El Dragón de Oro: La drámatica muerte de un campeón olímpico

Su cuerpo quedó tendido en una celda. Edema pulmonar, dice el parte oficial. Veneno en el desayuno, asegura su familia. Suicidio, insinúan algunas biografías. Sus últimos días los pasó en la prisión de La Santé (París, Francia), una de las peores del mundo. Con colchones infestados de piojos y con un par de duchas frías permitidas a la semana. Un tétrico reclusorio que, en 1999, registró 124 intentos de suicidio. El único mexicano que ganó dos medallas de oro olímpicas murió ahí, acusado de traficar sesenta kilos de heroína, escondida en elegantes maletas. Y no estamos hablando de fechas recientes. El general Humberto Mariles Cortés apareció muerto el miércoles 6 de diciembre de 1972. Tenía 59 años.
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Su cuerpo quedó tendido en una celda. Edema pulmonar, dice el parte oficial. Veneno en el desayuno, asegura su familia. Suicidio, insinúan algunas biografías. Sus últimos días los pasó en la prisión de La Santé (París, Francia), una de las peores del mundo. Con colchones infestados de piojos y con un par de duchas frías permitidas a la semana. Un tétrico reclusorio que, en 1999, registró 124 intentos de suicidio. El único mexicano que ganó dos medallas de oro olímpicas murió ahí, acusado de traficar sesenta kilos de heroína, escondida en elegantes maletas. Y no estamos hablando de fechas recientes. El general Humberto Mariles Cortés apareció muerto el miércoles 6 de diciembre de 1972. Tenía 59 años.

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Nació en zona de guerra. Pancho Villa y su División del Norte luchaban en aquellos años, por el enorme estado de Chihuahua, a lomo de caballo. Humberto Mariles Cortés llegó al mundo el 13 de junio de 1913, en Hidalgo del Parral. Ahijado de Don Venustiano Carranza e hijo de soldado, el coronel Antonio Mariles. Él fue también militar. A los doce años ya estaba encomendado al ejército. Y a la mayoría de edad ya era subteniente. Su arma de guerra: la caballería. Por lo tanto fue un dragón.

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Cuentan los épicos relatos que la caballería mexicana se lanzaba a la carga como fuera. Entre barrancas. Monte arriba o hacia abajo. Jinetes temerarios, caballos valientes. La última carga de caballería mexicana la dieron los dragones en 1920. Defendieron el tren del presidente Carranza. A Humberto Mariles le enseñaron esa tradición de cabalgar en todo terreno y cuando preparó a Arete, diseñó un circuito de entrenamiento que ni a pie se atreve uno a atravesarlo.

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Un potrillo criollo alazán tostado nació en 1938 en el Rancho Las Trancas, ubicado en Los Altos de Jalisco, en Colotlán. Decía el poeta peruano Santos Chocano que era nieto de andaluces. Se convertiría en un animal fortísimo aunque de corta estatura, un tanque pero muy dócil. Con una hendidura en la oreja izquierda vendría el origen de su nombre: Arete. Y un padecimiento genético en el ojo izquierdo le convertiría en un caballo tuerto, aunque el mayor Víctor Manuel Saucedo, miembro del equipo ecuestre mexicano, comentó en 1996, al diario Reforma, que fue Mariles el que le dio un fuetazo accidental que acabó por nublarle la vista. Había que tenerle más paciencia y ser muy precavidos, tanto en la monta como en los cuidados diarios. Cuando lo cepillaban, en el lado que no podía verte, había que hablarle para que te escuchara antes de acariciarle o tocarle. Y a la hora de saltar había que dejarlo que viera muy bien las vallas. A veces torcía la cabeza para recuperar el campo visual perdido. Trabajar con él demandaba mucha confianza. Pero fue un espléndido ejemplar que en contra de todo y ninguneado hasta por el presidente de México, conquistó dos medallas de oro.

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Humberto Mariles los vio en Berlín. Los dos campeones olímpicos anteriores a él también eran militares. Uno japonés y el otro alemán. Ambos murieron en la segunda guerra mundial. Takeichi Nishi se quitó la vida por honor cuando los estadounidenses se apoderaron de Iwo Jima. Kurt Hasse pereció en el cruento frente del este europeo bajó el fuego, el hambre y el invierno de la Unión Soviética. Al teniente coronel mexicano lo había enviado el presidente Lázaro Cárdenas como observador. Por instrucciones del alto mando se le había autorizado preparar al equipo ecuestre nacional para competir en los siguientes Juegos Olímpicos que habrían de celebrarse doce años más tarde.

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Uranus ganó el oro montado por Nishi en 1932 y murió una semana después del suicidio de su amo. Tora cabalgó con Hasse en 1936 y recorrió la pista con sólo cuatro faltas para ganar el Gran Premio de la Revolución Nacionalsocialista, inmerso en el calendario olímpico. Arete costó 400 pesos. Lo compró el coronel Jesús Rocha Garibay, comandante del trigésimo regimiento destacado en los Altos, y sus oficiales lo entrenaron. La majestuosidad del alazán tostado llegaba a su esplendor cuando desafiaba a la gravedad. Sus músculos tensos lo hacían brillar. Gracia y firmeza al superar los obstáculos. Subía y bajaba. Frenaba. Inspiraba. En 1947 lo vendieron en 8 mil pesos y llegó a las caballerizas del Hípico Francés de la ciudad de México. En enero de 1948 ya sabían que estaba tuerto pero era un gran saltador. "Arete fue el caballo del destino. El de la fama. El campeón olímpico". Como bien lo dijo el jinete Rubén Uriza.

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El ahijado de Don Venustiano Carranza pertenecía a la elite de los militares mexicanos y el presidente Alemán era el cachorro de la revolución. Los generales que apoyaban a Mariles, como el general Cárdenas o el general Ávila Camacho, desafiaban al presidente civil. Aquellos que no estaban con el oficial de caballería, manipulaban al comandante supremo para contrarrestar a los poderosos expresidentes. Arete, Hatuey y Chihuahua acabaron siendo los agraviados por el primer mandatario cuando giró la orden de no asistir a los Juegos Olímpicos bajo el siguiente argumento: "No pueden ganar con esas carretas de caballos, con ese tuerto". Y sin embargo, ganaron.

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El 20 de noviembre de 1972 el héroe fue homenajeado. Con solemnidad saludó al presidente Echeverría quien le observaba desde el balcón central del Palacio Nacional. Tenía ya mucho tiempo de ser general del ejército mexicano. Acababa de salir de prisión, estuvo en el Palacio Negro de Lecumberri de 1967 a 1971, por homicidio. Una bravuconada de tránsito acabó en tragedia. Le echaron 20 años, que al final no se cumplieron, y una teoría de la conspiración cuenta que los Adolfos, Ruiz Cortínez y López Mateos, le cobraron los exabruptos que les propinó cuando su amigo y compadre, Miguel Alemán, le comisionó entregar la residencia oficial de Los Pinos. Mariles, de nueva cuenta, estaba en medio de la disputa del poder y volvió a tomar partido: llamó sinvergüenzas a los dos hombres que ostentarían el poder durante los próximos doce años. Pero en ese 62 aniversario de la Revolución Mexicana, intentó restaurar su honor. Una última orden le esperaba al valiente dragón. Ir a Paris y aprovechar el viaje para asesorar la compra de caballos.

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Mariles tenía orden de aprehensión por desacato a la autoridad, peculado y deserción. Aquel 14 de agosto de 1948, en el estadio de Wembley, este prófugo de la justicia mexicana canjeó dos medallas de oro por el indulto presidencial. "No es casualidad que pase y pase obstáculos sin tocar. Su cadencia es lo que más llama la atención. La forma en que mira el obstáculo y sus orejas paradas indican que concentra sólo su atención en la pista y en su jinete. Mide los piques exactamente y Mariles, impecable en su asiento y en sus manos, lo acompaña armoniosamente", dice parte de un relato de la época. Montado sobre el alazán tostado que subía y bajaba, con músculos brillosos, y que le tenía pavor a la ría, el jinete nacido el Hidalgo del Parral, se convirtió en un dragón de oro.

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Lo que hoy es el Auditorio Nacional pudo haber sido un templo hípico construido en honor al 'dragón de oro'. El presidente Miguel Alemán no solo le perdonó. No se sabe si Mariles era más alemanista de lo que Alemán era marilista. El hecho es que ahí, sobre paseo de la Reforma, estaría un recinto destinado a los eventos hípicos, que por iniciativa presidencial se estaban convirtiendo en el deporte nacional. Por eso el Teatro El Granero se llama así. Ocupa el lugar, precisamente, del granero de los establos inconclusos, por el régimen de "austeridad" de Ruiz Cortínez.

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El general fue detenido en el aeropuerto de Orly (París), el 24 de noviembre de 1972, junto a otro militar mexicano, el general Max Rivera Castilla y un civil uruguayo de nombre Miguel Descargue, cuando se disponían a emprender un viaje al Distrito Federal, con escala en Amsterdam (Holanda). Supuestamente habían comprado la heroína, tres días antes, en un laboratorio clandestino de Marsella. Mariles se declaró inocente. Indicó que desconocía el contenido de las maletas registradas. Declaró que el equipaje era del general Rivera y pudo comprobar que el vehículo en donde transportaron las valijas, compradas en uno de los grandes almacenes de París, era responsabilidad del citado militar. Pero la brigada de estupefacientes de la policía francesa tenía armada su acusación y aseguraba que la droga sería introducida a México por el general Mariles, gracias a su prestigio como héroe deportivo nacional. El abogado defensor, Roger Blapeau, había charlado con el acusado un día antes de su repentina muerte. Había optimismo porque el letrado tenía en su poder documentos que acreditaban la inocencia de su cliente. Aquel 6 de diciembre de 1972 el juez le iba a interrogar por primera vez.

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Cordobés era un caballo argentino que adquirió el ejército mexicano. Coceó con sus patas traseras a la leyenda en un juego de establo y lo quebró. Un refugiado republicano español, el doctor Joaquín D'Harcourt y Got, hijo de un coronel de caballería, y prestigiado ortopedista de humanos, intentó salvar al caballo del destino. Le colocaron una placa de plata para soldar el hueso pero Arete murió en febrero de 1952 y fue sepultado en los terrenos en donde hoy está el Centro Deportivo Olímpico Mexicano. Las cornetas dieron el toque de silencio y en la procesión iban Hatuey, Chihuahua y Resorte. El propio Mariles cavó la tumba. Cuenta la leyenda que con la construcción de las instalaciones deportivas, un cabo encontró los restos del alazán tostado y le dieron la orden de tirarlos como cascajo. Fiel al dragón de oro (quien estaba bajo proceso por homicidio), le consultó y se llevó la osamenta a un terreno en las faldas del Ajusco. Después volvería a su panteón, en donde le han puesto una estatua de bronce en tamaño natural creada por el escultor Rubén Rodríguez Monterde. Pesa 750 kilogramos. Esta escoltada por dos cipreses. Frente al muro olímpico. Está elevándose sobre un obstáculo de ciento ochenta centímetros. Lo va montando el dragón de oro y ambos han librado ese salto de la muerte.

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El cuerpo del general viajó de Paris a Madrid y de Madrid al Distrito Federal en un vuelo comercial de Aeroméxico. La noticia de la absolución postmortem fue publicada a una columna de las ocho que tenían los diarios nacionales de aquellos años. Estaba en páginas interiores. La televisión y la radio le otorgaron segundos. Su familia hubiera querido la primera plana y hasta tenían el titular y su balazo informativo: ¡Mariles fue absuelto! ¡La justicia francesa lo exculpa de tener relación alguna con el narcotráfico!".

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El 'dragón de oro' es el último gran héroe nacional a caballo. La estatua que lo inmortaliza, junto al entrañable Arete, nos muestra a la bestia con las dos patas en el aire, desafiando el salto de la muerte. Cuando se erige una estatua ecuestre esa postura tiene un gran significado: el héroe murió en combate.

Fotos del campeón olímpico mexicano:

De héroe olímpico mexicano a preso

Humberto Mariles Cortés campeón olímpico mexicano

Vídeo de su desempeño como jinete:

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