Amor canino

"Nunca abandones a un animal, son bendiciones de Dios que dejas ir", me dijo Maria Antonieta Collins, una extraordinaria periodista a quien me une una gran amistad.
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"Nunca abandones a un animal, son bendiciones de Dios que dejas ir", me dijo Maria Antonieta Collins, una extraordinaria periodista a quien me une una gran amistad.

El consejo hizo mella en mí. Quizá porque me contó que en una ocasión, en un encuentro que tuvo con la Madre Teresa de Calcuta la monja le preguntó cuál era su misión en la vida y ella respondió "dar de comer a animales abandonados". La madre le dijo que era una hermosa tarea porque le "daba voz a quienes no la tenían, abandonar a un animal es abandonar también la gracia de Dios".

Desde entonces, cada animalito que llega a mi casa encuentra las puertas abiertas. Curiosamente no aparecen por mi vivienda animales totalmente de la calle, sino mascotas que por una u otra razón no tienen un hogar o sus dueños ya no pueden tenerlos. Así han arribado a mi casa, patos, pollos, tortugas, peces, pájaros, gatos, perros y hasta un hurón albino.

Hace unos meses, Rosegirl, una preciosa perrita maltés que vivió 6 de los 13 años que estuvo en este planeta con nosotros, falleció. Casi de inmediato mis hijos empezaron a pedirme un cachorrito pero yo no me sentía con ánimos de tener otro perro como sustituto de la que fue mi compañera por tantos años.

"Queremos un bulldog americano mamá", me decían mis hijos, pero como me opongo a la compra de animales cuando hay muchas opciones para adoptar les pedí tuvieran paciencia y que seguramente Dios nos mandaría al perrito que el quisiera.

Un buen día, un señor a quien tuve la oportunidad de entrevistar y con quien he entablado una amistad precisamente por su afecto a las mascotas, mostró a través de Facebook una preciosa camada de bulldogs americanos. No se porqué pero sentí que había llegado el momento de que otros ladridos alegraran mis mañanas.

El hombre me regaló con gusto a uno de los cachorros. Mis hijos y yo fuimos a verlo y nos enamoramos en cuanto lo vimos. "Se va a llamar Hulkeinstein", dijo Angela.

"Mitad Hulk, mitad Einstein...fuerza e inteligencia en nuestra nueva mascota". El animal tiene la mitad de la cara blanca y la otra con manchas, el nombre le quedó pintado. Junto con Hulk, llegaría una sorpresa que agrandaría mi fe.

"El perrito está muy mal... Ya se murieron otros dos cachorritos y no tengo dinero para hacerle frente a los gastos. Parece que se infectaron de algo", me dijo días después Jorge, el amigo que me lo había regalado.

El pobre estaba cuidando de los 8 cachorros, del padre, la madre y otros perros y animales que se han ido arrimando a su casa. "No se. No puedo negarles abrigo... Aquí primero buscamos alimento para ellos y los queremos mucho, pero no alcanza para que un veterinario los atienda". El aprendió un poco de veterinaria leyendo, precisamente por su amor a las mascotas,

Está de más decir que los costos médicos por atender a un animal en los Estados Unidos son descomunales y exagerados. Yo tampoco cuento con un gran presupuesto, pero luego de consultar con Dios y mi conciencia, sentí que no podía dejarlo morir, así que corrimos Jorge, su familia y yo para el veterinario con el animal moribundo.

"Usted podrá pagar en pagos... tranquila", me dijo la administradora de la veterinaria mientras yo firmaba una nueva tarjeta de crédito que me había sido aprobada para poder atender al animalito. Por decencia no voy a mencionar a cuánto asciende la suma pero en verdad sentí que estaba haciendo lo correcto.

"Es verdad... pagaré su tratamiento en cómodas mensualidades", intentaba animarme.

Afortunadamente Hulk se salvó y dos días después de llegar a casa, mientras jugábamos con él, recibí una llamada... ¡casi del cielo! Era mi contadora. No entraré en detalles pero el dinero para pagar por su tratamiento ya está a la vuelta de la esquina, y hasta me alcanzará para cubrir sus vacunas.

Supongo que la fe con que pedí a Dios salvar a mi animalito y me ayudara a pagar los gastos médicos tuvo su efecto.

Entonces, las palabras de María Antonieta y la Madre Teresa cobraron aún más fuerza.

"No dejes ir...la bendición de Dios"... No abandonen a sus mascotas nunca.

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