La novia del papá de mis hijos

Yo sabía que eventualmente mi exesposo tendría una nueva pareja y pensé que él me lo contaría cuando esto fuera un hecho, pero me equivoqué... "Mamá...mira que bonito regalo me dio la novia de mi papá".
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Yo sabía que eventualmente mi exesposo tendría una nueva pareja y pensé que él me lo contaría cuando esto fuera un hecho, pero me equivoqué... "Mamá...mira que bonito regalo me dio la novia de mi papá".

Con aparente naturalidad, mi hijo de 7 años me contó que durante sus vacaciones con su padre él le presentó a su nueva novia.

Mis amigas divorciadas me habían dicho que seguramente me sentiría rara cuando llegara el momento de ver a mi ex con una nueva relación y no se equivocaron.

De pronto sentí celos, pero no de él, sino de esa nueva mujer que sin avisar hacía una entrada triunfal en la vida de mis hijos, especialmente en la de Diego, mi único hijo varón, mi hombrecito.

"Me trata... como sí fuera mi mami", me dijo mi chamaco mientras a mi el estómago se me hacía un nudo. "Pero... no la quiero como a ti. Tu eres mi mamá".

"Es una chava buena onda... Nos trata muy bien", me dijo Ángela, mi hija de 10 años. "¿Te molesta que mi papá tenga novia?", me preguntó curiosa.

En realidad no me molestaba que mi exmarido tuviera novia, pero, como a muchas mujeres, me preocupaba el hecho de no saber con quién convivirían mis hijos cuando estuvieran visitando a su padre.

Sin embargo, siempre he confiado en él y se que haría lo imposible por cuidar la integridad física y emocional de nuestros hijos. Pero nada podía mitigar los tremendos celos que sentí al pensar que otra señora, pudiera robarme en parte el cariño de mis niños.

Lo que hice fue decirles que debían ser amables con la nueva pareja de su padre y corresponder a sus atenciones. Y que aunque ella los quisiera mucho, nadie los iba amar como yo.

"Yo se mamá. Sólo tu nos trajiste en tu pancita, ¿crees que puedo querer a otra señora más que a ti? ¡Nunca!"... Me dijo Diego dándome un fuerte abrazo.

¿Qué les puedo decir? La seguridad de sus palabras me infundieron nuevos bríos. Y sí... Madre sólo hay una y como yo... ¡NINGUNA!

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