"Son sólo 5 niños. Angela es una de las seleccionadas para representar a su escuela en la competencia de ciencias, tecnología y matemáticas en una universidad". Mi hija me entregó la carta de invitación al evento mirándome fijamente.
"Inventamos un huevo que no se va a romper cuando lo tiremos al piso mamá. Tiene átomos incrustados en el núcleo que se moverán en diferentes nano segundos para evitar que se destruya".
"¡Fantástico!", le contesté sin tener la más remota idea de cual era la finalidad de semejante cosa. Yo, que toda la vida fui una reverenda bestia (con todo respeto a las bestias) en cualquier materia que llevara números y fórmulas, nunca he podido entender por qué dos más dos son dos, así que sentí que reventaba de orgullo.
"Trabajamos muchísimo para que funcionara. Las ecuaciones que combinamos para que se moviera de forma perfecta llevaron varias semanas de análisis"... Mientras mi hija de 11 años hablaba de su proyecto yo no podía dejar de pensar "¿Dónde quedó mi bebita?". Por esas cosas de la herencia, pensé que a mi hija le gustaría escribir, tejer, decorar o mínimo la moda y los tacones altos como a mí....pero me equivoqué.
No solo detesta todo lo que huela a princesa y el color rosado, sino que también odia la extravagancia de los brillos y las lentejuelas. No soporta las novelas románticas o los cuentos de hadas. Las pinturas de uñas que le regalaron en Navidad sirvieron para decorar un átomo a escala que le tocó construir.
Está completamente peleada con el concepto de Dios, y las religiones le parecen cosa de locos pero mi hija es tan madura que ha decidido no pelear con su madre y pasarla bien cuando vamos a la iglesia.
"Uno tiene que ser bueno por una cuestión de causa y efecto, no porque un señor de barbas largas te va a mandar al infierno. A una acción, una reacción. ¿Me entiendes?", me dice mientras el cura nos hace repetir el "Yo pecador".
"Míralos a todos mami, rezando y llorando... y no entienden ni quién es el famoso Dios". Yo la miro perpleja. He decidido dejar libre el pensamiento y las convicciones de mi hija, y apoyar su increíble apego a la ciencia.
"¿Y tu huevo para que va a servir Angelita?". "Para ver si logramos descifrar quién fue primero... El huevo o la gallina... Creo que así lo entiendes mejor".
Nada, a festejar que tengo una pequeña científica.
PD: Y además ¡ganó!