En mi casa somos amantes de todos los animales. Perros, gatos, peces, tortugas, pájaros y hasta un hurón albino han sido nuestros huéspedes distinguidos. Cada uno ha llegado en momentos especiales de nuestras vidas, y literalmente las transforman de arriba a abajo.
Pero a mi mini zoológico le hacía falta una mascota que representara la buenaventura y la buena vibra. Entonces llegó Xurxo Pereira, al que llamo el conejo de la suerte. Y es que con él llegaron muchas cosas buenas a mi vida.
Lo compramos en una tienda de mascotas cuando no pudimos resistir su mirada angelical. Enseguida nos robó el corazón a mí, a mis hijos y a un amigo que vive en otra ciudad y que día a día vive nuestras aventuras con el animalito gracias a la magia de la tecnología pues le enviamos videos y fotografías de tan simpática criatura.
Lo bautizamos Xurxo Pereira en honor a un periodista intrépido (como yo), y que es el personaje principal de una magnífica novela de espionaje llamada "Unidad 120050: Objetivo Independencia". Xurxo, al igual que el periodista, vence obstáculos, aprovecha oportunidades y se salva de tremendos líos gracias a su buena suerte.
Una semana después de haber llegado a nuestro hogar murió Rosegirl, nuestra perrita por lo que el animalito vino a consolarnos y a convertirse en el consentido de la casa.
A mí me habían dicho que uno nunca debe rechazar o regalar a una mascota porque es como alejar de ti las bendiciones de Dios que llegan a través de seres tan vulnerables como ellos, y creo que es verdad.
Xurxo pasea libremente por el jardín (uno de mis grandes orgullos) de mi casa y aunque ha arrasado con varias de mis plantas pese a las 20 trampas que le he puesto, me ha enseñado nuevas virtudes que yo desconocía de mi persona: puedo ser mucho más paciente, tolerante... Y sobre todo amar mucho más.