Triste decepción

"No lo puedo creer...me siento, tan tan tan decepcionada". Mi amiga estaba muy mal. Apenas podía hablar y las lágrimas corrían a borbotones por sus mejillas. "Me dejó en la calle", me dijo.
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two woman crying

"No lo puedo creer...me siento, tan tan tan decepcionada". Mi amiga estaba muy mal. Apenas podía hablar y las lágrimas corrían a borbotones por sus mejillas. "Me dejó en la calle", me dijo.

Carolina tenía varios años divorciada pero había mantenido varios negocios con su exmarido, padre de sus 3 hijos y un hombre muy cabal. Yo los conozco desde hace muchos años, cuando apenas eran novios. Estuve presente en su boda, en los bautizos de sus hijos y en sus grandes festejos. Me dolió mucho la noticia de su divorcio.

"Lo hacemos en buenos términos", contaba a todo el que se lo preguntaba. "Vamos a seguir de socios en los negocios y mantendremos las propiedades en común como patrimonio de nuestros niños".

Quiero confesar que a mí me pareció fenomenal que terminaran tan bien y sobre todo que no se desgastaran económicamente ni uno ni otro por el bien de la familia. Pero la vida te da sorpresas.

Desde hace varios meses, Carolina me contó que veía raro a su exmarido. Ellos convivían casi todos los días por cuestiones de negocios y compartían el cuidado de los niños. "Algo raro está pasando, pero no sé que es".

La respuesta vino pronto. Carlos Luis tenía una novia, una jovencita preciosa que tenía un año menos que su hija mayor.Pensamos que el cambio del hombre era por su nuevo interés romántico. Pero lamentablemente descubriríamos que no era así.

"Ay amiga....qué horror... ¿Qué voy a hacer?", sollozaba mientras yo me estrujaba los dedos y me comía 3 panes ante semejante historia. Carlos Luis, se había apoderado de las 3 empresas, de las 2 casas y de todo el patrimonio familiar.

Un patrimonio que hicieron juntos durante los 15 años que duró su matrimonio. No sólo dejaba en la calle a mi amiga y a sus hijos, sino que en un ataque total de envidia, avaricia y maldad...se había casado sin decirle nada a nadie...y su nueva y flamante heredera era su nueva mujer.

De más está decir el terrible enfrentamiento entre ambos. Ella tenía que prepararse legalmente para dar la batalla y recuperar algo del dinero, pero simplemente no podía hacerlo.

"No tengo fuerzas, ni manera. No quiero enfrentarme en Corte al padre de mis hijos. Al hombre que tanto quise y al que le confié mi vida". Pocas personas podrían entender su posición, pero estaba decidida a no pelear...nada.

"Por supuesto que me hace falta el dinero", me dijo "pero no quiero pelear, prefiero dejarlo todo a Dios".

Yo siempre había admirado a mi amiga y aunque una parte de mí me decía que tenía que exhortarla a que peleara, decidí no hacerlo y respetar su voluntad. La decepción era tan grande que la había dejado sin fuerzas ni ánimos de nada.

Luego de secarse las lágrimas, fabulosa como siempre me sonrió y entonces empezamos a analizar lo que no hizo correctamente. "Confiar...en eso...fallé y ni modo. Debí asesorarme bien y contratar a un abogado. Debí proteger el patrimonio de mis hijos...pero no lo hice. En fin, ya lo pasado...pasado ¿Sabes qué? Voy a poner otra empresa y le voy a poner por nombre...'triste decepción' voy a vender productos sexuales para ancianos".

Nos empezamos a reír y nos acabamos la charolita de panes completa. Luego brindamos con otro cafecito y partimos para nuestras respectivas casas.

Todavía no salgo de mi asombro por la actitud de él, ha sido una gran decepción, pero la actitud de mi amiga me deja una mejor lección: "Vive tu dolor, llora, sufre y luego...ponte zapatos nuevos...que apenas está saliendo el sol".

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