Siempre me ha preocupado cómo la justicia maneja a los hijos que son usados por la pareja como chiclets, durante un proceso de divorcio o como pelota para ambos padres agredirse, tratando de darse bien duro uno al otro...usando los pequeños cuerpecitos de sus hijos. No se debe permitir que las personas con hijos se divorcien, si lo van a hacer atropellándose y usando sus hijos como escape a sus rabias, celos y amarguras.
Países mucho más adelantados que nosotros en estos ASUNTOS exigen que los padres vayan a terapia por años, antes de firmar el divorcio legal...ya que el afectivo hace tiempo que se dio, en la mayoría de los casos. Si no se toman ciertas medidas, si el divorcio se da en medio de toda esa reactividad, en medio de toda esa situación de crisis, confusión y amargura...se cometen errores que marcan para siempre a todos y cada uno de los que participan.
En este país no podemos ni soñar con eso, me conformaría si por lo menos, las personas a cargo de estos asuntos fueran mínimamente preparadas, si los abogados se interesaran en aprender o asesorarse a la hora de estar de una de las dos partes "defendiendo" a su cliente. ¿Defendiendo a quién?. Al único que debemos defender es al niño y... tristemente, lo debemos defender de sus padres, de los abogados y los mal llamados jueces de menores o tribunales de menores.
Con abogados ignorantes y pensando que se la saben todas, jueces que no tienen la menor idea de lo que pasa por esas cabecitas que funcionan muy diferente a los adultos, fiscales y ayudantes de fiscales, perdidos en el espacio y los que no lo están, impedidos de hacer lo que se tiene que hacer, no vamos para ninguna parte.
Hemos creado leyes muy bonitas pero que no se aplican bien porque no tienen la estructura necesaria para aplicarlas, porque no se ha educado a quienes la tienen que impartir, porque seguimos permitiendo que los niños sean abusados una y otra vez por quienes supuestamente debían defenderlos.
Casi nunca oímos a nuestros hijos en estos momentos tan difíciles, por pequeños que sean, los estudios indican que si le preguntamos a un niño o niña que le gustaría que pasara si sus padres se divorciaran, respondería: NO QUIERO QUE SE DIVORCIEN, LOS QUIERO JUNTOS Y QUE SE LLEVEN BIEN. Pero lo duro es que si esta pregunta se hace a los padres, responderían palabras no publicables el uno del otro.
Si los padres tienen un buen divorcio, los niños podrán superar esta crisis sin afectarse tanto, cómo se comporten los padres y las actitudes que adoptan el uno hacia el otro, determinara en gran medida la salud mental de sus hijos en el futuro.
No es el divorcio el problema sino cómo los adultos lo manejan, olvidando que el futuro sexual, de pareja y familiar, de sus hijos está en juego. Olvidando que los padres no se divorcian de sus hijos y que deben seguir siendo padres durante el proceso y después que este termina, también.
Lo triste es que sólo ellos sufrirán las peores consecuencias. ¿Quién sufre más ante un hijo drogadicto, una hija depresiva, un embarazo en una edad inadecuada, un hijo gay....los padres o los hijos?. Esas son algunas de las posibles consecuencias del mal manejo del divorcio en nuestra sociedad y en nuestras familias.
