Mi amiga me miraba con verdadera angustia. Me había invitado a tomar un café porque quería contarme algo urgente. "Necesito que me escuches... tú has oído hablar de un sin fin de calamidades y seguramente podrás ayudarme", me dijo mientras las lágrimas aparecían incontenibles en sus ojos. Los tenía rojos y brillaban titilantes.
Había permanecido soltera por décadas. Nunca se había casado, pero hace cinco años, durante un viaje por Europa, conoció a un italiano que la volvió loca. Se enfrascaron en un tremendo romance y en pocos meses estaban viviendo juntos. El hombre estaba divorciado, tenía dos hijas y ejercía su profesión de arquitecto entre Estados Unidos e Italia. Parecían realmente felices... pero ¡sorpresa!
"Ay amiga... no sé ni cómo decírtelo. Me da una pena terrible, pero estoy desesperada. Desde hace unos meses he visto raro a Filippo. Ha estado distante, sus viajes se hacen más largos y en la intimidad... pues como que no quiere... lo que todos quieren. Entonces lo confronté pensando que tenía otra mujer. Confesó serme infiel... ¡pero con un hombre!... ¿qué hago?... yo lo quiero con toda el alma".
¡Caramba! ¿Cómo no querer a Filippo? Guapísimo, alto, caballeroso, responsable, buen padre... un tipo encantador. Seamos honestos, en cuestiones del amor, nada está escrito. Y en el corazón solo manda, el corazón.
"Me dijo que siempre se sintió atraído hacia personas de su mismo sexo pero que quiso formar una familia. Se divorció de su esposa porque se enamoró locamente de un griego con el que las cosas no funcionaron. Le dolió mucho el rechazo de su familia entera y pues cuando me conoció quiso darse una segunda oportunidad".
Yo no salía de mi asombro. Francamente estaba sin palabras ante semejante confesión.
"Me siento una basura. ¡Un hombre es mejor que yo! ¿Será que no fui lo suficientemente mujer para mantenerlo junto a mí? yo estoy enamoradísima de mi marido. ¿Qué hago?".... "Mandarlo al diablo", le contesté.
"No importa si te engaña con una mujer o un hombre. El engaño está ahí y tú no tienes que ser 'más mujer' para reconquistarlo. Uno puede ser comprensivo y entender en medio del disgusto, la decepción y el dolor muchísimas cosas... pero la mentira ¡no!. Al menos yo no puedo", le dije intentando consolarla porque la realidad es que no podía hacerlo.
"Quiero que cuentes mi historia... ¿será que hay otras con tan mala suerte como la mía?"...
Sinceramente no supe que más decir. Soy de las que piensa que es excelente que cada persona tome las decisiones que considera más atinadas para su vida cuando pueda, en el momento que quiera o cuando se sienta listo. ¿Es esto un poco egoísta? Si, lo es, pero la realidad es que en cualquier relación siempre habrá alguien que amamos y que tal vez no nos corresponde, como queremos gay o no gay. Nada, no queda de otra, seguir hacia adelante, no mirar atrás, y aprender a vivir sin él.