Obama: la opción más coherente en la hora presente

Los hispanos a pesar de la desilusión con el demócrata, vemos a Romney completamente ajeno a nuestros intereses. El republicano sigue siendo para nosotros, tan repelente como resulta un insecticida para los insectos. Romney durante la campaña no ha hecho sino mostrar prepotencia, desprecio total contra los inmigrantes, las minorías y los pobres de este país.
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President Barack Obama waves to supporters as he is introduced before speaking at a campaign event at Franklin County Fairgrounds in Hilliard, Ohio, Friday, Nov. 2, 2012. (AP Photo/Pablo Martinez Monsivais)
President Barack Obama waves to supporters as he is introduced before speaking at a campaign event at Franklin County Fairgrounds in Hilliard, Ohio, Friday, Nov. 2, 2012. (AP Photo/Pablo Martinez Monsivais)

NUEVA YORK, Nueva York.- El país continúa convulsionado por los estragos del huracán Sandy, una de las catástrofes naturales más severas que haya asolado a Estados Unidos en las últimas décadas. La tragedia ha venido a sumarse a la recesión económica, también, la más grave que padece la nación desde la Gran Depresión y en estas circunstancias, si hay algo que puede contribuir a mejorar las condiciones en dirección del restablecimiento de la normalidad, es el espíritu de unidad.

Frente a este oscuro escenario y a contadas horas de la elección presidencial, Estados Unidos debe decidir quien debe conducir el país por los próximos cuatro años: el demócrata Barack Obama o al aspirante republicano Mitt Romney.

En mi opinión, la opción es clara: la reelección de Obama se impone como la opción más coherente y de sentido común. En este momento histórico, un cambio de dirección equivaldría a un suicidio en el frente interno, amén del rol de liderazgo de Estados Unidos en la comunidad internacional.

La campaña presidencial ha dejado traslucir que aun cuando Obama pudo haber cometido muchos errores, la racionalidad demostrada por él en momentos cruciales, lo hacen merecedor de una segunda oportunidad. En ese sentido, coyunturalmente como establecí antes, los estadounidenses deben reconocer que el liderazgo de Obama, ha unido al país férreamente en el espíritu de solidaridad que la hora presente demanda.

Con Romney no queda la menor duda. Tengo la certeza que su facilidad para mentir cínicamente y cambiar su discurso político según las conveniencias, lo descalifican a una posición como la presidencia, que sobre todo demanda de integridad.

El Presidente Obama, aun sumando todos sus yerros, tiene a su favor un balance positivo, particularmente en el aspecto social. La historia reconocerá al actual inquilino de la Casa Blanca, por haber sido el presidente que logró convertir en ley el acceso a la atención de salud para todos los estadounidenses.

El Obamacare como se la conoce a la reforma de salud, permitió que 40 millones de ciudadanos que carecían de seguro médico estarán cubiertos, con lo cual Estados Unidos no sólo terminará con una afrenta de desigualdad interna sino que se pone a la par de otras naciones avanzadas.

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Obama firmó la orden ejecutiva dando fin a la prohibición que mantenían las fuerzas armadas de no permitir el acceso abierto a los homosexuales. En este mismo contexto, ha expresado su respaldo al matrimonio entre parejas del mismo sexo, lo que en el fondo constituye el derribamiento de barreras sociales y un notorio avance en materia de defensa de los derechos civiles, al ampliar el concepto de igualdad de los ciudadanos ante la ley.

Obama tuvo que enfrentar el desastre económico y moral que recibió como legado de los ocho años de George W. Bush. En esta parte, es imprescindible recordar que, fue esta administración republicana la que echó al traste el superávit dejado por su predecesor, el demócrata Bill Clinton; por esa sola razón fundamental, es inconcebible que Romney, otro republicano del mismo estrato que el aludido ominoso ex expresidente, quiera retomar la Casa Blanca.

Obama está enrumbado la economía, una empresa que no ha sido fácil y cuya recuperación apenas es perceptible por la profundidad de la crisis, pero hay signos irrefutables de esperanza. La reactivación está en proceso tras el paquete de estímulo económico que Obama dispuso en el 2009, el rescate de la industria automotriz, la revaloración del sector inmobiliario y la nueva visión que el presidente ha dado al fortalecimiento de la educación, como el paso previo necesario para acelerar la innovación en la producción.

Los cuatro años de Obama en la presidencia, es un capital indiscutible de experiencia y credibilidad en estos tiempos cambiantes y difíciles que enfrenta el mundo. El presidente ha mostrado equidad, juicio y buena intención al promover un lenguaje multilateral y de reconciliación en política exterior, abismalmente lo contrario a la belicosa postura de Romney; si hay algo que reclama con urgencia el pueblo estadounidense, es no verse envuelto en más guerras.

Finalmente, hay que decirlo a toda voz, Obama no cumplió su promesa de concretar la reforma migratoria. Está en deuda con el electorado hispano que mayoritariamente votó por él en 2008 y que a pesar de eso, hoy, cuatro años después, según las encuestas, lo sigue favoreciendo con las intenciones del voto por más del 70 por ciento. ¿Cómo se explica ese fenómeno?

Los hispanos a pesar de la desilusión con el demócrata, vemos a Romney completamente ajeno a nuestros intereses. El republicano sigue siendo para nosotros, tan repelente como resulta un insecticida para los insectos. Romney durante la campaña no ha hecho sino mostrar prepotencia, desprecio total contra los inmigrantes, las minorías y los pobres de este país.

Obama dio un giro de timón con la aprobación de la Acción Diferida. Esta medida abrió el camino para que millones de estudiantes indocumentados pudieran continuar estudios universitarios y obtener permisos provisionales de trabajo, lo que le da un margen favorable ante el electorado hispano.

Obama ha prometido enmendar y tiene que hacerlo ahora para honrar su compromiso moral con los hispanos. A nosotros nos corresponde actuar en consecuencia con la sabiduría de nuestros
ancestros que sugerían, no cambiar de caballo en la mitad del río.

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