Nueva York es sacudida nuevamente por un hecho violento a menos de un mes del décimo primer aniversario del ataque al Centro Financiero Mundial, el 11 de septiembre de 2001. Aunque al momento las autoridades han confirmado que el tiroteo de hoy no reviste relación con ninguna actividad terrorista organizada, si enciende las alarmas sobre éste, el tercer tiroteo ocurrido en Estados Unidos en poco más de un mes.
Aunque Jeffrey Johnson de 53 años disparó contra sus ex compañeros de trabajo en aparente resentimiento por haber sido despedido la víspera, el asunto en que se concentra ahora la opinión general es sobre una nueva tragedia en la que una vez más se usó un arma de fuego y sobre, cómo en medio de una campaña presidencial, los candidatos, ni el republicano Mitt Romney ni el demócrata Barack Obama, encuentran forma de decir con entereza a la nación, qué harán para frenar la violencia de las armas de fuego que azota Estados Unidos.
Michael Bloomberg, ha tenido que comparecer este viernes en su propio patio para informar al país sobre el tiroteo que dejó dos muertos y al menos una decena de heridos. Antes el alcalde de Nueva York se erigió en una de las primeras voces que se hizo escuchar en el ámbito nacional en la tragedia de Aurora Colorado y a renglón seguido en Milwaukee.
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Bloomberg cuestionó entonces directamente al Presidente Obama y al republicano Romney por su ambivalencia sobre la amenaza interna que enfrentan los estadounidenses: las armas de fuego. Francamente, el país no ha recibido la respuesta que se supone se debía esperar, sino evasivas a un tema que por sentido común, las máximas autoridades del país están obligadas a actuar de hecho. El control sobre la venta y uso de armas de fuego en el país exige actuar ya.
En Aurora, Colorado, James Holmes de 24 años abrió fuego en un cine contra los asistentes a la proyección de la película de Batman "The Dark Knight Rises", donde murieron 12 personas. En Milwaukee el 5 de agosto otro pistolero abrió fuego matando a 6 personas en un templo sij. Ahora el turno le correspondió a Nueva York, una ciudad en la que para bien o para mal, todo lo que ocurra tiene repercusión nacional.
Pero hasta qué punto, el tiroteo de hoy en Nueva York presionará el establishment para demostrar que la industria de las armas de fuego no está sobre el interés general de los estadounidenses y sobre todo, para desvirtuar que los políticos no tienen compromisos con los productores de las armas de la muerte.
La interrogante salta a la vista: ¿Qué ata a los políticos a no tomar las riendas y con firmeza disponer acciones que frenen de raíz la proliferación de la violencia interna?