Violencia en el noviazgo

La chica empezó a llorar mientras sus amigos se reían. Eran 7 jóvenes sentados en un restaurante de comida rápida: 3 muchachas y 4 varones. Yo estaba intentando redactar una nota para el noticiero en que trabajo, cuando me llamó la atención el escándalo de sus risas, y las lágrimas de la adolescente.
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La chica empezó a llorar mientras sus amigos se reían. Eran 7 jóvenes sentados en un restaurante de comida rápida: 3 muchachas y 4 varones. Yo estaba intentando redactar una nota para el noticiero en que trabajo, cuando me llamó la atención el escándalo de sus risas, y las lágrimas de la adolescente.

-Tampoco te mordí tan duro- le dijo a la chica un joven que parecía ser su novio.
-Te dije que me duele. No quiero que me muerdas- le respondió.

Entonces el muchacho le cogió el brazo y se lo mordió otra vez. Los otros volvieron a reírse y ella lloró aún más fuerte... pero no se movió. Estaba pegada al tipo.

No pude contenerme. Fui hacia el grupo y le ordené a la jovencita que viniera conmigo.
Los demás se callaron inmediatamente, y una pareja del grupo se fue en ese momento del local.

-¿Por qué estás dejando que te muerda? ¿No ves que está abusando de ti y los otros se están riendo?-
-No me gusta que me muerda, pero dice que es bromeando-.

Ella se levantó la manga de la blusa y me enseñó su brazo. Tenía mordidas por todos lados. El muchacho también le había mordido el cuello. Le había dejado un moretón. La chica me enseñó el otro brazo... también la había mordido en él.

-¿Tus padres saben esto? ¿Dónde vives? Voy a llamar a tu mamá- le dije. En eso estábamos cuando llegó el novio con cara de pánico.

-Discúlpeme señora, no lo voy a volver a hacer. Solo bromeo con ella -. El jovencito parecía de papel. Estaba enclenque y casi lloró cuando le dije que iba a llamar a la policía. Los dos tenían 14 años.

-Por favor no llame a la policía- me suplicó él.
-Ni a mis papás-. Los jóvenes me rogaban que no hiciera nada más. Si llamaba a la policía él podría quedar con un récord criminal por violencia doméstica y perdería una beca que le habían dado en el trabajo de su madre. Ella me juró que su familia tenía muchos problemas y que no quería causarles más.

-Nadie puede obligarte a hacer algo que te disgusta. Eso se llama abuso mi niña, no amor-.

No me pregunten que pasó por mi mente, pero me convencieron. A fin de cuentas ¿quién me había mandado a meterme en ese lío? Yo no era nadie para ponerme a dar cátedra de comportamiento sobre violencia doméstica, pero, pensé qué habría hecho si a mi hija la mordía su novio... y también pensé en mi hijo, truncando su futuro por un error de adolescencia. Aunque no llamé a la policía, si contacté a la madre de la chica para contarle lo que había sucedido. La mujer llegó minutos después, y se llevó a los dos.

-Gracias por avisarme- me dijo, mientras regañaba a su muchacha. Aparentemente le disgustaba que su hija le causara un contratiempo.

La violencia en el noviazgo es algo que lamentablemente sucede a menudo. Muchos adolescentes se lastiman entre sí amparados en las bromas y sus padres simplemente ignoran los síntomas del problema o ni se enteran hasta que las autoridades les llaman. Es un asunto serio. Han habido casos en las que algunos jóvenes han muerto a manos de una pareja agresora o por culpa de un novio celoso.

Les di algunos números de teléfono de auxilio víctimas de abuso. Tenía fe que ahí podrían ayudarle a el también. Ojalá el joven valore esa nueva oportunidad y ella haga lo mismo. Mientras, yo aún me pregunto si hice bien... o mal.

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