De la hispanidad a medias y otros vicios

A la hora de la verdad, mi hispanidad, tu hispanidad, la hispanidad de nosotros en Estados Unidos, es tan compleja como la conjugación del más irregular de los verbos en todos sus tiempos y formas. Aunque en esencia, el concepto de hispanidad que se celebramos es de orgullo por el ancestro cultural que preservamos en medio de una sociedad que no es la de nuestro origen, hay conductas que desdicen el compromiso intrínseco que supone ostentar este privilegio.
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Mariachi dancer Victor Castillo wishes Amber Garcia a happy birthday while performing outside Cowboys Stadium, to mark Hispanic Heritage Month, before an NFL football game between the Dallas Cowboys and the Washington Redskins on Monday, Sept. 26, 2011, in Arlington, Texas. (AP Photo/LM Otero)
Mariachi dancer Victor Castillo wishes Amber Garcia a happy birthday while performing outside Cowboys Stadium, to mark Hispanic Heritage Month, before an NFL football game between the Dallas Cowboys and the Washington Redskins on Monday, Sept. 26, 2011, in Arlington, Texas. (AP Photo/LM Otero)

mes de la hispanidad

A la hora de la verdad, mi hispanidad, tu hispanidad, la hispanidad de nosotros en Estados Unidos, es tan compleja como la conjugación del más irregular de los verbos en todos sus tiempos y formas. Aunque en esencia, el concepto de hispanidad que se celebramos es de orgullo por el ancestro cultural que preservamos en medio de una sociedad que no es la de nuestro origen, hay conductas que desdicen el compromiso intrínseco que supone ostentar este privilegio.

En efecto, es un privilegio resaltar las raíces, la lengua y los valores que nos distinguen en medio del gran mosaico de culturas que componen este país, al mismo tiempo, considero menester puntualizar sobre aquellos que usan la hispanidad sólo cuando les conviene y cuando no, se avergüenzan de ella.

Antes, comparto la percepción de hispanidad que no es sino el ADN que identifica mi naturaleza, el profundo arraigo a la unidad familiar, a las costumbres que heredé de mis padres y la cosmovisión misma que llevo en la sangre producto de ese bagaje indivisible.

La hispanidad es un valor no negociable. Soy hispano a todas luces por ese mestizaje que dejan traslucir mis rasgos de nariz aguileña y el color de la piel; por la convicción de honrar todos los actos de mi vida y por tener viva la memoria. Soy y seré hispano aun cuando el calendario, silenciosamente vaya despojándome del último de los recuerdos de mi pueblo o, hasta que mis huesos, queden esparcidos en esta tierra.

En mi visión de ser hispano y por extensión, del idealismo de hispanidad, no caben puntos medios, en consecuencia, establecí al principio, traer a colación la otra cara de la hispanidad en Estados Unidos. La de los fanáticos de la metamorfosis, de quienes sabiéndose hispanos se identifican como gringos, la de los que hablan español y se rehúsan a usarlo por bochorno a su pasado de inmigrantes, la de quienes respiran con alivio al obtener la ciudadanía y se ofenden si alguien duda que son "americanos", los que se cambian de nombre por otro más "cool", la de quienes de pronto aparecen con ojos azules y pelo rubio; amén de las mujeres que sueñan con un hombre que las despose con un apellido "nice" y por esa vía, liberarse del Sánchez, Rodríguez o González con el que sus padres las trajeron al mundo.

La hispanidad "de dientes para afuera", es una de las formas más comunes que muchos practican a voz en cuello para proclamarse hispanos en toda actividad comunitaria, cuando en la práctica sólo van urgidos por la banalidad en lugar de un real espíritu de interés cívico.

Estos actos de negación de la hispanidad,están entre los que conscientemente incurren a diario nuestros paisanos en su esfuerzo por ser aceptados. Al hacerlo, no reflexionan que están liquidando sus propias expectativas de crecimiento; ningún cambio estético nos vuelve distintos, la clave está en valorar orgullosamente lo que somos, dueños y exponentes de una cultura que enriquece en cada momento a esta gran nación.

Por otro lado, hay que decirlo con entereza, es necesario priorizar la educación; debemos apostar con urgencia por ella.Tenemos que utilizar los mismos valores que promueve el orgullo de la hispanidad para, con ese potencial, dejar de ser vistos como meras estadísticas y convertirnos en protagonistas del desarrollo de nuestra comunidad tanto como de la prosperidad integral de Estados Unidos.

Salvo contadas excepciones, la hispanidad carece de figuras nacionales, pocos de nuestros líderes tienen la solidez de coherencia que inspire metas de gran aliento; el resto esgrime una mediocridad rampante que desnuda nuestras limitaciones como comunidad.

La falta de compromiso con los principios de la hispanidad que se advierte, responde precisamente al déficit en educación. Aun cuando cuantitativamente los hispanos representamos la primera minoría en Estados Unidos, cualitativamente tenemos mucho trecho por recorrer para ganar representación política y trascendencia dentro de la nación.

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