El poder de mi voz...

Es alto, guapo, cariñoso, y no habla ni una tan sola palabra. No es que él no entienda algún idioma, sino que un error médico a la hora de nacer cambió su vida para siempre.
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Es alto, guapo, cariñoso, y no habla ni una tan sola palabra. No es que él no entienda algún idioma, sino que un error médico a la hora de nacer cambió su vida para siempre.

A pesar de que pudo haber sido un error humano lo que alteró el camino de su destino, esto no pudo reducir el amor contagioso que nos muestra a diario a través de su vida simple, sin prejuicios y sin vanidad.

Este hombre en realidad es un niño de 30 años, un bebe atrapado en el cuerpo de un hombre. Irónicamente, su elegancia llama la atención de las mujeres, y su altura y fortaleza amenaza a los varones que lo admiran, pero él es simplemente una criatura aún aprendiendo como navegar sus emociones sin poder comunicarse con los demás, sin palabras escritas ni con verbos hablados.

Al acercarse a él, inmediatamente percibes la inocencia de su ser y como sus aciertos dependen totalmente de la capacidad o no de sus ayudantes.

Él es vulnerable como un pequeño, esperando que sus padres lo tomen de los brazos para salir de su cuna. Vulnerable como un adolescente que se siente solo y perdido al no entender los cambios radicales de la pubertad que azotan su cuerpo sin cesar.

Al preguntarle su nombre, solamente puede contestar con sonidos intentando verbalizar su nombre con ansiedad para poder manipular su boca y responder.

Obsérvalo bien, y veras que aunque no puede hablar, tiene mucho que decir, y nosotros mucho más que aprender de él porque él no se da por vencido. Porque él sigue luchando, sigue hablando como puede para sobrevivir.

Estimados lectores: ¡Él es poder de mi voz! ¡Él es mi hermano!

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