El Conrado Marrero: 101 años de virtud y leyenda

El, verdadero orgullo latinoamericano y parte indisoluble de la historia del béisbol en Cuba, actualmente es el pelotero más longevo que jugó en Grandes Ligas. El 25 de abril pasado cumplió 101 añitos y va camino de los 102. El hecho de perder la visión no le ha impedido seguir al tanto del béisbol nacional a través de la radio. Con increíble lucidez menciona a los nuevos héroes del principal pasatiempo de los cubanos. Sirvan estas líneas para que las nuevas generaciones conozcan a este patriarca que aportó su granito de arena para despejar más el camino hacia la Gran Carpa de los peloteros latinos.
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conrado marrero

Damián L. Delgado-Averhoff y Pedro Hernández Soto:

El Guajiro de Laberinto, verdadero orgullo latinoamericano y parte indisoluble de la historia del béisbol en Cuba, actualmente es el pelotero más longevo que jugó en Grandes Ligas. El 25 de abril pasado cumplió 101 añitos y va camino de los 102. El hecho de perder la visión no le ha impedido seguir al tanto del béisbol nacional a través de la radio. Con increíble lucidez menciona a los nuevos héroes del principal pasatiempo de los cubanos. Sirvan estas líneas para que las nuevas generaciones conozcan a este patriarca que aportó su granito de arena para despejar más el camino hacia la Gran Carpa de los peloteros latinos.

Aquel guajirito de unos diez u once años observaba embelesado el desarrollo del improvisado piquete; eran nueve contra nueve y, en juego, esa rara cualidad cubana de siempre querer ganar hasta a las escupidas. No levantaba tres cuartas del piso pero, si la faena en el campo lo permitía, atravesaba la frontera de la finca El Laberinto para presenciar aquellos duelos, que fueron perdiendo la espontaneidad hasta convertirse en algo muy serio.

Con el tiempo a Delfín López, alias Cucho Polaina, se le ocurrió armar una novena en la finca, a la cual nombraron Los Tigres. Y concurrieron presurosos casi todos los jóvenes del lugar, entre ellos Conrado Marrero, que ya usaba pantaloncillos largos y tenía bigotes, aunque mantenía activas sus peregrinaciones beisboleras. Él probó fortuna en el campo corto y desafió las sinuosidades del terreno, hecho por ellos mismos a puros guatacazos. Ahí, y a mano limpia, aprendió a fildear.

Entre una cosa y otra, Polaina se autoproclamó pitcher estrella y casi inamovible... hasta el día en que los palos fueron tantos que, a la desesperada, echaron mano del torpedero, cuyo dominio de un raro envío, capaz de "jorobarse" en el aire, o los sacaba del apuro o los hundía. Lo había aprendido a tirar con naranjas. La improvisación surtió efecto. Marrero aguantó las embestidas rivales y a partir de ahí monopolizó la lomita.

Desde ese momento comenzó a forjarse la reputación del Guajiro de Laberinto, verdadero orgullo de los cubanos y parte indisoluble de la historia del béisbol en la isla. Por fortuna, esta leyenda permanece entre nosotros.

Bautismo

Corría el año 1937 y en Isabela de Sagua requirieron de sus servicios. Una afamada selección, representante de la cienfueguera casa Stany y que jugaría en el campeonato de la Unión Atlética Amateur (UAA), se erigía como un valladar difícil de sobrepasar para los locales. Poco le importó el rango al Guajiro. Les propinó nueve ceros (1×0) ante la incrédula mirada del dueño del negocio, Ricardo Peñas de Armas, quien no desaprovechó la ocasión para convidarle a unirse al team sureño.

Adversidad

- Olvidar la derrota contra el Chino Canónico (Daniel) es imposible. Fue un partido extra para decidir el Mundial de 1941. Se efectuó en el estadio La Tropical de La Habana. Los venezolanos me ligaron bien en las tres primeras entradas y nosotros solo pudimos anotarle una a Canónico. Esa tarde nadie le ganaba, además, jugaron muy bien en todos los órdenes.

"Del entusiasmo que reinaba en La Tropical aquello terminó parecido a una procesión mortuoria. Por suerte, al año siguiente, tomé desquite con lechada de 8×0 frente al propio Canónico".

Conflicto

Eso de firmar como profesional no entraba en sus planes. Le agradaba su condición. Pero la Unión Atlética Amateur (UAA) estaba empeñada en despojarse de los "impuros". O sea, de quienes cobraran por sus servicios o jugaran contra peloteros rentados. La inquisidora y racista organización tenía que velar por la pureza de las prácticas atléticas, reservadas por regla a la aristocracia y la burguesía, los únicos que podían darse el lujo de renunciar a retribuciones monetarias.

En 1943 hirieron su orgullo al suspenderlo tras participar en un partido de exhibición en Camagüey. La gota que colmó la copa cayó en 1945, cuando volvieron a sancionarlo debido a su intervención en un choque benéfico a favor de la Sociedad de Color, en la localidad villareña de Santo Domingo. Aquella cacería de brujas le obligó a cambiar de opinión y dar el salto al béisbol profesional.

Fotos del Guajiro de Laberinto en HuffPost Voces:

Conrado Marrero: 101 años de virtud y leyenda

Intransigencia

-Uno de los hermanos Pasquel quiso contratarme para jugar en la Liga Mexicana por 600 pesos más los gastos y me aseguró, de palabra, que aquel pacto sería por dos o tres años. Le pedí garantías para la siguiente temporada, es decir, firmar un contrato legal. Él respondió con altanería:

"¡Estás equivocado!, hablas con un hombre de 50 millones de pesos".

Aquello me dio tanta soberbia que le dije que se guardara su dinero y no había más que hablar.

Inteligencia

Lanzarle al fornido moreno de apellido Robinson formaba parte de la rutina del entrenamiento en su nueva casa, los Senadores de Washington de las Grandes Ligas estadounidenses. Casi siempre el veterano guajiro le tiraba lo mismo: bajita, rápida y por encima de home. Recibía como respuesta descomunales batazos. Pero la estadía del toletero en la capital norteña sería efímera porque estaba a préstamo. Lo pasaron al Chicago y fue inevitable el encontronazo. Allá fue a lanzar Marrero y en medio del partido, con Robinson en turno, el mentor Bucky Harry visitó el box...

-A Robinson tírale alto, a la barba, sugirió Harry.

-¡Ooh! Si es así entonces hay que decirles a los jardineros que estén atentos porque va a dar un palo --ripostó Marrero

-Entonces, ¿cómo vas a pichearle?

-Bajo; sobre la altura de la rodilla.

-¡Nooo! Ahí sí que es verdad que va a matar a uno allá atrás.

-Si la bola es bajita y dura es probable que conecte fuerte porque saca bien el bate. Pero si es bajita, a media velocidad, él adelanta el swing, se mete debajo y conecta flaicitos. Varias veces en la práctica noté su debilidad.

Aquel diálogo desembocó en una sui géneris apuesta.

-¡Un tabaco a qué así lo sacó out! --confrontó Marrero a Harry

-Acepto --contestó el entrenador, que ni siquiera se había acomodado en el banco y ya su pupilo había dominado en elevado al cuadro al peligroso bateador. Después hubo otros dos tabacos y al final del partido, el manager del Washington le obsequió a su lanzador una caja de puros.

Magisterio

Tras su retiro el club Boston de Grandes Ligas lo contrató como scout. Con el advenimiento de la revolución fidelista, le ofrecieron pagarle la salida hacia Puerto Rico junto con toda la familia y allí continuar su labor, pero él se negó y prefirió quedarse y ayudar a potenciar el béisbol amateur tras la eliminación del profesionalismo.

"Sí, es cierto. Cuando se erradicó el profesionalismo y se habló con nosotros, José Llanusa, entonces presidente del Inder (Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación), dijo: 'Los que se quieran ir lo pueden hacer sin problemas, pero los que se queden van a trabajar y luchar aquí'. Entonces hubo un grupo grande de entrenadores como Natilla (Jiménez), Conrado Marrero (...), infinidades, que se quedaron. Y aprendimos mucho de ellos y después fueron nuestros managers y entrenadores. Esa es la verdad", confesó en una entrevista el expelotero Pedro Chávez.

Y hasta los 87 años vistió de pulcro traje beisbolero, sin rivales a quienes ponchar, pero rodeado de soñadores a los cuales les trasmitió sus amplios conocimientos y que en muchos de los casos alcanzaron a llegar al equipo Cuba.

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Educador

-Estando en Santiago me mandaron a buscar porque Vinent (Braudilio) había perdido varios juegos. Como tuvo problemas con la mujer, no paraba. Me preguntaron qué le pasaba y les dije que le preguntaran a él, aunque pensaba que la velocidad se le había ido por la entrepierna.

"Entonces le propuse a la gente del Inder que hablaran con Vinent para, si aceptaba, que fuera a vivir conmigo: trataría de aguantarlo. Él aceptó, pero le puse mis condiciones. La primera era que tenía que llegar a la casa antes de las nueve de la noche, después de esa hora no le abría la puerta. Siempre llegó temprano.

"Yo madrugaba y le llevaba el desayuno, luego íbamos a correr. Vinent no trotaba, corría mucho, era una bala. En lo que cualquiera demoraba 30 minutos, él hacía la misma distancia muchísimo más rápido. Al poco tiempo lo pusieron en tres juegos en una misma semana y los ganó todos".

Retrato

Quienes tuvieron la fortuna de verlo actuar aseguran que sus virtudes histriónicas descansaban en su inteligencia, en el dominio de la slider --por aquella época le llamaban curva hacia fuera-- y en un control milimétrico de la zona de strike. No le quedaba otra opción a quién la providencia le negó las cualidades físicas óptimas para ser un gran atleta. Incluso su brazo de lanzar, el derecho, era más pequeño que el izquierdo.

El receptor Andrés Fleitas, su compañero de batería en tres Series Mundiales Amateurs y en el club Almendares, aseguró que Marrero era capaz de completar un juego con solo 89 disparos, otro con 93 y un tercero con 92 y solo haber tirado entre diez o doce rectas en los tres. Algunos más osados, beisbolistas y cronistas, afirmaron que tiene que haber sido uno de los pitchers de más control de todos los tiempos...

Estatura

Durante mucho tiempo circuló una historia que involucraba a Marrero y al mítico Ted Williams. "Lo que la gente dice es que lo ponché y le di la pelota para que me la firmara. Y que entonces él me dio un jonrón y me dijo: 'Vete a buscar la otra para firmártela también'. Eso es un cuento".

"El que lo ha dicho es... uno que es muy amigo mío... de Quemado de Güines, muy chistoso... Enrique Núñez Rodríguez. Eso lo dijo él, pero eso no es así. Williams siempre jaraneaba mucho conmigo, yo no le caía mal. A veces llegaba por la espalda y me cargaba de sorpresa y corría conmigo".

Al enterarse Núñez Rodríguez de lo dicho por el Premier, envió una crónica a la redacción de un diario nacional que fue publicada días después. Con ese humor y agudeza que lo caracterizaba, Núñez Rodríguez inmortalizó aquel incidente:

"La anécdota es tan simpática que merece ser verdad y la publiqué. [...]. Alguna gente se me ha acercado para decirme que Marrero me desmintió, como queriendo insinuar que debo estar molesto por eso.

"¡Todo lo contrario! A mí me suena a música en los oídos su afirmación.

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