De extorsiones, treguas y el día a día

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Por Roberto Flores/Diario digital ContraPunto

SAN SALVADOR - El barbero toma la cabeza de su cliente con ambas manos y la hace girar hacia la izquierda, sin aplicar mucha fuerza. Luego interviene con su máquina, desapareciendo a su paso líneas de cabello.

La conversación inicia con la pregunta más insólita.

-Don, ¿y a usted quién le corta el pelo? Es decir, usted puede, pero no creo que se lo corte usted mismo ¿o sí?

En la boca del barbero se dibuja una pequeña sonrisa, que en este hombre, pequeño y tosco, de piel morena y pómulos pronunciados, es lo más parecido a una carcajada.

-Ahhh... a mí me lo corta un amigo con el que estuvimos en el cuartel. A veces me lo quita un mi ayudante que tengo, pero mayormente ese amigo que le cuento.

- ¿Y usted estuvo un buen tiempo encuartelado?

-Desde el 85 hasta que me salí, allá por el... por el 99 fue. Si nosotros solo allá en oriente pasábamos, hasta por 30 días nos mandaban allá.

- Eran tiempos difíciles...

-¡Ja! Cállese, aquello fue yuca...

El barbero hace una pausa y da la vuelta para limpiar con un cepillo la peineta de la máquina que le sirve de sustento. Luego contará que tras la guerra aprendió en el cuartel el fino arte de moldear el cabello de los soldados. Después de retirarse del ejército instaló su propio negocio, este en el que ahora se encuentra con un solo cliente, aunque en la mayoría de las ocasiones -según dice- la fila de espera la integran no menos de tres melenudos a la espera de que intervengan sus buenos oficios.

- Y después de la guerra se vino la otra guerra verdad...

Antes de contestar, el barbero toma la cabeza del cliente con ambas manos y la inclina sin mucho esfuerzo hacia adelante. Luego aplica la máquina y contesta.

- Ahora es peor, porque antes uno se cachimbeaba con la guerrilla, uno sabía que los condenados estaban en el otro bando, en la montaña. Pero con estos babosos uno no sabe quiénes son, ¡puede ser cualquiera!

No ha sido necesario que se mencione la palabra "pandillas". El barbero sabe -como la mayoría- que después de la guerra civil que enfrentó a la guerrilla y al ejército, la otra guerra es la librada entre la MS 13 y el Barrio 18, las dos principales pandillas en El Salvador. ¿En qué otro contexto si no en el de una guerra puede haber tregua?

- ¿Pero a usted nunca lo han jodido don? O sea, ¿no lo rentean? -la pregunta es arriesgada, no cualquier persona que pueda estar siendo extorsionada siente la confianza como para hablar de su situación, pero en esta ocasión el barbero parece que hará una excepción.

Retira la máquina de la cabeza del cliente. Se aleja un par de pasos para verificar la uniformidad del corte y luego regresa.

- Hace dos semanas que harán tres años de que ya no me piden pisto. Pero bien les estuve dando por unos seis años más o menos.

- ¿Y qué pasó?

- Pues ya no siguieron viniendo. Pero a los vecinos aquí -hace un ademán con la mano para abarcar a los otros dos negocios que colindan con el suyo en esta pequeña placita- todavía les vienen a cobrar. Hasta sesenta dólares les dan a la semana.

- ¿Y a usted cuánto le quitaban?

- A mi me pedían menos, como veinticinco dólares al mes, cinco por semana.

- ¿Y cómo fue que le cayeron? -el instinto periodístico del cliente se ha delatado, pero tras la pregunta el barbero ha hecho una pausa y por el espejo que está enfrente se le puede ver dirigiendo la mirada al aire. Está recordando.

En adelante, la conversación se convierte en una especie de monólogo. Si el cliente habla corre el riesgo de provocarse una cortada con la navaja que el barbero ha comenzado a utilizar para afinar el corte.

"Fíjese que lo que los babosos hacen es mandar a uno más pequeño, a algún cipote. El que mandaron adonde mí vino en la mañana y se paró ahí -el barbero señala la entrada- y solo me dijo 'aquí le hablan', y ya traía el teléfono en la mano.

Yo ya sabía que algo así iba a ser, pues sí, como usted sabe que uno se da cuenta de lo que habla la demás gente, a la que también le piden renta. Pues sí, y como uno sabe ya más o menos, yo bien atiné que algo así era.

Ya entonces me dijo el que estaba llamando, un tal Gato que le dicen, que les tenía que dar una colaboración. 'De cuánto' le pregunté yo, y ya me dijo él que eran veinte dólares semanales -toma la cabeza del cliente y la inclina a la derecha, para dibujar el trazo perfecto de la barba-.

Pero con esta gente uno debe de saber hablar, no salir así de rebelde va, sino que hay que hablar con ellos, negociarles pues, porque si uno les paga lo que piden de entrada, ya entonces solo es subir y subir y ahí es donde lo joden a uno. Entonces ya le dije yo que... pues sí que entendieran pues que veinte dólares es mucho va, con que apenas saca uno el día y tiene que pagar la luz y lo del alquiler.

Entonces así, hablando hablando, fue que ya logré que me cobrara solo diez. Y así empezaron. Ya me dieron un día y ahí venía todas las semanas el mismo cipote y ya sabía yo que venía a traer los diez dólares".

- ¿Pero no lo amenazaron? -el cliente ha aprovechado una pausa en el monólogo del barbero, que ha vuelto a agarrar la máquina para corregir el corte.

"No. Es que recuerde que si uno les sale tranquilo no le dicen nada, ya si uno anda de opuesto es que le dicen que le van a matar a la familia o que lo van a matar a uno, pero yo como le digo me puse a hablar con ellos pues y ya les decía que si les iba a pagar pero no lo que me pedían de entrada.

Hubo una vez que ya tenían como tres semanas de que no venían, pero ellos siempre le cobran las semanas en las que no vienen. Y ya la vez que vino el cipote yo iba de salida, a pagar unos recibos iba a San Salvador, y ni pisto tenía, solo cinco dólares me quedaban.

Entonces ya le dije yo que solamente eso andaba. 'A pues espéreme, le voy a hablar al Gato' me dijo, y ya me lo pasó. Entonces ya le dije yo que, pues sí, la cosa está jodida y que a ver si me hacía una rebajita pues, porque no me salía estar dando los diez dólares. 'Ya vamos a ver, ahorita dale los cinco al bicho', me dijo.

De ahí en adelante, ya solo cinco les estaba dando a la semana, hasta que dejaron de venir. Pero como le digo, acá a los vecinos todavía les vienen a pedir. A mi gracias a Dios ya no".

- ¿Pero y la policía don?, si aquí nomás hay una caseta de la policía -El cliente ya se levantó de la silla. El barbero ha terminado el trabajo y la conversación ahora es frente a frente.

- Pues sí... es que mire, usted sabe que hay policías que... pues sí, son de los mismos pues. Si hay bichos que por aquí viven y como ya se pueden a los policías no dicen nada.

-Bueno... a ver en qué para todo esto.

-Yo creo que es pajita, todo esto, lo de la tregua y todo, esos babosos ahí siguen, no le digo que ahí vienen a fregar a los vecinos pues. Lo que toca es seguir trabajando, no hay de otra.

-Cabal. Tenga don... -los dos dólares se deslizan de las manos del cliente a las del barbero-. ¡Muchas gracias!

-A usted. Que le vaya bien.

****

El parqueo en donde este comerciante descarga su producto es amplio. Está en la parte posterior del mercado municipal de Soyapango, el principal centro de abastecimiento para las clases bajas y medias de este municipio, oriente de la capital.

Un día antes, vía telefónica, el comerciante ha aceptado -bajo total reserva- hablar sobre lo que para él significa pagar en ese lugar, mes a mes, una cuota por su seguridad y la de sus ayudantes.

A la hora acordada, en periodista y el comerciante logran identificarse en aquel parqueo, en donde varios comerciantes se encuentran en la faena, proveyendo de su producto a los puestos del mercado.

- ¿Qué tal? ¿Cómo va la jornada?

- Bien, bien, ahí estamos.

- Bueno... gracias oye por aceptar platicar un poco.

-No, para nada, es importante que la gente sepa. Pero mirá, vámonos para allá, y ahí platicamos más tranquilos, porque por aquí andan algunos.

Ambos caminan y se sientan cerca de una fila de vehículos. La conversación la inicia el comerciante, mostrando al periodista la fotografía de un niño que guarda en su celular.

-Fijate este niño. Por acá sabe andar y siempre me anda pidiendo coras. "¿Y para qué la querés?" le pregunto yo, "para comer", me dice. Pero ya vengo yo y le digo que lo voy a invitar a una pupusa, pero él me dice que no, que la cora quiere. Y así empiezan, desde chiquitos están mentalizados en pedir dinero, y no te piden otra cosa.

El periodista trata de ir al grano.

- ¿Y hace cuánto comenzó est.... -el comerciante le advierte con una señal. Una mujer se ha aproximado a venderle dulces. Todo indica que ya se conocen. Él le compra unos cuantos y luego ella se marcha.

- A pues estas bichas son de las que andan con los mareros. Aquí la mayoría están metidos en esto.

- Imagino que es una de las cosas más angustiantes, andar cuidándose hasta de con quién habla.

- Vos no te podés meter prácticamente con nadie. Vos entrás al mercado y ahí ellos van a robar. De ahí solo pasan y tiran el arma en donde las vendedoras y se acabó el problema, porque muchas veces esas vendedoras son las mamás de todos estos bichos.

O sea, uno no puede confiar en nadie -continúa el comerciante-. Mirá aquel que está en la puerta, allá -y señala hacia una de las puertas principales, en donde un tipo de piel morena, con sobrepeso en el cuerpo y una gorra se mantiene platicando con los ayudantes del comerciante, una estampa de lo más normal-. Es de los mismos, y a la hora de un problema esos solo actúan pues...

- ¿En qué año comenzó esto para usted?

- Yo tengo catorce años de estar acá y desde los primero años que vinimos a este lugar ya ellos nos pedían colones, porque en ese tiempo eran colones, un colon, dos colones, cinco colones y así sucesivamente. Nosotros pagamos una renta de veinticinco dólares al mes, pero a nosotros nos tienen así como bien baja la cuota, porque hay personas que bastante elevadas se las dejan.

Incluso yo he visto bastantes personas que vienen y quizás se hacen los rebeldes y ha habido varios que los han puyado, han muerto.

- ¿En serio?

- Este sector de aquí arriba -y señala a un costado del mercado-, le llaman la Villa de Jesús. Allá arriba le llaman La Trampa, esos son sectores donde no se puede entrar así por así.

Te dan como una garantía de que si vos pagás ellos no te molestan y vos podés entrar a cualquier parte del mercado, dejás tu producto donde querrás.

- ¿Y hasta cuánto les cobran a los demás comerciantes acá?

- Yo me he dado cuenta que personas con negocio allá adentro pagan 60 u 80 dólares mensuales.

Nada menos el muchacho que estaba allá que te dije, en la otra puerta, es el que me cobra a mí, él dice que en la semana le salen más de trescientos dólares.

Pero pasa que de todo lo que recogen... va, un ejemplo: recogen 100 dólares, a ellos les dan un porcentaje de lo que recogen, lo demás se va al penal. Incluso yo he tenido personas que me vienen a cobrar aquí, que han estado dentro del penal. Esta semana que pasó han sacado a 60 del penal, aquí andan ahorita.

- ¿Gente que recién sale del penal viene a extorsionar?

- Sí, ellos siempre quedan activos. Incluso estando dentro del penal. Por ejemplo, el que me lo cobraba antes que este -el comerciante vuelve a señalar, con disimulo, a su extorsionista- lo metieron preso y a veces desde el penal me llama.

Eso hasta cierto punto le ayuda a uno, estar comunicado, porque cualquier problema allá adentro -el dedo del comerciante apunta ahora hacia el mercado- sólo le hablas a uno de ellos y le decís "mirá, tengo problemas con uno de ustedes", y vienen ellos y rápido se rebuscan y te echan la mano... hasta cierto punto.

- La pregunta es más que obvia, pero tengo que hacérsela ¿Cómo le afecta esto a su empresa?

- Fijate que pasan varias cuestiones. Por ejemplo, vos sabes que mensualmente tenés que estar dando cierta cantidad, pero se viene los días festivos, como el 24 y 31 (de diciembre), y te dicen "de tanto va a quedar el aguinaldo", entonces vos tenés que negociar con ellos.

A mí me dijeron el año pasado "te va a quedar el aguinaldo de doscientos dólares". Me tocó negociar con ellos, y nos pusimos a dialogar hasta que llegamos a un acuerdo: de los doscientos logramos bajar a cien. Eso afecta la economía de la empresa. Nosotros, gracias a Dios, la empresa absorbe el gasto, pero en otros lugares no, en otros lugares a uno le toca absorber el gasto, o mitad y mitad.

- En catorce años imagino que usted ha visto muchas cosas acá...

- Muchos clientes se han ido. Acabo de perder uno, no era de los que compran bastante, pero era un cliente.

Fue hace dos semana. Se fue porque dijo que no era rentable su puesto porque tenía que pagar.

Él me hacía el comentario, "mirá, pasa en la mañana uno, pasa otro en la tarde, todos una cora, pero en el día pasan hasta doce o trece, y ya son más de seis dólares, más el producto que a veces me piden y se lo llevan".

Y yo me quede impactado ante algo que me dijo: "traía un dinero para invertirlo", me dijo. "¿Y cuánto capital para invertir traías?", le pregunté, "siete mil dólares", me dijo.

"¿¡Siete mil dólares!?", "siete mil, y de eso ya no tengo nada", me dijo. Pasó poco tiempo, como ocho meses, y se le acabaron los siete mil.

Créame, eso es un día a día, pero uno tiene que estar pagando, lo mínimo una cora a cada uno, pero pasan diez, doce o quince en un día. Si en un día pagás tres dólares, al mes ¿cuánto no se paga? ¡Son noventa dólares!

- ¿Y qué ha pasado con los proveedores como usted?

- Muchas personas quizás por no pagar ese dinero mejor ya no entran y se rebuscan por otro lado. Yo así, sinceramente, prefiero mil veces estar en este lugar que ir a una colonia.

- ¿En las colonias es peor?

La pregunta da paso a que el comerciante cuente una de las historias que tiene en su haber como comerciante rutero. La misma se puede resumir así:

Hace cuatro años, este comerciante fue interceptado por tres vehículos deportivos, "de lujo" según cuenta, en una de sus rutas de venta. Uno de los pasajeros de esos vehículos salió armado y sacó del camión al comerciante y sus ayudantes. A él lo subieron en uno de esos autos y lo llevaron, junto con el camión y la mercadería, lejos de donde los interceptaron, hasta entrar en otro municipio.

Ahí, los asaltantes los llevaron bajo un puente en donde pasaron la mercadería de un vehículo a otro. Antes de irse, los asaltantes les dijeron al comerciante y sus ayudantes que esperaran veinte minutos antes de salir, que afuera los estarían vigilando. Ellos tardaron más de veinte minutos antes de cobrar valor e irse. Perdieron, en aquella ocasión, tres mil dólares.

- ¿Nunca ha pensado en andar armado y defenderse?

- Fíjese que no, la verdad siempre he pensado que las cosas pasan porque Dios las permite. Soy evangélico, Dios tiene un propósito que nos da a nosotros, y si el propósito de Dios es que un día yo tenga que perder la vida, pues hasta así va a ser.

En el parqueo la lluvia ha acelerado la plática. El comerciante aún tiene mucho producto que descargar. Su extorsionista se ha anticipado y ha comenzado a ayudarle a bajar la mercadería.

****

En la oficina del comisionado Marroquín Vides, jefe de la División Central de Investigaciones (DCI) de la Policía Nacional Civil, hay muchos títulos y reconocimientos colgados en la pared.

Se nota que Vides es un oficial de trayectoria. Si no fuera así, no lo hubiesen instalado en su puesto hace un año, desde donde se encarga de las investigaciones de delitos, las extorsiones de los más comunes.

- ¿Por dónde nos sentamos? -pregunta Vides antes de iniciar la entrevista.

- En donde usted quiera -contesta el periodista.

Uno de los empleados del área de comunicaciones de la Policía que acompaña la entrevista sugiere que sea en una mesa, a la derecha del escritorio de Vides. Un reconocimiento de compañeros policías hecho al comisionado la adorna.

- Comisionado, deme un poco de contexto en esto de las extorsiones ¿Cuándo es que este delito cobra auge?

- La verdad es que este delito, lo tenemos desde el 2006, pero se nos incrementa en el 2009 y 2010, porque los años anteriores, si bien es cierto que hay una cantidad de extorsiones, es ya en el 2009 que casi se nos duplican las denuncias.

- ¿Y qué habrá intervenido para en esos años ustedes hayan registrado un mayor número de denuncias?

- Mire, hay muchos factores -Vides se acomoda en la silla y comienza a pensar-. Puede ser uno que la pandilla decide ya incrementarlas para tener como una forma de vida, ya no como algo esporádico, sino convertirlo como una plataforma de cómo obtener la parte económica.

Recuerde también que la pandilla también va buscando cómo hacer ingresar más dinero, porque también tienen más necesidades de pagar abogados, de comprar armas, de sostener a la gente que tienen en los penales, a los familiares de los que están en penales, entonces pueden ser todos esos factores. Y también no podemos descartar el hecho de que la población haya optado por denunciar también más.

-Y si nos ponemos a comparar ese 2009 y 2010 con el presente, ¿cuáles son los resultados?

- Mire, la verdad es que en relación a las cuestiones de los incrementos también se ha aumentado lo que son las capturas y como consecuencia lógica las condenas, porque fíjese que en 2008 nosotros teníamos en condenas por homicidio 889 -Vides, sin cuestionarle al respecto, trae a cuenta las estadísticas de homicidios-, el año recién pasado las condenas fueron 1.543, y si nos damos cuenta a la fecha, hasta el 19 de mayo llevamos 603 condenas, entonces llevamos una proyección de 1.800 condenas para este año, más que en el año anterior, en el año 2012.

La condena es el punto culminante de un caso de investigación, entonces si la condenas han subido por lo tanto los casos han aumentado, los casos de investigación, y no solo eso sino que la efectividad con que han sido resueltos los casos, porque usted se recuerda que ahora, y ustedes lo ven en los medios de comunicación, ya no aparecen la cantidad de sujetos que salen libres en los medios de comunicación, solo condenas, entonces esto ¿a qué se debe?, a la efectividad que está teniendo la policía.

- Pero en relación a la cantidad de casos de extorsión que se llevan a los tribunales, ¿en qué medida han aumentado las condenas?

- Aquí hay dos datos: tenemos el dato específicamente de la DCI, y el dato de los equipos que tenemos antiextorsión, a nivel nacional, que es una unidad en cada delegación, son 22.

A nivel nacional tenemos un 67% de condenas de los casos que hemos llevado, y en la DCI, el porcentaje de condenas es del 94%, es un porcentaje altísimo, y esto usted lo puede corroborar con la fiscalía, porque esos son datos que nosotros cruzamos con ellos.

Entonces para que una unidad de investigaciones esté arrojando un 94% de efectividad es porque hay una coordinación bastante estrecha con la fiscalía y la investigación es bien profesional.

- Descríbame el perfil del extorsionista y su forma de operar

- Mire, el instrumento por excelencia que ellos siguen utilizando es el teléfono. La mayoría son pandilleros, muchos de ellos recluidos en centros penales, llaman a las personas, piden cierta cantidad de dinero que alguien las va a llegar a recoger, ya puede ser otro pandillero o alguien afín a ellos.

Es la forma que han estado operando, ahora dentro de esto también hay que saber distinguir que no son solo los pandilleros los que están extorsionando, hay personas miembros de bandas, y algunos que lo hacen de manera particular, por ejemplo exempleados de algún negocio o empresa, extrabajadoras domésticas que por A o B motivo se retiran y ven la facilidad económica y comienzan a hablar.

También tenemos las extorsiones que vienen del extranjero. Nosotros tenemos una cantidad enrome de extorsiones que comienzan con los dígitos 503, 155, etc. que están hablando de Guatemala o de México.

Y últimamente está la modalidad que se llama de Tigo Money....

-... -el periodista no ha disimulado su sorpresa. Ha visto en los últimos meses los anuncios del nuevo servicio de la compañía telefónica, a través del cual se permite enviar remesas. Pero no sospechaba que su uso se extendiera hasta el de la ejecución de extorsiones.

-Veo que le impresiona, tenía la pregunta esa creo... Entonces esto de Tigo Money es una manera rápida de poder depositar dinero. Usted sabe que en una de las casetas o lugares donde hay servicios de Tigo Money usted puede depositar cierta cantidad de dinero.

Entonces ellos lo que hacen es pedir a una persona de la que tiene el número y está afiliada a esa red, entonces lo que hacen ellos es pedir que le depositen cincuenta dólares a determinada personas, ellas la depositan y mandan a retirar esa cantidad.

Lo que hace difícil para nosotros esta transacción es que lo pueden retirar de cualquier caseta, y sabemos que a nivel nacional hay cientos de casetas, entonces es la modalidad que están empleado.

- ¿Es muy recurrente?

- Últimamente, esto es lo último que estamos viendo, a través de Tigo Money

- La mayoría de denuncias que ustedes reciben en la Policía, ¿provienen de personas particulares o de empresarios?

- Mire, tenemos una cantidad de enorme de empresas que están siendo afectadas, acuérdese que una de las líneas de la pandilla es buscar donde hay dinero, los negocios, empresas, en detrimento también de estar extorsionando a personas particulares.

- Sin entrar en mucho detalle, ¿de qué tipo de empresas se trata?

- Estamos hablando de la pequeña y mediana empresa.

- Dice que buna parte de las extorsiones vienen de los centros penales. El gobierno ahorita está tratando de controlar el ingreso de teléfonos en ellos. Pese a este esfuerzo ¿siguen siendo los centros penales el principal origen de las extorsiones?

- Mire, quizás como principal origen no se lo podría afirmar, pero sí hay una cantidad significativa que viene de ahí, verdad.

- ¿Aún en las estadísticas de 2012 a la fecha?

-Sí, sigue siendo significativa la cantidad, pero recuerde que también hay un esfuerzo por evitar que entren objetos ilícitos, y eso nos favorece ya que entre menos se introduzca menos llamadas se hacen, pero si sigue siendo uno de los lugares de donde recibimos muchas llamadas de extorsión.

-Usted y todo mundo está al tanto que las dos principales pandillas mantienen una tregua. A poco más de un año de esta situación, ¿cuál ha sido el comportamiento de las extorsiones?

- En lo particular yo no puedo opinarle nada de la tregua, no me he visto involucrado en ella ni he tenido ninguna participación, sino que nosotros como unidad investigadora y como Policía Nacional Civil lo que hacemos es seguir exactamente los lineamientos de investigación que tenemos, haya o no haya algo, exista o no exista, nuestro trabajo es investigar.

Pero sí puedo afirmarle que a la fecha nosotros llevamos una reducción del 10.5% u 11%, en relación al año pasado, entonces ese ha sido un trabajo, un esfuerzo propio de la policía.

-Veo un gráfico sobre la mesa que es sobre los detenidos en casos de extorsiones ¿cuál es la estadística?

- Aquí tenemos los gráficos históricos de casos iniciados y detenidos por extorsión a nivel nacional, estamos hablando del año pasado con relación a este. Entonces aquí tenemos, por ejemplo, de este año tenemos iniciados 863 casos y de esos tenemos 639 detenidos. ¡Mire el nivel de efectividad!

Y dentro de poco van a tener una buena noticia de un caso que vamos a finalizar, dentro de poco...

- ¿No me puede adelantar de qué se trata?

- Lo único que le puedo decir es que dentro de poco, ese es el adelanto.

-Una última pregunta. Entiendo que el principal obstáculo en estos casos es que en muchas ocasiones las víctimas no denuncian las extorsiones de las que son víctimas. ¿Cómo hacer para superar este obstáculo?

- Lo que deben ellos de darse cuenta es que, por ejemplo, en este caso que yo le estoy dando a usted datos estadísticos, mire la efectividad que estamos teniendo y no hemos tenido consecuencias mayores de las personas o empresa que han denunciado.

Claro, estos delincuentes les van a poner mil formas para que ellos tengan temor, que la policía les va a dar información, que si no les pagan les va a pasar esto, es una serie de cosas... es parte del trabajo de ellos.

Pero la realidad nos dice todo lo contrario, la persona que venga acá se va a dar cuenta de qué manera va a denunciar sin que se sepa su nombre, sin que se sepa la empresa en la cual trabaja, etc., etc. Vuelvo a repetir, cuando se hacen las capturas los delincuentes ni saben quién hizo los denuncia.

Entonces tienen que adquirir mayor confianza en la institución, en la policía. La experiencia les va a demostrar que si ponen la denuncia nosotros vamos a capturar.

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