Uno debe de ser agradecido en la vida

Siempre me había impactado el trabajo agrícola, desde que vivía en Ocotlán y veía a Jesús, mi abuelo paterno, esforzarse día tras día en la pequeña parcela que rentaba. Recordé su trabajo duro cuando iba a la estación y comencé a pasar manejando cerca de algunas granjas. Veía a los trabajadores y pensaba: "Qué trabajo más cansado". En varias ocasiones me detuve a hablar con ellos.
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Siempre me había impactado el trabajo agrícola, desde que vivía en Ocotlán y veía a Jesús, mi abuelo paterno, esforzarse día tras día en la pequeña parcela que rentaba. Recordé su trabajo duro cuando iba a la estación y comencé a pasar manejando cerca de algunas granjas. Veía a los trabajadores y pensaba: "Qué trabajo más cansado". En varias ocasiones me detuve a hablar con ellos.

La verdad es que no me detenía simplemente para hablar, sino que es algo que sucedía como resultado de que el auto que tenía en ese entonces era de esos que se calentaban y se apagaban o, dicho con otras palabras, era una chatarra. Entonces tenía que salir de la carretera y acercarme a alguna granja, donde preguntaba a los trabajadores si tenían agua para poder enfriar el motor, y mientras estábamos en eso empezábamos a platicar. Ellos me contaban sus experiencias y sus condiciones de trabajo, lo que hacían para sacar adelante a sus familias y cómo, los que no habían nacido acá, habían llegado a Estados Unidos. Me hablaban de aquellos a los que habían dejado atrás y de lo que extrañaban. En fin, siempre se armaba una buena plática.

Esas pláticas también me recordaban a mi abuelo Bartolo, el papá de mi mamá. Algo que extrañé mucho cuando llegué a Estados Unidos fue cómo pasaba los domingos en Ocotlán, cuando mi abuelo nos llevaba a la iglesia y luego a jugar a la unidad deportiva. Recordé cómo siempre estaban ahí todos mis primos y todos mis tíos, y cómo él buscaba complacer a cada uno: con unos jugaba béisbol, con otros fútbol, con otros voleibol. A veces, para aumentar la emoción, jugábamos apuestas y el equipo que perdiera debía pagar los jugos que nos tomábamos después. Además de eso, cada fin de semana mi abuelo invitaba también a todas sus hijas con sus familias. Cada quien llevaba algo de comida: pozole, carne, lo que fuera que se nos ocurriera y hacíamos unas reuniones grandes y muy divertidas. Eso formó un sentido de comunidad en mí.

Fueron esas cosas, las pláticas con los trabajadores del campo y los recuerdos de mi familia y mi infancia, y la generosidad y solidaridad con quien lo necesita que siempre me enseñaron, las que me hicieron pensar que podría ser una buena idea llevar comida a todos y organizar una especie de reunión, aunque fuera breve. Al principio lo hacía por mi cuenta, pero después empecé a involucrar a la estación para poder proveer de más ayuda.

Una vez que tomé esa decisión, empecé a ir a las los campos agrícolas, pero ya no sólo a pedir agua para volver a echar andar mi chatarra de auto o a llevarles un poco de comida. Cuando hablaba con los trabajadores les decía: "Échenle ganas... Miren, yo trabajo en una radio y voy a hablar con el encargado de aquí a ver si me da chanza de traerles comida". Ellos siempre estaban de acuerdo y empezaban a hablarlo entre ellos. También hablaba con el encargado de la radio y, en poco tiempo pasó de permitirme llevar comida y organizar esos eventos a involucrarse en la organización. Así fue como empezamos a hacer juntos ese tipo de promociones que beneficiaban a nuestra comunidad.

Pasado un tiempo de estar trabajando en Radio Lazer, me cambié a otro cuarto de renta y me fui a vivir con otra familia, una que vivía en Camarillo, a veinte minutos de Oxnard. Armando y Lourdes, la pareja que me rentaba el cuarto, siempre fueron muy generosos conmigo y nos hicimos cercanos. Rápidamente comenzaron a darse cuenta de lo mucho que yo trabajaba para ayudar a mis papás.

Siempre hacía cosas extra para ellos porque siempre me enseñaron que uno debe ser agradecido en la vida. Eso no sólo muestra a las personas que han sido bondadosas contigo lo mucho que significó para ti lo que hicieron, sino que te hace feliz y te brinda un sentimiento de satisfacción hacerlo. Te conecta más con las personas y con Dios.

Eddie "Piolín" Sotelo

eddie piolin sotelo

Extracto de ¿A QUE VENIMOS? ¡ A TRIUNFAR! Cómo encontré mi voz entre la esperanza, la fuerza y la determinación el nuevo libro de Eddie "Piolín" Sotelo que sale a la venta el martes 3 de marzo a través de Celebra, sello editorial de Penguin Publishing Group, una division de Penguin Random House LLC.

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