, va del olvido al no me acuerdo.
Tibio, templado, entre caliente y frío. Poco intenso y apasionado. En algunos lugares significa insultar o criticar a alguien.

Tibio Muñoz

Natación México: Tibio Muñoz

En otros se refiere a darse un hartazgo y también se aplica para decir que un sujeto se ensució de más. El apodo, en todas sus variantes señaladas en el diccionario, aplica en este personaje que logró la medalla de oro cuando nadie la esperaba, a pesar de que juró ganarla o ahogarse en el intento. Aquellos dos minutos con 28 segundos y siete centésimas le trazaron el plan para el resto de su vida y aprovechó la oportunidad como ningún otro medallista olímpico mexicano. Estudió becado, en los Estados Unidos, la carrera de ciencias de la comunicación. Dirigió la Acuática Nelson Vargas. Tuvo su academia de natación.

Fue dirigente de la Confederación Deportiva Mexicana (Codeme). Heredó el tronó de Mario Vázquez Raña, en el Comité Olímpico Mexicano (COM). Todo lo anterior amparado desde que el PRI lo tuvo entre sus activos. Por eso no dudó un solo instante para renunciar a la presidencia del COM y tomar su lugar en el Congreso de la Unión, por segunda ocasión, como diputado federal. Un hombre templado, poco intenso y apasionado. Insultado y criticado siempre. Que se ha hartado de poder hasta ensuciarse de más.

Todos los adjetivos y significados que conlleva el apodo, Tibio, aplican, según el cristal con que se miren. Pero aquel 22 de octubre de 1968, con sus 17 años, el cronómetro se detuvo cuando terminó de recorrer los 200 metros, recorridos a brazada de pecho. Y en medio de la locura, cantada de forma sincera por el cronista de la televisión, los jóvenes de Tlatelolco tuvieron en Felipe Muñoz Kapamas, a un antagonista.

Ahora los invito a ver y escuchar, en primera persona, los recuerdos que el Tibio tiene de ese gran momento que le marcó la vida.

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