Errores mortales en los hospitales: cómo evitar ser víctima

Según distintos estudios, los errores médicos constituyen la tercera causa de muerte en Estados Unidos. Sí, leyó bien, la tercera. Más de un cuarto de millón de personas mueren cada año por errores de los doctores y personal de salud y otros tantos quedan lesionados de por vida. Para que tenga una idea, ni el SIDA, ni el cáncer de mama, ni accidentes de tránsito o laborales son tan letales como los errores médicos.
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surgeons holding a scalpel in a ...
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errores hospitales

Cuando se supo que Michael Jackson, el rey del pop, había muerto, el mundo entero se conmocionó. Tanto o más impactante fue enterarse que la causa de su muerte fue una dosis letal de propofol, un anestésico usado por su médico personal para tratar el insomnio del artista. Lo peor de todo esto, es que errores similares ocurren todos los días y con más frecuencia de la que imaginamos.

Según distintos estudios, los errores médicos constituyen la tercera causa de muerte en Estados Unidos. Sí, leyó bien, la tercera. Más de un cuarto de millón de personas mueren cada año por errores de los doctores y personal de salud y otros tantos quedan lesionados de por vida. Para que tenga una idea, ni el SIDA, ni el cáncer de mama, ni accidentes de tránsito o laborales son tan letales como los errores médicos.

Debo aclarar que hablar de error médico no es lo mismo que mala praxis. Esta última tiene que ver con negligencia, ignorancia o intención criminal. En cambio, un error médico es resultado de accidentes o equivocaciones pero sin intención de causar daño. Entre los errores más comunes están aquellos en el diagnóstico, en la administración de medicamentos y sus dosis, así como en procedimientos quirúrgicos inapropiados y el uso erróneo de ciertos equipos.

La mayor parte de los errores ocurren en hospitales y centros de emergencia. Uno de cada tres pacientes hospitalizados en Estados Unidos puede ser víctima de error. Y en este punto, entre las grandes culpables son las infecciones adquiridas por descuido, principalmente en las salas de cuidado intensivo.

Unas 100 mil personas mueren al año en el país por infecciones adquiridas en los hospitales. Por ejemplo, el uso de catéteres o líneas centrales (utilizadas para administrar al paciente antibióticos intravenosos o medicamentos de emergencia) por mucho tiempo puede terminar haciendo estragos. Muchas veces los médicos y enfermeras no se percatan que han permanecido sin cambiarse demasiado tiempo. Esas líneas se infectan y esa infección va a la sangre y el paciente puede llegar a morir.

Lo mismo ocurre con las sondas usadas para que los pacientes puedan orinar. Cuando el paciente tiene esas sondas por mucho tiempo, especialmente en personas de edad avanzada, la orina se puede infectar provocando una infección mayor que comprometa el organismo.

Otro de los errores más comunes en hospitales es la confusión de nombres y administración del medicamento equivocado a un paciente o la dosis errónea. Por ejemplo, a José García que está por una infección de garganta, le dan un valium de 5 milígramos que se supone sea para José Martínez que está en otro cuarto, con una condición completamente distinta.

Otros errores médicos comunes son:

  • Residuos de material o equipo. Estos ocurren generalmente después de una cirugía en que no se dan cuenta que algún instrumento quedó dentro del cuerpo del paciente.
  • Demasiada espera antes de recibir tratamiento. No siempre las urgencias son tratadas como tal, con desenlaces fatales.
  • Errores de equipo. Los tubos como los torácicos y los que se usan para alimentar a un paciente crónicamente enfermo se parecen, pero si una enfermera se confunde y por ejemplo trata de alimentar al paciente por el tubo torácico el resultado podría ser nefasto.
  • Operar la parte incorrecta. Este tipo de error es la pesadilla de cualquier paciente. ¡Y sucede

Estos errores en gran parte se deben a que los sistemas de salud no están organizados. ¿Pero qué hacer para prevenirlos? Lo primero y más importante es cuestionar permanentemente al personal y a los médicos a cargo. En la mayoría de los casos, el mismo paciente no está consciente, por lo tanto SIEMPRE debe haber un familiar o amigo de confianza para hacerlo. ¿Por qué esta sonda lleva tanto tiempo? Esa línea central ¿cuándo fue que la pusieron? ¿Cuándo la limpiaron por última vez? ¿El médico a cargo tiene los guantes que se supone que debe usar? ¿Se lavó las manos como se supone que debe hacerlo? De igual manera, debe asegurarse que el medicamento y dosis son las que le corresponden a ese paciente.

Debemos empezar a cuestionar un poco más al sistema médico, especialmente nosotros los hispanos quienes por alguna razón tendemos a tenerle miedo al doctor. Nuestra salud es lo primero, no qué tan mal pueda sentirse el doctor si lo cuestionamos. Si pregunta respetuosamente al médico, no debería tener problema. Y si lo tuviera, la respuesta es simple: cambie de médico.

Ni el personal de un hospital ni los médicos somos dioses. Cometemos errores. Pero es nuestra responsabilidad crear mecanismos prácticos que logren disminuir la epidemia de errores médicos en Estados Unidos. Si de verdad queremos continuar presumiendo de que tenemos el mejor sistema de salud del mundo, este problema se tiene que resolver ya.

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