Yo pensaba que al llegar a los Estados Unidos dejaba atrás la corrupción, el chantaje y la politiquería barata de mi país y que al estar en la nación más poderosa del mundo, los casos de fraude electoral y pleitos de baja clase entre contrincantes políticos serían mínimos....pero me equivoqué.
Mis primeros años en la Unión Americana los viví en California. Pocos latinos tenían puestos importantes en el gobierno y las alcaldía eran destinadas para los angloparlantes. Por eso, al llegar a Miami quedé gratamente sorprendida al ver como estábamos representados en todas partes.
El jefe de la policía hablaba español, lo mismo que los alcaldes y los concejales. Los jefes de prensa, los publicistas, empleados gubernamentales, la mayoría hacían honor al idioma de Cervantes.
Pero con sólo unos meses me di cuenta que no sólo el español se había apoderado de esta hermosa ciudad de Miami, sino que también habíamos traído los latinos, toda la porquería chabacana de nuestros lugares de origen.
Hoy por hoy, aquí vivimos escándalos políticos al más puro estilo latinoamericano. Robo y fraude electoral, alcaldes vendidos al mejor postor, autoridades negligentes, abuso de poder, venganzas, pleitos y exabruptos en las televisores locales son cosas de todos los días.
No importan las denuncias públicas, ni las quejas de los contribuyentes, ni que los periodistas estemos dispuestos a hablar. De hecho, se de varios casos, incluyéndome, en donde se nos ha tratado de amedrentar por decir la verdad....bueno, lo que sabemos. En buen mexicano, a todos "les vale".
Quisiera pensar que las cosas van a cambiar y que eventualmente podríamos convertir a la famosa Capital del Sol en eso precisamente. Una ciudad que brille por la calidez de sus habitantes y por el arco iris de nacionalidades de sus residentes y no se opta que por la asquerosa corrupción y vendettas personales de nuestros alcaldes y autoridades.
