Si muero lejos de ti: DREAM Act, asunto pendiente para demócratas y republicanos

El DREAM Act sigue siendo un asunto pendiente para todos y las convenciones, pero también el seguimiento a las promesas que desde ahí se hagan, son la mejor manera de saber de qué está hecha la voluntad de quienes en noviembre buscarán nuestro voto.
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En esta imagen proporcionada por el propio Bupendra Ram muestra a Ram, derecha, protestando afuera de un edificio federal en 2011 en Los Angeles. Miles de inmigrantes sin autorización legal se preparan para presentar su solicitud por el derecho a trabajar legalmente en Estados Unidos sin arriesgarse a ser deportados bajo un programa federal recientemente promulgado. (Foto AP/Cortesía de Bupendra Ram)
En esta imagen proporcionada por el propio Bupendra Ram muestra a Ram, derecha, protestando afuera de un edificio federal en 2011 en Los Angeles. Miles de inmigrantes sin autorización legal se preparan para presentar su solicitud por el derecho a trabajar legalmente en Estados Unidos sin arriesgarse a ser deportados bajo un programa federal recientemente promulgado. (Foto AP/Cortesía de Bupendra Ram)

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Esta semana los ojos de los estadounidenses y de buena parte de los observadores políticos del resto del mundo están puestos en Florida, en donde se celebra la Convención Nacional Republicana. En este evento hay dos focos de atención que marcarán el rumbo de este partido durante las próximas semanas: los discursos de aceptación de candidatura de Mitt Romney a la presidencia de Estados Unidos, y de Paul Ryan a la vicepresidencia, y la presentación de la plataforma que conformará el plan de gobierno de los candidatos.

Los principales aspectos de este segundo punto ya han sido dados a conocer, entre ellos la oposición absoluta a lo que llaman "cualquier forma de amnistía" para inmigrantes indocumentados, así como la negativa a que se financie a universidades que ofrezcan a inmigrantes sin permiso de estancia en el país las mismas cuotas escolares que ofrecen a los ciudadanos del estado. Este punto hace una clara alusión a los "Dreamers", los jóvenes indocumentados que, de aprobarse la ley DREAM Act, podrían regularizar su estatus migratorio si cumplen con algunos requisitos, como continuar estudiando o incorporarse a las fuerzas armadas por cierto tiempo.

Pero aunque esta política en particular contrasta con la recién anunciada iniciativa de Acción Diferida del gobierno de Barack Obama, que otorga a muchos de estos jóvenes un permiso de dos años para estar en este país, la deuda que tienen con los Dreamers tanto el Partido Republicano como su contraparte Demócrata sigue vigente y es un asunto que tendrá que resolver el próximo gobierno. De manera errónea una gran cantidad de personas, e incluso algunos medios, han confundido esta medida de alivio temporal otorgada por el actual gobierno -justo durante la época de campaña electoral-, con la aprobación del DREAM Act. Lejos de ello, la Acción Diferida es sólo un compás de espera que permite a los chicos evitar el riesgo de deportación mientras se aprueba una medida permanente, pero no resuelve la situación de fondo al no solucionar su situación migratoria ni ofrecerles un camino a la ciudadanía. Esto es lo que sí lograría la aprobación del DREAM Act.

De acuerdo con la iniciativa, los beneficiarios serían los jóvenes que fueron traídos a Estados Unidos antes de los 15 años de edad, que han vivido por al menos cinco años en ese país y se han graduado de preparatoria. Para obtener una residencia permanente, tendrían que completar al menos dos años de educación superior, o bien, cumplir con dos años de servicio en las fuerzas armadas. Después de ello, podrían seguir el curso regular para obtener la ciudadanía.

Se estima que en Estados Unidos cada año se gradúan de la preparatoria 50 mil jóvenes indocumentados, y quienes están entre el kinder y la educación media superior suman un millón y medio. Dadas las dificultades para acceder a becas y apoyos gubernamentales para ir a la universidad, son muchos los que tienen que renunciar al sueño de estudiar una carrera, o bien recurrir al esfuerzo familiar, combinar el estudio con el trabajo, cursar pocas materias para que el dinero alcance, y de esa manera finalizar en seis, siete, ocho años. Y aún si logran graduarse, el título universitario no les garantiza la inserción en el mercado laboral debido a que no tienen documentos de residencia legal. Muchos deben aceptar empleos para los cuales están sobre calificados, recibiendo salarios muy por debajo de los que perciben sus pares que gozan de la residencia legal.

Además del impacto directo para estos jóvenes, la economía se ve afectada por esta situación. Un estudio realizado por UCLA indica que incorporar a los beneficiarios del DREAM Act a la economía formal estadounidense podría generar un ingreso gravable de hasta 3.5 billones de dólares en el curso de sus carreras profesionales, y de acuerdo con la Oficina de Presupuesto del Congreso, la aprobación del DREAM Act lograría cortar el déficit económico en 1,400 millones de dólares durante los próximos diez años.

Aunque la iniciativa se ha impulsado desde 2001, nunca se ha logrado su aprobación a pesar de contar con el apoyo de una gran cantidad de legisladores y del propio presidente Barack Obama. En 2008 y luego en 2010 la propuesta no alcanzó los votos suficientes, y en esta falta de voluntad política han tenido la culpa tanto los demócratas como los republicanos.

No sorprende de este segundo partido que su plataforma política para los próximos años niegue a estos chicos la oportunidad para incorporarse a la vida productiva de este país, para regresarle algo de lo mucho que ya hemos invertido en ellos; su espíritu de campaña parece demandar un discurso agresivo y radical que suele rayar en el tono antiinmigrante. Sin embargo tampoco bastará con que la siguiente semana, durante su propia convención, los demócratas manifiesten su intención de dar una pronta solución al asunto DREAM Act y con ello se lleven los aplausos, como ocurrió en 2008, para que después no pase nada durante cuatro años.

La única plataforma que cuenta en este caso es la de quienes irán al Congreso, en combinación con las posibilidades de negociación de quien, desde la presidencia, pueda lograr que los legisladores hagan realidad esta iniciativa con su voto a favor. Ni condena a estos chicos, ni soluciones temporales: el DREAM Act sigue siendo un asunto pendiente para todos y las convenciones, pero también el seguimiento a las promesas que desde ahí se hagan, son la mejor manera de saber de qué está hecha la voluntad de quienes en noviembre buscarán nuestro voto.

La lucha por el Dream Act

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