Cubano Yuliesky Gourriel toca a la puerta del beisbol profesional

Los méritos no se heredan. Los apellidos de regio abolengo resultan intrascendentes si se carece de inteligencia, voluntad y talento. Eso parece saberlo Yuliesky Gourriel, quien se abre espacios en la voluminosa historia de la pelota cubana. Cada vez que salta al terreno enfrenta su propia guerra, sin el menor atisbo de favores o débitos ajenos. Brilla... y mucho, aunque otros se empeñen en minimizar sus logros. Solo con el tiempo se juzgará la verdadera dimensión del paso por los diamantes de este joven de 26 años, hijo del otrora estelar Lourdes Gourriel.
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yuliesky gourriel

Los méritos no se heredan. Los apellidos de regio abolengo resultan intrascendentes si se carece de inteligencia, voluntad y talento. Eso parece saberlo Yuliesky Gourriel, quien se abre espacios en la voluminosa historia de la pelota cubana. Cada vez que salta al terreno enfrenta su propia guerra, sin el menor atisbo de favores o débitos ajenos. Brilla... y mucho, aunque otros se empeñen en minimizar sus logros. Solo con el tiempo se juzgará la verdadera dimensión del paso por los diamantes de este joven de 26 años, hijo del otrora estelar Lourdes Gourriel.

"El apellido Gourriel pesa. Mi padre es de los grandes peloteros que ha dado Cuba. Desde que comencé no veían al jugador, sino al hijo de la figura. Ha sido muy difícil para mí y mi hermano mayor Yuniesky. El más pequeño --Lourdes--, ahora va a saber lo que le viene encima", confesó.

"A pesar de la presión, él ha sido mi guía en la vida y le debo casi toda mi carrera. En los juveniles me dirigió y estuvimos casi nueve años juntos en el equipo espirituano. Fundamentalmente ha influido en la ofensiva, no solo durante la temporada regular sino también dentro del team Cuba."

A propósito, Gourriel, la gran sensación en el I Clásico Mundial de Beisbol (2006), acaba de formar parte del equipo antillano que obtuvo el título en la Semana Beisbolera de Haarlem, Holanda. Allí ganó la distinción de Jugador Más Valioso (MVP, por sus siglas en inglés), gracias a un porcentaje ofensivo de .318, un promedio de embasado de .500, empujar siete carreras, anotar otras tantas y recibir ocho bases por bolas.

Icono mediático
Hay atletas que nacen con estrella para los medios. Gracia o virtud, que en ocasiones germina sin premeditaciones y en ese grupo de bendecidos sin proponérselo, él tiene un puesto. Desde que irrumpió en la temporada 41 (2001-2002) de las series nacionales se convirtió en objeto de interés permanente.

Como consecuencia algunas personas minimizan sus cualidades por ese exceso de "Yuli por aquí, el Yuli por allá", que se escucha, una y otra vez, en reportes y trasmisiones de los partidos. En apariencia, la sobresaturación del mensaje se convirtió en arma de doble filo, principalmente en el estadio capitalino Latinoamericano, porque criticar su talento parece cuestión de empatía y no de cordura.

"Ellos --los medios-- hacen su trabajo y yo el mío. En ocasiones han sido duros, otras no. Solo trato de desempeñarme lo mejor posible. En la primera temporada sentí abucheos; quizás porque la gente piensa que estás ahí por ser el hijo de papi. Le puede pasar a cualquiera. En la segunda y tercera campañas aumentaron las rechiflas... y no solo en el Latino, aunque allí parece lógico porque por la capacidad de la instalación asisten más aficionados; además, ese es el público más polémico del país.

"Soy sincero, realmente no me explico qué pasa. Algún día voy a preguntarle al público por qué me gritan tanto (la gente corea Shakira cada vez que sale al home plate o realiza alguna jugada). Dije en una ocasión, y ahora lo reitero, que me gustaría pensar que lo hacen para desestabilizarme en el juego. No quisiera creer que es por otro motivo."
Esclarecida desde su perspectiva aquella polémica, nos enrolamos en otra no menos escabrosa y que le quita el sueño a la mayoría de los aficionados, quienes claman por cambios en la estructura competitiva de la Serie Nacional.

"La serie está bien y no debe moverse. Después de concluida podría realizarse una Selectiva con menos conjuntos: cuatro o seis, y así elevar el nivel. Sería excelente enfrentar lanzadores de calidad asiduamente. Así nos acostumbramos a mayor rigor, imprescindible a la hora de responder en el extranjero, donde la mayoría de los rivales presenta a jugadores con mucho oficio.

"Desconocemos a los adversarios. El escauteo en Cuba no está de moda. Enfrentamos a los lanzadores sin verlos, razón por la cual los partidos se nos complican al principio. Nos cuesta trabajo hacerles carreras en las primeras entradas porque te adaptas a ellos a partir del segundo o tercer turno al bate y en el beisbol moderno, cambian a los abridores en la quinta o sexta entrada. En esas condiciones es difícil poder conectar.

"A veces llevan a varios a escautear. Analizan lo hecho por los contrarios en pleno campeonato; no existe un seguimiento de su desempeño en otros torneos, tal y como debe hacerse.
"En los Juegos Olímpicos de Beijing estudiamos al japonés Yu Darvish (actual jugador de los Rangers de Texas) . Resolvimos varios videos de él lanzando en la liga profesional de su país. Así determinamos qué envíos dominaba, cuál era el ángulo de salida de los lanzamientos, en fin. Todo lo aprendido salió en el partido y le caímos a palos. En el II Clásico no escauteamos a Iwamura (vencedor en el choque que decretó la eliminación de Cuba), pero sí lo hicimos con Matzusaka (los derrotó en el primer enfrentamiento de la segunda ronda), aunque no pudimos descifrarlo por ningún lado."

Coincidir sobre la grama con los mejores del planeta representa un reto y un privilegio; lucir ante ellos... un orgullo. Generaciones pasadas no recibieron esa oportunidad y siempre cargarán, gústenos o no, con el sambenito de no haber confrontado a los beisbolistas más capaces.
"Los dos Clásicos han sido extraordinarios. Lo más grande después de ser campeón olímpico. Fue la posibilidad de enfrentar a peloteros que son estrellas en las Grandes Ligas. Jugar al mismo nivel de ellos, e incluso ganarles".
Deseo compartido a voces

La tercera edición del Clásico (2013) está al doblar la esquina y la Federación Internacional de la disciplina (IBAF, por sus siglas en inglés) ya eliminó varios torneos de mayores para potenciar otros por rango de edad (sub 23, sub 21, etcétera). En semejantes circunstancias las variantes casi se imponen.

"Prácticamente vamos a tener una sola competencia fuerte cada cuatro años: el Clásico; por consiguiente tendremos bastante tiempo libre después de las temporadas en Cuba. Pienso que se podría jugar en otras ligas. Puede ser en Asia o Europa.

"Ojalá se pudiera porque la pelota está subiendo de nivel y no podemos estancarnos. Se puede aprovechar ese tiempo libre. Creo que eso va a ser beneficioso para todo el mundo".
- ¿Está claro que te gustaría probarte en otra liga?

- Sí. Es una realidad. Me gustaría jugar en otra liga no solo para probarme individualmente sino para demostrar la fortaleza del béisbol cubano a escala mundial.

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