Si Muero Lejos de Ti: Faltan 14. ¿Cuántos días más?

Desde el 1 de diciembre el tiempo transcurre en días de prisión y en horas de huelga de hambre: 24 días sin libertad y 36 horas de ayuno son la nueva medida para describir lo que lleva su hijo, Bryan Reyes, separado de su familia.
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bryanreyes

Es casi la medianoche, pero la voz de Mary Carmen suena vibrante y despierta, como si fuera pleno día. Aunque está a punto de terminar la Navidad, para ella la cuenta se ha modificado: no hay nochebuenas, ni navidades, ni santacloses, ni cena especial. Desde el 1 de diciembre el tiempo transcurre en días de prisión y en horas de huelga de hambre: 24 días sin libertad y 36 horas de ayuno son la nueva medida para describir lo que lleva su hijo, Bryan Reyes, separado de su familia.

Bryan es una de las catorce personas, trece hombres y una mujer, que aún se encuentran detenidas tras los disturbios del primero de diciembre, el día que tomó posesión el presidente de México Enrique Peña Nieto. Ese día jóvenes del movimiento #YoSoy132 convocaron a una manifestación pacífica, y durante la mañana todo se tornó confuso: policías vestidos de civil deteniendo con violencia a gente que caminaba por la calle; jóvenes de rostro cubierto, acusados de ser infiltrados, rompiendo cristales y destruyendo negocios en una acción sin precedente inmediato en la Ciudad de México; grupos de choque mezclados con policía federal, con policía local, con movimientos como el de San Salvador Atenco, todo ello bajo nubes de humo, caos total.

Tras una jornada en la que aún nadie ha podido explicar qué ocurrió -ni siquiera las autoridades del gobierno del Distrito Federal, que son quienes tendrían que haber dado la cara inmediatamente- el saldo fue de 70 detenidos. En un momento las redes sociales se llenaron con evidencia de la inocencia de los acusados y la arbitrariedad de la autoridad: testimonios, videos, fotografías, crónicas que hicieron que muchos recordáramos al autoritarismo priísta de los años setenta, aquél que los caricaturistas retrataban como un gorila vestido de policía con un garrote en la mano. Una semana más tarde se puso en libertad por falta de pruebas a 56 de los 70 detenidos sin ofrecerles siquiera el proverbial "disculpe usted": jóvenes estudiantes, personas que sólo pasaban por ahí, retenidas por siete días sin recibir una compensación por ello, sin escuchar una explicación, sin merecer el resarcimiento del daño moral y económico a su persona. A los catorce restantes se les dictó auto de formal prisión por los cargos de alteración de la paz pública y daño en propiedad ajena.

Han pasado 25 días desde que estos catorce chicos se encuentran detenidos, los mismos que lleva Mary Carmen fuera de su casa en el Estado de México, sin asistir a su trabajo, recorriendo calles, oficinas, juzgados, antesalas burócratas, para obtener la liberación de su hijo. Cuando le pregunto sobre Bryan, ni le tiembla la voz, ni se pone melodramática. De manera precisa y certera me explica que su hijo, de 26 años, se encuentra en un juicio sumario y que para el 31 de diciembre está programada la presentación de sus testigos: cuatro personas que darán fe de que Bryan caminaba por el centro de la ciudad a esa hora y fue detenido sin cometer delito alguno. En su contra están los testimonios de los policías que lo detuvieron.

-Mi hijo iba caminando por la calle cerca del Teatro Blanquita para ir a ver a unos amigos y los policías lo agredieron, lo aprehendieron, lo desnudaron en la vía pública, lo golpearon, le dieron toques, lo amenazaron con una pistola y lo llevaron a la delegación. El lunes se lo llevaron al Reclusorio Norte. Hay videos que muestran la forma en que detuvieron a estos muchachos y cómo ellos no estaban participando en el vandalismo -me dice Mary Carmen más como enlistando los detalles que evidentemente ha narrado una y otra vez, que a manera de denuncia.- Pero adentro no los están tratando mal, los están protegiendo. Están separados los trece chicos, no están con la población del reclusorio; pero están en la cárcel. Mi hijo está en huelga de hambre de 72 horas, él y cuatro compañeros más. Bryan le dijo ayer a mi hija que si no se deroga el artículo 362, que es el que tipifica los ataques a la paz pública, seguirá con su huelga de hambre hasta la muerte.

Mary Carmen se refiere a un dictamen presentado en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) para reformar artículo 362 del Código Penal local y reducir las penas contempladas por ataques a la paz pública, lo cual permitiría que los catorce que faltan de ser liberados pudieran salir bajo fianza. La iniciativa podría ser votada este miércoles; de no aprobarse esta modificación, los detenidos podrían alcanzar penas de cinco a treinta años de prisión.

-El jefe de gobierno (Miguel Ángel Mancera) se comprometió con nosotros, con los padres de familia, a la derogación del artículo; pero después su postura cambió -dice Mary Carmen con un conato de desesperación que aparece por primera vez desde que estamos conversando.- Honestamente yo no sé qué pasó ese día. Yo pienso que se infiltró gente en los grupos que iban a hacer protestas pacíficas y son los que hicieron los destrozos; esos se desaparecieron y los policías se fueron sobre todos los chavos. Fíjate, los detenidos tienen filiación parecida: cabello largo, rastas, ropa informal. La juventud está despertando, está viendo el México que tenemos y les está despertando la conciencia. Eso no le agrada a las autoridades.

Los videos que circulan y se reproducen en páginas de Internet le dan la razón a Mary Carmen. En su página de Facebook, la madre de Bryan comparte un video de su hijo, estudiante de música en la Escuela Nacional, durante una presentación con su guitarra. Un chico delgado, vestido casual, con el cabello al estilo rastafari. Un video de la detención de otro de los jóvenes, Alejandro Lugo, me muestra a un joven de piel un poco más clara pero con apariencia similar. En un tercer video, el de Alejandro Sandino Jaramillo, encuentro el mismo patrón. De acuerdo con el criterio de detención de la autoridad, el vandalismo usa rastas.

Cae la medianoche mientras conversamos, pero Mary Carmen no tiene voz de querer irse a dormir aunque le espera una jornada larga junto a los padres de familia, lejos del trabajo, recibiendo ayuda de sus conocidos para financiar su estancia en la ciudad de México hasta que su hijo vuelva a estar con ella. Mientras, ni nochebuenas, ni navidades, ni planes para el año por venir.

-Queremos que salgan, pero también que los reivindiquen ante la sociedad. Los han manejado como vándalos, como gente mala y es obvio que esto les va a perjudicar en su vida futura. Mi hijo es un músico y tiene todo para triunfar, para poner el nombre de su país en alto. Su expediente tiene que quedar limpio; quiero su libertad, pero también su reivindicación ante la sociedad.

Justo cuando terminaba mi conversación con Mary Carmen, y mientras Bryan y otros cuatro chicos cumplían 36 horas de huelga de hambre, el jefe de gobierno del Distrito Federal daba las buenas noches a sus gobernados a través de su cuenta de Twitter @manceramiguelmx, tal como lo hace a diario. Por esa misma vía decenas de tuiteros le han recordado en cada ocasión que #Faltan14 jóvenes por liberar, que su gobierno tiene la obligación de comprobar su culpabilidad o de reivindicar su nombre. El silencio de la autoridad se ha extendido por 25 días. ¿Cuántos días más?

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