Ser bilingüe no es ser bicultural (y viceversa)

A pesar de que muchas de las personas que son bilingües son también biculturales (ellas interactuan con dos culturas y combinan partes de cada una), muchas otras son monoculturales.
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En los últimos 10 años que he vivido fuera de mi país, como muchos, he conocido gran cantidad de personas de distintas nacionalidades y culturas. Como me considero una persona sumamente detallista, he observado que a pesar de que la mayoría de estas personas domina dos o más idiomas, el hecho de ser multilingüe no infiere que la persona sea multicultural. De igual forma, he observado muchas personas que son multiculturales, y sin embargo, no multilingües.

Muchas personas que son multiculturales, sin embargo, no son multilingues

Siempre me he preguntado por qué, dentro de las millones de personas en el mundo que migran de una región a otra, un porcentaje logra adoptar otra cultura, otro porcentaje simplemente coexiste (sin adaptarse), y el resto no se adapta (rechaza). Resulta que estas son simplemente reacciones a cuatro posibles consecuencias vistas por una cultura "anfitrión" o dominante a una cultura "huésped" o minoritaria, según los estudios publicados por John W. Berry de Queens University en Canadá: (1) integración, (2) asimilación, (3) separación o segregación, y (4) marginación.

Berry explica que en todas las sociedades 'plurales' individuos de ambas partes, la cultura dominante y la minoritaria, han de lidiar con el proceso de aculturación. La decisión sobre la manera en cómo el individuo lo afronta esta basada en dos factores: (1) integridad cultural y (2) la necesidad de contacto y/o participación. Fuente del gráfico: American Robotnik

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Ahora bien, Berry indica también que los individuos que forman parte de la cultura minoritaria tienen libre decisión de cual de las 4 estrategias de aculturación han de seguir. Aunque no siempre es el caso en que la decisión sea basada 100% en los deseos del individuo, factores externos pueden influir en la motivación del individuo a inclinarse por una de las 4 estrategias. Dichos factores externos, por lo general, están basados en la disposición de la cultura mayoritaria a aceptar la presencia de otras culturas exógenas. Inclusive, esta disposición puede variar regionalmente dentro de un mismo país.

En un articulo publicado en el Diario Oficial de la Organización Mundial de la Psiquiatría (World Psychiatric Association) 2005, Bhurghra y Becker indican que cambios en identidad cultural pueden causar estrés y resultar en problemas de autoestima y salud mental:


Estreses post-migratorios tales como shock cultural y conflicto, pueden desatar la sensación de confusión cultural, sentimientos de exclusión y aislamiento, como también la depresión.

Reacciones de culturas 'anfitrión', tales como el racismo, combinadas con el stress del
desempleo, discrepancias entre logros y expectativas, dificultades financieras, preocupaciones legales, falta de vivienda, y en general las pocas oportunidades de desarrollo disponibles en dicha cultura, pueden desatar problemas mentales en individuos susceptibles.

El proceso de aculturación pudiera ayudar a individuos que sufren debido a al stress por factores mencionados anteriormente, siempre y cuando su enfoque sea en integración y/o asimilación.

El mismo articulo menciona que "inmigrantes que experimentan la perdida de su cultura y/o culpabilidad por haber dejado su país natal, pueden encontrar que a medida que este proceso de aculturación progresa, un sentido de pertenencia en su nueva localidad ocurre".

La cultura anfitrión aparenta ser menos amenazante y mas abierta a medida que el individuo mejora su capacidad lingüística y social, al mismo tiempo que las estructuras sociales como amistades, empleo, y salud, aparecen.

En este proceso, la interacción de la cultura "huésped" con la cultura "anfitrión" o mayoritaria es dinámica y reciproca, resultando en una sinergia positiva "que mejora el entendimiento entre ambas partes, donde la cultura mayoritaria aprende a apreciar y entender a sus inmigrantes y reconocer algunas de sus necesidades respectivas".

Por lo tanto, es importante entender que el simple hecho de hablar otro idioma no es indicativo de nuestra disposición (y estrategia) para aculturarnos, y mucho menos de asumir que uno es bicultural. Al mismo tiempo, uno debe entender que siempre habrán personas que asumirán esto, y será inevitable el rechazo, al menos que ambas personas comuniquen y entiendan la posición de cada una al respecto.

En mi opinión personal, pienso que si el resultado de la combinación de varias culturas (pluralismo) lleva a mejores resultados que si cada uno 'estuviese por su lado', todos debemos hacer un esfuerzo por integrarnos a la cultura de la región donde vivimos, y muchos se sorprenderán de lo bien recibido que sera dicho esfuerzo por las personas que integran la cultura mayoritaria. Es decir, no hay que tenerle miedo al proceso de aculturación, sino más bien hay que abordarlo con todo el posible entusiasmo.

Señor y señora lector de este artículo, la próxima vez que tenga una oportunidad, haga un esfuerzo por conectarse con la otra persona a nivel humano e intelectual, no deje que la diferencia de cultura le detenga, ya que al fin, todos tenemos emociones, pensamientos, deseos, y necesidades.

Quisiera concluir este artículo con una mención (traducida del inglés al español) de el ex-Profesor de la Universidad de Neuchâtel (Suiza) François Grosjea, y autor del libro Bilingual: Life and Reality (Harvard University Press, 2010):

A pesar de que muchas de las personas que son bilingües son también biculturales (ellas interactuan con dos culturas y combinan partes de cada una), muchas otras son monoculturales (ej: los habitantes del area germanohablante de Suiza que frequentemente adquieren 3 o 4 idiomas durante su infancia). Por lo tanto, uno puede ser bilingüe sin ser bicultural, tal como uno puede ser monolingüe y bicultural (ej: los británicos que viven en los Estados Unidos de America).

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