Recientemente una situación laboral me puso a pensar ¿Porqué le tenemos tanto miedo al cambio? Supongo que mientras nos encontramos en nuestra "zona de confort" pocas cosas nos molestan, pero la simple idea de tener un nuevo jefe, otros compañeros, cambios en general nos hacen sentir simplemente...fuera de lugar.
"¿Y ahora qué? " Pensé cuando me informaron que varios de mis compañeros se iban de mi entorno laboral. Su partida intempestiva dejó inquietudes, preguntas sin contestar, inestabilidad y cierta preocupación.
Escuchando a mis colegas hablar del tema me di cuenta que en realidad lo que nos preocupa no es lo que pueda suceder con nuestro empleo sino que esto conlleva una serie de cambios que a veces no tenemos ganas de enfrentar...o no podemos.
Me causa gracia también como las personas enfrentamos estos cambios. Algunos se hacen de la vista gorda y hasta les da pavor comentar sobre el tema por miedo a represalias. Otros la toman en contra de "los que se fueron", unos más entienden las razones que tuvieron para irse y la mayoría prefiere dar una opinión cautelosa...con miedo.
Y esto pasa no sólo en las relaciones laborales, interpersonales, amorosas, de todo tipo.
Platicando con unos amigos llegamos de pronto a la conclusión de que por mucho que nos duela, NADIE en esta vida es indispensable. Lo que hiciste ayer, bien o mal, HOY es historia, NADA es para siempre...por eso, no está mal cambiar nuestras expectativas. Cambiar de aires, de rutina, de entorno, de empleo, de ropa, de jefe.
Intentar tener nuevos amigos, nuevos planes, nuevas metas, nuevos sueños debería ser en realidad una táctica de vida....porque el cambio, al final de cuentas implica eso....estar viviendo.
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