Cuando mi hija Angela, que sólo tiene 10 años me dijo que no creía en Dios, como les conté en mi blog anterior, me quedé sin palabras.
"No hay una prueba científica de que Dios existe. ¿Cómo puedes creer mamá en un Dios que permite tantas cosas malas? ¿En verdad crees que Dios te hizo de la costilla de Adán? Mamá, no inventes...tú eres una mujer inteligente".
En realidad, me di cuenta que no estaba lista para enfrentar los juicios de mi hija y aunque intenté debatirlos de la mejor manera posible...no la convencí.
Mi intención ha sido siempre criar hijos llenos del amor de Dios y de su palabra. ¿Cómo enfrentar este reto? Si mi hija niega la existencia de un Dios bueno y poderoso...¿cómo inculcar en ella la semilla de la fe?
Entonces, se me ocurrió enviarle un correo electrónico al Pastor de una iglesia muy moderna a la que acudo con mis dos niños todos los domingos, toman clases de religión y en donde por cierto, aseguran estar muy contentos.
"¿Por qué te asustas? Tranquila....no hay mejor conversación que los temas teológicos", me respondió el Pastor de mi iglesia por teléfono.
"El amor empieza por el respeto al pensamiento y las emociones de otros. Yo tampoco creía en Dios".
La respuesta del Pastor me dejó más aturdida que las confesiones de mi hija.
"Pasaron muchos años antes de que yo entregara mi corazón a un Dios todopoderoso. Es verdad... Resulta bastante ilógico para una niña de 10 años de esta época, llena de tecnología y medios de comunicación, pensar que Dios hizo a la mujer de la costilla de Adán o que el mundo se creo en 7 días.
Es una cuestión de Fe y la Fe viene con los años y la vida. Tu deber como madre que cree en Dios es inculcarle lo que tu consideras correcto para ella, pero será Angela la que tome sus propias decisiones de cómo vivirá su vida. Por eso Dios, en su hermosa misericordia nos dio el libre albedrío. No te angusties, no la presiones, no la critiques y no la reprimas. Hay ateos muy buenos y en gracia de Dios".
Entonces hizo una pequeña oración por mí y por mis hijos. Quiero pensar que sí, tengo fe en que sí... Mi niña vivirá su vida: libre.
