La historia negra tras el juicio contra Texaco-Chevron

De acuerdo con los demandantes, Texaco, para abaratar costos durante la explotación petrolera que efectuó entre 1964 y 1990 no usó la tecnología apropiada y vertió 19,000 millones de galones de residuos y derramó unos 17 millones de galones de petróleo en la región.
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chevron ecuador

En la fría mañana de otoño del 3 de noviembre de 1993, un grupo de indígenas semidesnudos, ataviados con vistosos collares de semillas y luciendo sendos penachos de plumas de papagayo, conmocionaron la Corte del Distrito Sur de Nueva York. Allí empezó la demanda por daños ambientales contra la petrolera Texaco; una tragedia que ha dejado una estela de muerte y destrucción entre los pueblos ancestrales, tanto como a la fauna y flora de la Amazonía ecuatoriana.

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De acuerdo con los demandantes, Texaco, para abaratar costos durante la explotación petrolera que efectuó entre 1964 y 1990 no usó la tecnología apropiada y vertió 19,000 millones de galones de residuos y derramó unos 17 millones de galones de petróleo en la región.

Con estos antecedentes, no sólo los ecologistas sino todos quienes contamos con sentido común, tenemos la certeza que el derrame producido por Texaco, es el mayor desastre ecológico del mundo. El otro referente es la catástrofe del petrolero Exxon-Valdez que encalló el 24 de marzo de 1989 en las costas de Alaska, vertiendo al mar su carga de 11 millones de galones de hidrocarburo.

Veinte años después, el juicio ha servido para demostrar la inmensa capacidad de maniobra que tienen las compañías petroleras transnacionales para eludir la justicia. En esa línea, buscando dejar en la impunidad las reclamaciones de los 30,000 indígenas y colonos ecuatorianos, en el año 2001, Texaco se fusionó con Chevron, la segunda compañía petrolera más poderosa de Estados Unidos, con operaciones en 180 países alrededor del mundo.

El juicio fue instaurado en Nueva York porque la central de operaciones de Texaco estaba localizada en White Plains y no obstante, en el año 2001, a pedido de Chevron, el juez Jed Rakoff de la Corte de Apelaciones de Nueva York, decidió que el caso no era de su jurisdicción y lo dejó en manos de la justicia ecuatoriana con la condición de que la petrolera acate la decisión de estos tribunales

La estrategia de los abogados de la petrolera apostaba entonces a que en Ecuador les sería fácil obtener un fallo favorable, pero no fue así como veremos más adelante. En el 2003 los demandantes unidos en el Frente de Defensa de la Amazonía, reinician la causa contra Chevron en la Corte Superior de Nueva Loja.
En el expediente de la demanda se acumularon 230,000 páginas de información, se recabaron 40 testimonios, 106 informes periciales y se adjuntaron los resultados de más de 80,000 pruebas de resultados químicos de muestras de suelo, agua y sedimentos que determinaron de forma abrumadora la culpabilidad de la compañía petrolera en el daño ecológico y el consiguiente impacto social y económico en el área de explotación.

En febrero del 2010 Chevron apeló a la Ley Federal Contra el Crimen Organizado y acusó a los indígenas y colonos demandantes de ser una "asociación criminal" cuya única finalidad era extorsionar a la petrolera. En febrero del 2011 la corte ecuatoriana encontró culpable de contaminación a Chevron y la sentenció a pagar 19,000 millones de dólares a los afectados. Según el dictamen, la sentencia debe ejecutarse en cualquier país donde la petrolera tenga activos, para lo cual dispuso acciones de embargo.

En tales circunstancias, Chevron acudió a la Corte Internacional de Justicia de La Haya donde demandó al Ecuador por supuesta "denegación de justicia", en otras palabras, que no tuvo la garantía de un juicio justo en el proceso. Desde el 2011 hasta el 2013 La Haya ha emitido tres fallos, él último de ellos el 17 de septiembre, en el que dispuso que Ecuador debe suspender la ejecución de la sentencia en las cortes hasta que termine el arbitraje.

El dictamen de la corte internacional resulta un claro revés no sólo para la justicia ecuatoriana sino para la conciencia de la comunidad internacional. El juicio contra Texaco-Chevron es un ejemplo revelador de cómo en este largo periplo de un juicio de 20 años, el patrón que ha prevalecido es el poder irrefutable de la transnacional petrolera para presionar a los tribunales a dilatar los procesos y a la larga, obtener fallos a su favor.

Mientras tanto, este martes 15 de octubre se inicia en Nueva York otro capítulo de esta historia negra. Los abogados y asesores estadounidenses de los demandantes de Chevron deben comparecer a juicio acusados de fraude. La petrolera ataca ahora con el argumento de que, enjuicia a los abogados de los demandantes porque han buscado "extorsionar, defraudar y perjudicar ilícitamente a la compañía".

Chevron esgrime que "nunca operó directamente en Ecuador, pero heredó esta demanda cuando compró la compañía Texaco en el año 2001" y, tal como hemos visto en el pasado, la justicia se ha mostrado muy diligente al aceptar que el juicio sea sin jurado. El juez ha dicho que "la ley es clara" y no tengo dudas al respecto, pero también es claro que, esa decisión está conforme con el plan trazado por los abogados de la petrolera para eludir una vez más su responsabilidad y eternizar la impunidad.

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