De orugas y cervezas

¡Ellas te pagan un montón de dinero porque se sienten mejor, pero siguen siendo gordas y feas!
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Hace poco fui invitada a un evento bastante exclusivo en Nueva York. Fue una de esas noches en las que se ven muchas personas conocidas, circula la champaña, los hors d'oeuvres, y se hacen muchos contactos. Sobre medianoche, cuando ya habían circulado más cocktails de lo normal, me acerqué al bar a pedir un vaso de agua.

En ese momento se me acerca un caballero a quien, por motivos que resultarán obvios en un par de minutos, llamaremos Señor Diez Cervezas.

Diez Cervezas se sienta al lado mío, y tuteándome sin preámbulos me pregunta: "¿A qué te dedicas?" (si no conocen el ambiente ejecutivo de NY, les aclaro que es bastante normal que la gente les pregunte a qué se dedican antes de preguntarles el nombre).

Tratando de escapar de su aliento, contuve la respiración y dije amablemente "Soy especialista en imagen corporal y psicología de la nutrición. Ayudo a mis clientes a recuperar la autoestima y vivir la vida plena que se mere..."

Diez Cervezas me interrumpió con una carcajada gigante "¡No lo puedo creer! ¡Eres una de esas terapeutas que trabaja con mujeres gordas y feas, y les enseñas a quererse y aceptarse. Ellas te pagan un montón de dinero porque se sienten mejor, pero siguen siendo gordas y feas! ¡ja ja ja!"
Intenté darle una respuesta, pero antes que pudiera abrir la boca Diez Cervezas ya había desaparecido (tal vez se cayó redondo al piso, quién sabe, en todo caso no lo busqué).

La noche siguió su rumbo y llegó la hora de irme. Pero la pregunta de Diez Cervezas se quedó conmigo - es cierto, este caballero no estaba en grado de decir nada coherente, pero algo de lo que dijo me dejó una espinita.

Como terapeuta, estoy acostumbrada a trabajar con clientas que quieren reducir sus caderas. Y también estoy acostumbrada a oír todos los motivos y excusas por los cuales mis clientas no se pueden amar a sí mismas: "porque estoy muy gorda; estoy muy flaca; tengo las carnes caídas; ya no tengo 15 años; no tengo novio; mi marido ni me mira; mi madre no me quiere"... la lista sigue.

Para mí, este es el momento en el cual les digo con gran honestidad que es fundamental trabajar la autoestima, y ellas me responden: "¡Pero es IMPOSIBLE que yo me quiera a mí misma así como soy hoy! Tengo que cambiar primero para poderme querer..."

En el fondo, mis clientas tienen miedo que lo que dijo Diez Cervezas sea realidad: si yo aprendo a quererme como soy, ¿eso quiere decir que no voy a bajar nunca de peso? ¿no voy a rendirme y conformarme?

Dicho de otra manera: ¿puedo aprender a quererme a mí misma Y CAMBIAR? ¿No son dos cosas opuestas?

La buena noticia es que no, no son dos cosas opuestas. Es posible trabajar la autoestima y cambiar, pero para eso tenemos que aceptar una paradoja: para poder ser mariposa, primero tenemos que aceptar que somos una oruga, y que dentro de nosotras está el potencial de ser mariposa. Si ignoro que soy una oruga, automáticamente estoy descartando la posibilidad de transformarme en mariposa. Sólo las orugas pueden hacerlo.

De la misma manera, para poder cambiar, primero tenemos que aprender a amarnos como somos, con todos nuestros defectos y nuestras limitaciones. La semilla de mi ser feliz está ya dentro de mí, y tengo que descubrirla en el presente, como soy hoy. Y eso es lo más difícil, aunque a la larga sea lo más gratificante.

........

No he vuelto a ver al Señor Diez Cervezas. Pero si lo hago, le voy a dar las gracias por haberme ayudado a hacer esta reflexión. Aunque probablemente ni se acuerde de lo que estoy hablando...

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