Muerte súbita en atletas: Un mal evitable

Muerte súbita en atletas: Un mal evitable
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LOS ANGELES - 1988: Hank Gathers #44 of the Loyola Marymount Lions drives the ball during a game in Los Angeles, California. Hank Gathers was one of the nation's top college basketball players in the late 1980's and early 1990's before collapsing and dying of a heart attack during a West Coast Conference Tournament game against Portland at the end of his senior season. Hank Gathers uses a left hand dribble during a home game (Photo by Getty Images)
LOS ANGELES - 1988: Hank Gathers #44 of the Loyola Marymount Lions drives the ball during a game in Los Angeles, California. Hank Gathers was one of the nation's top college basketball players in the late 1980's and early 1990's before collapsing and dying of a heart attack during a West Coast Conference Tournament game against Portland at the end of his senior season. Hank Gathers uses a left hand dribble during a home game (Photo by Getty Images)

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Por estos días, nuestra atención está puesta en los Juegos Olímpicos de Londres, donde cientos de atletas, día a día mojan la camiseta por sus países, y por probarse a sí mismos como los mejores en sus disciplinas deportivas. Muchos de ellos parecen estar hechos de otra materia, pues al ponerse a prueba logran hazañas que los muestran casi invencibles. Algunos lo son. Otros, así lo creen, pero no siempre sus cuerpos están a la altura de sus proezas.

El 4 de Marzo de 1990 los ojos de los fanáticos del baloncesto universitario en Estados Unidos quedaron paralizados ante una imagen aterradora. En mitad del partido entre Loyola Marymount y Portland State, Hank Gathers, uno de los jugadores estrella, caía al piso y minutos después, moría víctima de un paro cardíaco. Todo, frente a las cámaras de televisión.

No era la primera vez que un deportista moría en mitad de una actividad, pero sí el primero en ser captado en vivo y había además otras diferencias. En casos anteriores, los que fallecieron súbitamente no llevaban una vida completamente saludable. Gathers en cambio, con 23 años, era una de las fichas seguras para entrar en la NBA, y un ejemplo de deportista sano. Lamentablemente, él fue sólo el primero, pues desde entonces cada cierto tiempo vemos a futbolistas, basquetbolistas y otros atletas de alto rendimiento desplomarse en medio de la cancha y morir al instante.

Estudios estiman que uno de cada 44,000 atletas universitarios muere súbitamente. No ocurre con frecuencia, pero cuando sucede, paraliza también el corazón de los fanáticos.

¿Cómo puede un hombre joven, saludable y ágil terminar de esta manera? La autopsia que le practicaron a Gathers mostró que padecía una miocardiopatía hipertrófica, una enfermedad congénita del músculo cardíaco que lamentablemente no combina con el deporte. Al contrario, se agrava. El corazón se agranda de tal manera que predispone al deportista a sufrir fibrilación ventricular, una arritmia incompatible con la vida. Esto significa que él NO debió practicar un deporte tan exigente y menos aún, a ese nivel.

Gathers tuvo un primer aviso unos meses antes de morir, cuando se desmayó brevemente en la cancha, también en medio de un partido, pero logró recuperarse y seguir jugando. En ese minuto sus médicos le recetaron beta bloqueadores, comúnmente usados tras un infarto. Sin embargo, la medicina baja el ritmo cardíaco, por lo tanto, aletargaba al deportista. Su decisión fue dejar de tomarlo y evitar los controles médicos. Un error gravísimo.

¿Que estudios médicos hubiesen detectado a tiempo la condición de Gathers potencialmente salvándole la vida? Un electrocardiograma y un ultrasonido del corazón, ambos estudios no invasivos administrados con facilidad.

¿Si ese es el caso entonces porque no se le administran rutinariamente a atletas de alto rendimiento? Las asociaciones médicas profesionales postulan que no es costo-efectivo realizarle estos dos estudios a cada una de las personas que participan de un deporte a nivel competitivo debido a la baja prevalencia de la condición. Un tema debatible sin duda, pero como cardiólogo te aseguro que si mi hijo en un futuro decide jugar regularmente un deporte que requiere de un alto rendimiento físico, se tendrá que someter a ambas pruebas.

Si hay señales de alerta, más vale dar un paso al lado. Son muchos los deportistas que a pesar de la pasión que sienten por sus disciplinas, cuando han sido diagnosticados con trastornos cardiológicos graves han optado por abandonar la carrera. Una decisión inteligente, pues aunque llegar a la meta o ganar un partido es una sensación maravillosa, la meta de la vida continúa siendo aún la opción más prometedora.

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