La vida es bella: en honor a Bella Rodríguez

Desde hace bastante tiempo seguí la historia de una niñita residente en Miami, su nombre: Bella Rodríguez. Con sólo 10 años de edad, Bella, se convirtió en una especie de bandera de la causa de tantísimos niños y sus familias: encontrar una cura para el cáncer infantil.
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bella rodriguez

Desde hace bastante tiempo seguí la historia de una niñita residente en Miami, su nombre: Bella Rodríguez. Con sólo 10 años de edad, Bella, se convirtió en una especie de bandera de la causa de tantísimos niños y sus familias: encontrar una cura para el cáncer infantil.

Durante 6 años, la niñita luchó incansablemente contra la terrible enfermedad enfrentándose a los tratamientos más agresivos y dolorosos en un intento de salvar su vida. Sus padres, viendo como Bella no se dejaba vencer crearon una página web en donde la chiquita se expresaba continuamente lo mismo que su familia.

Su historia conmovió a toda una comunidad del Sur de la Florida que contagiados de su entusiasmo por vivir empezaron también a regar la voz.
De pronto, fotografías, recortes de periódico, pulseras en color rojo y la frase "live like Bella" (Vive como Bella) comenzaron a inundar las redes sociales. Importantes líderes de la comunidad, estrellas del mundo artístico y deportivo expresaron su apoyo a la pequeña y su familia.

Todos los días me enteraba del estado de salud de la chiquita a través de las redes sociales...hasta que llegó el momento en que no pude más...con la culpa.

Mi hija mayor, Ángela, tiene 9 años, uno menos que Bella y al mirarla; constantemente pensaba en la chiquita enferma.

Mi hija, hermosa, con las mejillas rosadas, su abundante cabellera, sus dientes perfectos parecía lanzarme con sus ojos inquisidores una pregunta que en realidad nacía de mi interior: ¿Porqué Dios castigaba a Bella de esa forma? ¿Por qué la ponía a atravesar semejante sacrificio? ¿Valía la pena?

Me sentía culpable de cuestionar a Dios, culpable de ser feliz con mis hijos sanos, ....culpable de tener una hija tan llena de vida, mientras otros padres estaban perdiendo a la suya.

Hace poco más de un año, me había pasado lo mismo. Una compañera de trabajo llamada Leslie, me había contado llorando como su hija Alejandra, de sólo 15 años de edad estaba luchando contra el cáncer. Alejandra era su máximo tesoro, su orgullo, su vida. "Cuida mucho a tu Angelita" me dijo esa mañana en la que las dos nos pusimos a llorar, "Cuídala mucho".

¿Cómo podría cuidar a mi niña de semejante horror? ¿Cómo podría evitarle tanto sufrimiento si por la voluntad de Dios se llegara a enfermar de un mal que no puedo ni siquiera nombrar?
La tragedia llegó a la vida de Leslie por partida doble. Alejandra no pudo vencer la enfermedad y murió luego una larga estadía en un hospital para niños con cáncer.

Leslie, su madre, falleció menos de un mes después. No pudo soportar la pena. Mientras miraba los rostros llorosos de quienes acudimos al servicio religioso para despedirlas y veía las fotografías de madre e hija en tiempos felices....volví a sentir la culpa...y el alivio....y el miedo....y nuevamente la culpa.

Tardé mucho en recuperarme de esa impresión y ese sentimiento, pero ahora, nuevamente, el rostro enfermo de Bella, su sonrisa pálida, sus ojos hundidos volvían a cuestionarme. Por doquier me aparecían fotografías de su cara, de sus manos, de sus pies. Y entonces me escurrían las lágrimas y pensaba en Alejandra, y en Miguel, y en Santiago, y en tantos, tantos niños enfermos de cáncer cuyas historias han llegado a mis manos quedándose dentro de mi corazón. Mientras su familia y amigos hablaban de su mejoría....yo pensaba en lo peor. Tenía terror de que a ella también la vida nos la arrebatara como a Alejandra...y así fue. Bella murió apaciblemente rodeada del amor de su familia, una familia tan maravillosa que ha decidido que la lucha de su hijita no sea en vano y todos, de alguna u otra manera, aportemos a la lucha para combatir el cáncer infantil.

Perdón pero yo no puedo "vivir como Bella"....no soy tan valiente, ni tan fuerte. Me declaro incompetente ante el dolor. Te admiro pequeña guerrera. Te quiero por haber tocado tan profundamente tantas almas, tantas vidas.

Ojalá pueda el día que me toque partir de este mundo....morir como tu, mi niña querida....tan BELLA...tan llena de VIDA.

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