Olvida las excusas

De excusas parece que nos armamos cuando queremos justificar, a nosotros mismos, que hemos aumentado de peso y no queremos hacer ejercicio. Aquí están las más comunes:
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Todos ponemos excusas para hacer muchas cosas. Siempre es más fácil justificarse que ponerse los pantalones y hacer lo que nos corresponde. A la hora del peso y la salud, por supuesto que nuestra mente se llena de excusas antes de afrontar la realidad: para ponerse en forma hay que hacer el trabajo, y completo.

Y es que de excusas parece que nos armamos cuando queremos justificar, a nosotros mismos, que hemos aumentado de peso y no queremos hacer ejercicio. Aquí están las más comunes:

-Falta de tiempo: La verdad es que todos sufrimos de este mal. Tenemos casas, trabajos y miles de obligaciones que cumplir. ¿La solución? Tratar que los ejercicios sean parte fundamental de tu rutina. Todos tenemos días de 24 horas, si hacemos del ejercicio una prioridad, así sea anotándolo en tu agenda, puedes hacer de él un hábito. ¿Y cómo lograrlo? Haciendo sacrificios, claro, parándote más temprano, acostándote un poco más tarde, cambiando tu serie favorita por una caminata, etc. Cuando te organices con el ejercicio, verás que puedes organizar otros aspectos de tu vida también.

-Rechazo al ejercicio: Otras personas no quieren hacer ejercicio porque se sienten incómodos haciéndolo. Y claro que el ejercicio debe sacarte de tu zona de confort. Si una sesión de ejercicio fuese tan fácil como estar echado en el sofá, no tendrías que ni pensar en empezar a moverte, ¿cierto? Pero la verdad es que una vez que encuentras la disciplina de ejercicios que te guste de verdad, el ejercicio te va a dar más energía. Prueba haciendo poco a poco, media hora diaria y ve aumentando. En dos meses hablamos...

-Razones económicas: Muchos alegan que el precio de la comida sana es muy caro. Yo no digo que coman salmón de Alaska todos los días, pero si sacan la cuenta lo que gastan a la semana en comidas chatarra, golosinas y carbohidratos procesados, seguramente no sería ni la mitad de lo que gastas en en comida buena y sana. Haz la suma un día desde que sales de tu casa hasta que llegas. Saca el promedio de lo que te gastas en la calle y lo que ahorrarías comprando comida en el mercado.

-El miedo a la palabra "dieta": Muchas personas relacionan la palabra "dieta" con pasar hambre. Y si, esto pasa si estás siguiendo un programa de alimentación mal diseñado que no tenga que ver con tu gasto calórico, cuerpo ni actividad. Los programas alimenticios que quitan por completo un macronutriente o son estupideces como la "dieta del melón en ayunas a las 10 de la noche". Una dieta balanceada, no da hambre.

-Aversión a la cocina: Claro que cocinar es un fastidio. Yo soy kitchen-challenged pero eso no impide que mi comida sea sana. Cocino por tandas (hago una bandeja de pollo y lo meto en la nevera) y juego cambiando los carbohidratos y ensaladas. El mismo tiempo que pasas en la cola de McDonald's, lo podrás pasar en la cocina haciendo un pollo a la plancha.

Las excusas tienen que ver con tus metas y con lo que realmente quieres. Si quieres algo, sacúdete todos esos pensamientos y ponte a hacerlo. ¡Ahora mismo!

En Twitter, @clementinax.

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