Sin tetas también hay paraíso

Por mucho tiempo pensé que, como bien dice la famosa serie, sin tetas no hay paraíso. Y no es que yo hubiese considerado ponerme unas, pero sí me dejé, permití y puse hasta alfombra roja, para que los logros de varias con tetas postizas o naturales me atormentaran.
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Por mucho tiempo pensé que, como bien dice la famosa serie, sin tetas no hay paraíso. Y no es que yo hubiese considerado ponerme unas, pero sí me dejé, permití y puse hasta alfombra roja, para que los logros de varias con tetas postizas o naturales me atormentaran.

Me dicen que en todo lado se cuecen habas, que no solo en el mundo del entretenimiento y la televisión, pero bueno, el caso es que lo que yo puedo compartir es mi experiencia personal: cuando tenía 16 años de carrera periodística, las puertas de un gran medio se abrieron fuera de mi tierra (Costa Rica) y entonces fue cuando realmente empecé a crecer a como persona, porque estar en las "grandes ligas" es tener combatientes dispuest@s a todo.

Me había tomado 6 años llegar a la televisión en mi tierra y 9 antes de llegar al noticiero estelar de la cadena más importante de todo el país, que era lo que yo soñaba desde el colegio. Quizás por ello, yo no comprendía, cómo era posible que cuando llegué a esas "grandes ligas" se sentara a mi lado alguien que ni la escuela había terminado, que no sabía hablar y que su única preocupación era si la luz le daba correctamente para verse bien o que el cabello no se le despeinara. No asimilaba -era un tramo muy difícil de tragar- el hecho de que un servidor tenía una trayectoria de casi dos décadas, un título en periodismo y dos maestrías. Sí, el ego me ahogaba, quizás. Más, cuando en ocasiones, después de haber sido titular, tenía que ser el suplente de alguien como quien describí. Tanto que me había preparado para estar en la silla principal y apenas estaba en la banca. Fueron tiempos difíciles. Un infierno en la Tierra, de verdad. Consideraba que no era justo, pensaba que cómo me sucedía y cómo, además, permitía yo eso. No me explicaba por qué no tiraba todo por la borda y me daba mi lugar, según yo, retirándome. El tiempo me dio la respuesta, pero el trayecto lleno de frustración, negación, comparación, resentimiento y rencor, fue duradero. Por suerte crucé el puente y como sé que muchos se pueden identificar con esta situación en sus trabajos, les compartiré las tres lecciones que aprendí:

La primera lección bien aprendida es que no somos quien para juzgar. Sí, ya sé que no es nada fácil entenderlo, porque a la mayoría de las personas para opinar se nos suelta la lengua. Claro, cuando es cuestión ajena, porque no estamos en sus zapatos. Y tengo claro que muchos se dedican a ver lo que tienen, hacen, dicen o actúan los demás, como un escape y evasión a enfrentar sus propias situaciones. Es ahí donde reside el epicentro de la situación, es básico concentrarnos en lo que estamos haciendo nosotros y respetar a los demás, entender que la vida les concede lo que les concede por algo (allá ellos si lo aprovechan o no) pero en vez de estar juzgando, debemos concentrarnos en agradecer lo recibido y enfocarnos en realizar un plan estratégico de cómo vamos a obtener lo que deseamos, cómo llegaremos a nuestras metas, qué debemos hacer, qué podemos hacer desde donde estamos, qué debemos o podemos cambiar, qué debemos aprender, a quienes podemos pedir ayuda y demás. Deja de estar viendo a los demás y enfócate en ti. Total, cada quien es responsable de sus actos y si a ellos les funciona lo que hacen para lograr una posición, en buena hora. Cuando juzgamos, es porque en cierta medida quisiéramos quizás tener las agallas para hacerlo y lograrlo nosotros, aunque siempre es mejor dejarnos llevar por nuestros principios, pero los nuestros, no los de los demás.

Es acá donde entra en cuestión la segunda lección de aprendizaje que la vida me brindó: cada quien elige el camino que más le conviene. Así mero y así de simple, con todo y las consecuencias que irnos por un camino fácil o largo implica. Bien dicen que lo que cuesta no es fácil y me queda claro que muchas personas "de la noche a la mañana" por medios propios logran lo que desean, pero eso no permanece mucho si no valoran el haber saltado sus principios para ese logro. En algunos casos aprovechan y eso simplemente fue un primer paso para crecer y lograr superarse más, demostrando su capacidad. Quizás alguien sale con un jefe, se involucra sexual o sentimentalmente con alguien porque es la única manera de que puedan ver su talento o capacidad. Hay quienes a pesar de que logran lo que desean, no demuestran nada y pues ahí queda, similar a una tele serie de esas cuya temporada casi que fue un piloto y no supera más que unos tantos capítulos. Quizás uno vea que aparentemente esas personas lo tienen todo, pero en su interior cuando te abren su corazón te das cuenta que existen cantidad de inseguridades, vacios y tristeza que no pueden comprar y que tampoco sustituyen con todos los bienes materiales que poseen. El principio es que todos los caminos son válidos, cada cual sabrá si aprovecha lo que se presenta, sea como sea que lo haya obtenido. Yo elegí un camino más largo y créeme que vale la pena porque al final la vida, Dios, la energía, la fuerza, la luz, el universo, te pone a donde debes y conste, eso casi siempre, va más allá de donde imaginaste. Aún me falta, pero sé que veré todo lo que me corresponda antes de partir.

Esto, nos lleva a la tercera lección de aprendizaje y la más importante que demuestra que sin tetas también hay paraíso y es que hay un lugar para todos, puede que a donde estés en este momento no te guste o no valoren tu capacidad, tus talentos, pero no quiere decir que lo que tú deseas no vaya a suceder porque en realidad donde estás vas a aprender algo y te aseguro que hay un lugar a donde sí encajas y te van a valorar y va a llegar, así que hay que confiar, echarle ganas y sobre todo dejar fluir, no forzar, porque cuando está para ti, aunque te quites llega. Lo que sí te comparto es que hay que mover la energía para que eso suceda. Por años envié mi hoja de vida a cantidad de lugares y en ninguno resultó en algo positivo, siempre me decían que estaba sobre calificado, que no había presupuesto y que frases que al final implicaban un simple NO. Sí, me frustré y desesperé muchas veces. Pensé en rendirme en varias ocasiones. Sin embargo, luego entendí que haber movido esa energía hizo que cuando menos pensé llegara algo en donde nunca me hubiera imaginado, algo más grande que todo lo que yo pretendía. Y me llamaron sin haber enviado currículum vitae y sin que supieran que yo estaba en busca de algo. Así que ten confianza, si te dicen que no, ten claro que estás más cerca del sí y sigue, eso sí, disfrutando de todo lo que tienes ahorita y de donde estás, aunque eso, repito no sea lo que más te agrade. Al fin y al cabo es mejor agradecer tener a donde trabajar que estar en la situación de desempleo tan grande que existe en tantos países. Empieza por ahí. Yo ahorita, aquí y ahora, confío en que algo mejor llegará a mi vida.

No te rindas, no te compares, no juzgues, entiende que cada quien fue creado con un propósito de vida y tú eres único y no puedes ocupar el lugar de nadie más, busca el tuyo propio y además considera tu libre albedrío para elegir lo que sea más conveniente para ti, porque muchos hemos aprendido que no es necesario tener tetas o ciertas conexiones, talentos o capacidades para llegar a donde deseamos, es simplemente confiar, no desesperar y saber que la vida en el momento preciso te va a poner a las personas correctas que te apoyen para llegar a tu meta, los caminos se abrirán, sabiendo que tenemos un Dios que se deleita en hacer posible lo imposible. Si no le llamas Dios, pues dile fuerza, energía, luz, creador, universo, vida.

Y recuerda: ¡a sonreír, agradecer y abrazar tu vida!

¡Gracias por existir, compartir y estar!

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