'Si quieres volar, tienes que renunciar a las cosas que te pesan'

Aunque los ojos de muchos hacen el favor de considerarme una persona con éxito y afortunado, y realmente soy más que bendecido, por años y de manera intermitente, el sentimiento de fracaso me ha nublado gran cantidad de días.
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Happy Hispanic woman with hands outstretched feeling the warm sun - Celebrating life. Getting energy and vitamin D
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Aunque los ojos de muchos hacen el favor de considerarme una persona con éxito y afortunado, y realmente soy más que bendecido, por años y de manera intermitente, el sentimiento de fracaso me ha nublado gran cantidad de días. Concentrarme en pensamientos negativos, tristeza, frustración --de solo lograr a medias los anhelos de mi corazón-- me ha llevado a hundirme en el lodo hasta el cuello, cantidad de veces. Algo que a pesar de mi proceso de crecimiento personal y espiritual, de cantidad de seminarios, de talleres, de cantidad libros leídos, audios escuchados, cursos para certificaciones y de apoyar a muchas personas a lograr sus metas, no había concientizado hasta hace unos días. Recientemente caí en cuenta de que he estado bloqueando todo mi progreso al enviar energía negativa por concentrarme en ver lo que no tengo, en quejas, en sentirme triste y entonces al enviar eso al universo recibo de lo mismo. Es más, tan cercano que me siento de Dios y había estado equivocando la manera de pedir, en vez de decirle que me apoye en mis decisiones. Por ejemplo: le pedimos un carro, en vez de pedirle que nos enseñe a administrar nuestro dinero para obtener el carro que deseamos.

Como dice el dicho: en casa de herrero cuchillo de palo. La pregunta que últimamente me repetía era: ¿Cómo es posible que los demás logren, gracias a tus consejos y guía, sus deseos y tú no? Cuando, en realidad lo que debía preguntarme -y que ahora me pregunto- es: ¿qué tengo que "dejar" que no me deja crecer? Me he dedicado a analizar: qué debo sacar, mover, trabajar, modificar de mi vida, para poder avanzar. Qué patrones de conducta, de creencias, convicciones o de respuesta hacia las situaciones que la vida me pone como aprendizaje, es necesario que modifique, aunque los haya aprendido hace años, llegó el momento de trabajarlos, reemplazarlos, porque, de otro modo, estaría atrayendo a mi vida más de lo mismo que no me ha dejado vivir en paz.

En un blog previo te compartía la reflexión de que lo que estamos viviendo es el resultado de las decisiones que hemos tomado en nuestra vida y que es básico que cuando cometemos errores debemos tomarlos simplemente como lecciones de aprendizaje para avanzar o como experiencia para replantearnos el camino hacia nuestras metas. Evitar caer en la decepción, la desolación, la desesperación, frustración, negatividad y en el papel de pobre de mí, por qué a mí y demás.

Porque, recordemos que no hay fracasos, solo resultados y que de pequeñas grandes decisiones depende que avancemos, nos alejemos o logremos todo lo que deseamos. Son las decisiones y no las circunstancias lo que determina nuestro destino. Lo que recibimos, no es más que lo que hemos estado creando. Así que aguas con la actitud que tienes ante todo lo que te sucede, porque de eso depende lo que vives y vas a vivir.

Bien dice el maestro Anthony Robins en su libro "Despertando al gigante interior", que hay tres decisiones que controlan nuestro destino: "acerca de en qué enfocar la atención; acerca de lo que significan las cosas para usted; acerca de qué hacer para llegar a los resultados que desea alcanzar". Analiza estas situaciones y lo anterior que te he comentado pues si estás leyendo esto es porque en algún aspecto de tu vida o varios hay cosas que te están bloqueando y no te dejan avanzar hacia lo que mereces.

¿Qué hacer para "dejar" lo que no me deja crecer?, pues debemos tomar la decisión y conciencia de reprogramar nuestras creencias, las convicciones que hemos aprendido gracias a la familia, la sociedad y a nuestra elección, ya que muchas veces no queremos ver la realidad sino nuestra percepción, interpretación a conveniencia de la realidad y tras de eso nos enlodamos en eso que creemos que es real. Y mientras no tomemos las decisiones correctas, permanecemos más tiempo del necesario en las situaciones no tan agradables. Así de simple.

Es importante tomar en cuenta que toda decisión está asociada al placer o al dolor. Todas las personas hacemos las cosas por una necesidad de evitar el dolor o por el deseo de obtener placer. Y acá es necesario comprender que lo que para unos puede ser placer, para otros puede ser dolor. Por ejemplo, hay para quienes hacer ejercicio de una manera disciplinada, comer nutritivamente y evitar los excesos es algo que les brinda placer. Lo hacen por elección de llevar una vida saludable y porque se sienten mejor, lucen bien y experimentar plenitud. Sin embargo, eso que a unos da placer, para otros significa un gran dolor, un sacrificio. Todo depende del modo que elegimos verlo.

Alguien que desea restaurar su matrimonio, no lo podrá hacer si sigue creyendo que no le descubrirán la infidelidad; alguien que desea tener un trabajo estable y bien pagado pero que no cumple sus horarios por problemas con el alcohol, difícilmente logrará la estabilidad deseada; alguien que desea bajar de peso pero prefiere momentáneamente dejarse llevar por el placer que le dan las papas fritas y evitar el esfuerzo que supone abstenerse de ese alimento para en unos meses lucir mejor y tener menos riesgos a su salud.

Todo empieza por nuestros pensamientos, si no somos capaces de modificarlos, controlarnos, dirigirlos, caeremos bajo la influencia de los demás o de los pensamientos que generamos para maquillar y de cierto modo evitar la realidad. Creemos lo que nos conviene, consciente o inconscientemente. Por eso es que es bueno, tomar aire, respirar y analizar que si no estamos llegando a donde deseamos y nuestra meta es algo realizable para nosotros, qué hemos estado haciendo de una manera incorrecta que en vez de acercarnos nos aleja de nuestros anhelos.

Las razones pueden ser muchas, por citar algunas: una mala autoestima que nos lleva a lo negativo, pensamientos negativos o erróneos que aprendemos a través de los años, la queja y tristeza se nos hacen costumbre o bien porque tenemos modificar, una adicción o un mal hábito que sentimos no somos capaces de modificar, por cuestión de autoestima baja o porque nos falta motivación, conciencia o disciplina para el esfuerzo que implica lo que tengamos que hacer.

Mucho nos afectan las emociones negativas que generamos, tales como resentimiento, envidia, culpa, enojo, irritación, mal carácter, que nos desgastan emocionalmente afectándonos a nosotros mismos y que nos llevan a conducirnos con los demás de una manera negativa.

Se unen a las posibles causas de lo que no nos deja avanzar el no creer en nosotros, tener una imagen negativa de nosotros mismos, el sentir que no nos merecemos nada, algunos complejos de lo que otros dijeron sobre nosotros que nos marcaron, así como eventos de nuestra niñez o alguna etapa de la vida los cuales si no tenemos identificados es aconsejable tratar con un profesional para escarbar y encontrar el origen y sanarlo. Por ejemplo, yo descubrí que una vez que mi padre me pegó cuando tenía alrededor de 8 años me marcó de tal manera que me llevó a sentir, inconscientemente en la etapa adulta, que si mi propio padre me había pegado yo no merecía nada porque si mi propio padre no me quería, quién me iba a querer. Este tipo de cosas no es algo que de pronto salga a la luz a menos de estar en una sesión de coaching o terapia similar.

¿Cómo soltar eso que nos afecta una vez que lo hemos identificado y reconocido que lo mejor es sacarlo, dejarlo de tener en nuestras vidas?

-Primero que nada realiza un análisis, honesto, de las emociones que te están afectando, para ver cuál es la causa de ellas y así, darte cuenta de qué es lo que estás cargando. Lo primero es identificar qué debes soltar... La verdadera idea de soltar es relajarse, no aferrarse, es como estar agarrado a una cuerda y soltarse, es decir, simplemente abrir la mano.

-Una buena técnica es imaginar que reduces aquello a lo que te estás aferrando, a un tamaño tal que cabe en un globo y que lo sueltas, viendo como se aleja hacia el cielo, mientras tú, con una sonrisa, te despides, sintiéndote a gusto y en paz.

-Puedes también, escribiendo en un papel aquello que deseas soltar, ponerlo en un globo y dejarlo ir, para que sea algo todavía más real.

-Fija tu atención en todo lo que haces en cada momento, modifica tus pensamientos a positivos y las conductas que sabes no son que te empoderan o impulsan hacia tus metas. Cuando un pensamiento que te sabotea se viene a la mente, di: "amo ver y sentir solo lo bueno".

-Recuerda que cada minuto es único e irrepetible, por lo que es importante vivirlo plenamente y no vale la pena perderlo preocupándonos por lo que ya pasó o por lo que no podemos tener.

- Creas lo que crees. Elige bien tus palabras. Si te quejas recibirás más de lo mismo. Si agradeces, recibirás bendiciones y los caminos hacia tus metas se abrirán.

-Utiliza afirmaciones positivas para reemplazar las creencias negativas como por ejemplo: "me amo, me apruebo, me acepto, me basto".

-Para soltar cualquier situación, persona o cosa, en general, es importante descubrir qué ganancias secundarias obtenemos al mantenernos en esa posición y qué creencias y pensamientos equivocados tenemos al respecto, para hacer los cambios necesarios.

Analiza qué tienes que dejar que no te está permitiendo crecer e inicia a modificarlo, ya sea porque tú reconoces y sabes qué tienes que hacer y que puedes tomar las riendas de la situación o bien porque puedes pedir ayuda profesional para soltar y avanzar.

Y recuerda: ¡Sonríe, agradece y abraza tu vida!

Sobre todo: ¡a Vivir, gente! VIVIR.

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